GENESIS 22: Sacrificio de Isaac. Revelacion de lo que avía en el corazón de
Dios que avía de acontecer con la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo
El hijo de la promesa: Isaac.
Sólo podemos imaginar la alegría y la realización. Pero un tiempo después, Dios puso a prueba a
Abraham…
(Génesis 22:1-2) Aconteció que después de estas cosas, Dios
probó a Abraham, y le dijo: ¡Abraham! Y él respondió: Heme aquí. (2) Y
Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la
tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo
te diré.
Esto parece ir en contra de toda lógica. ¿Cómo podía Dios pedir que matara a su
hijo? ¿Acaso no va eso en contra de su
naturaleza? Además, si moría Isaac,
también se acabaría con él la promesa.
Es curioso que Dios dijera: “tu hijo, tu único”. ¿Acaso no tenía también a Ismael? El Señor se lo dijo así porque lo que le
estaba pidiendo tenía relación con la promesa—e Isaac era el único hijo de la
promesa, del pacto.
Muchas preguntas nos cruzan por la cabeza cuando leemos estas
palabras. Pero veamos cuál fue la
reacción de Abraham…
(Génesis 22:3) Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su
asno y tomó con él a dos de sus mozos y a su hijo Isaac; y partió leña para el
holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho.
Abraham no cuestionó nada.
Simplemente hizo lo que Dios le había dicho, al pie de la letra. A pesar de lo descabellado de la petición, él
no dudó, ni siquiera se tardó. Más bien,
la Palabra dice que “se levantó muy de mañana”.
Dios le pidió que ofreciera el sacrificio en un lugar
específico. Ese sitio no era cerca, sino
que quedaba a dos días de camino. Esto
le hubiera dado tiempo para cambiar de opinión. Pero el texto no transmite duda
de su parte…
(Génesis 22:4) Al tercer día alzó Abraham los ojos y vio el
lugar de lejos.
Ese no era “cualquier” lugar.
El monte al que se dirigían era llamado “Moriah”, que puede traducirse
de dos formas:
* Escogido de Dios
* Mi maestro es Yah
(Jehová)
¿Por qué escogió Dios ese lugar? ¿Qué es lo que Dios quiere
enseñar allí? Abraham no entendía en ese
momento…pero la respuesta vendría después…
A lo largo de la historia de Israel este monte vuelve a surgir una y
otra vez como un lugar central en el plan de Dios.
Este es el lugar que Dios escogió para la edificación del
Templo.
(2 Crónicas 3:1) Entonces Salomón comenzó a edificar la casa
del SEÑOR en Jerusalén en el monte Moriah, donde el SEÑOR se había aparecido a
su padre David, en el lugar que David había preparado en la era de Ornán
jebuseo.
El diseño del Templo (y del Tabernáculo) nos enseña cuál es
el camino para la reconciliación del hombre con Dios, la cual comienza con el
sacrificio del Cordero, y termina con Lugar Santísimo, donde se manifiesta la
Presencia de Dios. En otras palabras, es el mensaje completo de redención, y el
cual Dios quería enseñar a Abraham a través de su experiencia en el monte
Moriah.
DIOS PROVEERÁ
Al llegar al pie del monte, Abraham subió con su hijo—sólo
ellos dos.
(Génesis 22:5) Entonces Abraham dijo a sus mozos: Quedaos
aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a
vosotros.
Es curioso que él dijera que él y su hijo volverían, ya que
él sabía que estaban subiendo al monte para sacrificar a Isaac. ¿Estaba mintiendo, o acaso tenía la esperanza
que regresaría con vida a pesar de lo que Dios le había pedido hacer? Abraham tal vez no entendía lo que Dios le
había pedido ni lo que iba a pasar…pero una cosa sí sabía: Si Dios lo había
dicho, de alguna forma Él cumpliría la promesa.
(Génesis 22:6-8) Tomó Abraham la leña del holocausto y la
puso sobre Isaac su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Y los dos
iban juntos. (7) Y habló Isaac a su padre Abraham, y le dijo:
Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, hijo mío. Y dijo Isaac: Aquí están el
fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? (8) Y
Abraham respondió: Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo
mío. Y los dos iban juntos.
