EL PROCESO RESTAURADOR COMIENZA DESDE CERO.
Muchos se encuentran “derribados en tierra” como consecuencia
de su incredulidad, necedad y desobediencia; recibieron desde temprano y sin
cesar advertencias muy claras de parte de Dios, pero las obviaron...
Y ahora...
¡Están como están!
Con el paso del tiempo comprobaron y reconocieron que nadie
pudo sacarles de la deprimente condición que provocaron, reconocieron con
dolorosas lágrimas su error, se arrepintieron de corazón y tomaron la
determinación de encarrilar sus pasos en la senda correcta; reconocieron que
solamente Dios por medio de Jesucristo, puede iniciar un proceso de
restauración total en las diversas áreas de sus vidas.
Si te consideras parte de este grupo de personas, entonces
sigue leyendo...
EL PROCESO RESTAURADOR COMIENZA DESDE CERO.
Comienza desde “cero posibilidades”, desde el suelo; desde
donde NO hay indicios favorables, cuando TODOS te dan vanas esperanzas de
reivindicación.
Hoy no ves nada de nada, pero no pierdas tu fe; es necesario
que durante este proceso de restauración, enfrentes situaciones altamente
incomprensibles y dolorosas, no es algo que se da “de la noche a la mañana”,
por lo que vas a necesitar mucha fe y paciencia.
Dios ha tomado en sus manos tu proceso restaurador; su poder
sobrenatural, su gracia infinita, su misericordia incondicional y soberanía
perfecta están obrando entrelazadas a tu favor precisamente en estos instantes.
Él sabe lo que hace contigo para que no te eches a perder.
Y TU...
¿QUÉ HARÁS?
Incrementa tu tiempo en cultivar tu vida espiritual.
Necesitas crear espacios para la oración y la reflexión bíblica; al hacerlo, el
Espíritu Santo te impregnará de convicciones firmes en las verdades bíblicas,
te dará sabiduría para que sepas que hacer y cómo proceder ante cada
circunstancia, te dará determinación para proceder de acuerdo a los
lineamientos bíblicos y te dará la fuerza para avanzar contra toda corriente
que se oponga.
Es necesario que comiences a propiciar consecuencias
contrarias a las que estuviste provocando; es necesario que propicies
consecuencias de conversión.
“Si te convirtieres, yo te restauraré,
y delante de mí estarás”
Jeremías 15:19
Dios no quiere que te eches a perder; pero de ti dependerá
que el proceso de restauración no se estanque ni se atrase
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