La bondad de la fidelidad de Dios
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos,
porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu
fidelidad.
Lamentaciones 3:22-23
Es manifiesta la bondad de la fidelidad de Dios con los
creyentes, ya que, aunque le seamos infieles, Él permanece fiel a nosotros. El
profeta Miqueas se regocijó en la fidelidad de Dios: "¿Qué Dios como tú,
que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No
retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia" (Mi.
7:18).
Siempre que lo necesite, puede confiar en la fidelidad de
las promesas de Dios, como esta: "Me invocará, y yo le responderé; con él
estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré" (Sal. 91:15);
"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús" (Fil. 4:19). Lo intrínsecamente bueno
Todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad.
Filipenses 4:8
Casi por definición, ciertas cosas en el reino espiritual
son buenas. En primer lugar, Dios mismo es bueno. "¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento?" (Ro. 2:4).
En segundo lugar, la Palabra de Dios es buena y obra para
nuestro bien. Pablo les dijo a los ancianos de Éfesios "Os encomiendo a
Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros
herencia con todos los santificados" (Hch. 20:32).
En tercer lugar, los santos ángeles de Dios son buenos y
están para apoyar a los creyentes. El escritor de hebreos confirma esto con la
interrogación retórica: "¿No son todos espíritus ministradores, enviados
para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?" (He.
1:14).
Esas son verdades no solo dignas de meditar en ellas sino,
en vista de sus realidades, de vivirlas.
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