Abraham estaba profetizando al decir que le Señor va a
proveer. Esa profecía no sólo era para
esa ocasión, sino para todos los tiempos…pues Dios también proveyó “el Cordero
que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Aquí no sólo vemos la firme y determinada obediencia de
Abraham, sino también la mansedumbre de Isaac, quien no peleó.
(Génesis 22:9-10) Llegaron al lugar que Dios le había dicho y
Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso
en el altar sobre la leña. (10) Entonces Abraham extendió su mano y tomó el
cuchillo para sacrificar a su hijo.
Aquí pensamos… ¡Todo se acabó! Se murió el hijo de la promesa, se murieron
los sueños de Abraham, se murió el propósito de su vida, se murió su ilusión.
Pero, de repente, sucedió un milagro:
(Génesis 22:11-12) Mas el ángel del SEÑOR lo llamó desde el
cielo y dijo: ¡Abraham, Abraham! Y él respondió: Heme aquí. (12) Y
el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada;
porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único.
La intención de Dios no era que muriera Isaac (Dios está en
contra de sacrificio humano—Deu. 12:29-32; Deut. 18:10-12; Lev. 18:21; Jer.
7:31; Jer. 32:35; Eze. 20:31; Sal. 106:38; Miqueas 6:7). La intención de Dios
era poner a PRUEBA la FE de Abraham, tal como lo dice el primer versículo de
este capítulo.
(Génesis 22: 1a) Aconteció que después de estas cosas, Dios
probó a Abraham…
Las pruebas de Dios no son para hacernos caer, sino para
“probar” si hemos aprendido lo que debemos aprender, tal como un examen en la
escuela.
En hebreos se explica esto con mayor claridad.
(hebreos 11:17-19) Por la fe Abraham, cuando fue probado,
ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su único hijo;
(18) fue a él a quien se le dijo: En Isaac te será llamada descendencia. (19)
El consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde también, en sentido figurado, lo volvió a recibir.
Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su hijo porque él
tenía la fe, la seguridad, que Dios era lo suficientemente poderoso para
levantarlo de los muertos.
Dios le había dado la promesa, y Él había cumplido con darle
un hijo en su vejez. Para Dios nada es imposible, y si Él prometió, Él cumpliría
su promesa a como dé lugar.
(hebreos 10:23) Mantengamos firme la profesión de nuestra
esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió;
(1 Tesalonicenses 5:24) Fiel es el que os llama, el cual
también lo hará.
Tal como había profetizado Abraham, Dios proveyó para el
sacrificio.
(Génesis 22:13-14) Entonces Abraham alzó los ojos y miró, y
he aquí, vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral; y
Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su
hijo. (14) Y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de
El SEÑOR Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del SEÑOR se proveerá.
REVELACIÓN DEL PLAN
La principal motivación de Dios para este evento fue revelar
el Plan de Redención para la humanidad. A través de esa experiencia, el Señor
le reveló que Él entregaría a su Hijo Unigénito, y Él moriría como holocausto
que pagaría por todos los pecados del mundo.
Por eso era importante que fueran a Moriah, donde hoy está Jerusalén,
porque allí sería donde Jesús moriría en la cruz.
Jesús mismo explica que Abraham entendió esto, y se alegró.
(Juan 8:56-59) Vuestro padre Abraham se regocijó esperando
ver mi día; y lo vio y se alegró.
(57) Por esto los judíos le
dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? (58)
Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera,
yo soy. (59) Entonces tomaron piedras para tirárselas,
pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Dios no sólo bendijo a Abraham prometiéndole tierra y
descendencia. Al aceptar el llamado de Dios, fue incluido como parte central de
Su Plan de Redención para la humanidad, su plan y propósito para todos los tiempos.
Un descendiente de Abraham iba a ser el Mesías, el Hijo de
Dios, que vendría al mundo para salvarnos.
La vida de Abraham no sólo tenía “propósito” en sus días, sino para
todos los tiempos, aún hoy.
CONFIRMA LA PROMESA
En este contexto, Dios vuelve a confirmar Su Pacto con
Abraham.
(Gen. 22:15-18) El ángel del SEÑOR llamó a Abraham por
segunda vez desde el cielo, (16) y dijo: Por mí mismo he jurado, declara el
SEÑOR, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, (17)
de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu
descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar,
y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. (18) Y
en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has
obedecido mi voz.
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