jueves, 16 de julio de 2020

El amor y la verdad. Parte 1


El amor y la verdad. Parte 1
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13:4-7
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14
El amor y la verdad van de la mano. La verdad sin amor puede derivar en una tendencia a juzgar, a ser duros y a no tener compasión. Por eso, debemos hablar la verdad con amor para que crezcamos en todo sentido, hasta parecernos más y más a Cristo, (Efesios 4:15), en comunión y bondad manifiesta.
Así mismo, decir que amamos sin que haya verdad, no tiene sentido, sería más parecido a la hipocresía, ya que el amor no se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa.
No hay amor sin verdad, y esto lo vemos en la persona de Jesucristo, lleno de gracia y verdad, quien es en sí mismo, la verdad revelada de Dios y el amor manifiesto de Dios, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Ahora, sabiendo esto, construyamos nuestras relaciones con base en este principio: amar siempre teniendo presente la verdad y hablar la verdad siempre sazonada con la alegría del amor. También, que el amor y la verdad se conviertan en nuestro parámetro de convivencia, y en nuestra medida equilibrada cuando reflexionemos sobre las acciones que vamos a efectuar ¿lo que voy a hacer es con amor y con verdad?  Oración.
«Señor que mi vida este dirigida por tu amor y por tu verdad, que, así como Cristo es lleno de gracia y de verdad, por el gran amor con que me amaste y diste a tu hijo por mí, yo pueda de la misma manera tratar a mi prójimo con toda verdad y con el amor que colocaste en mi corazón. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 15 de julio de 2020

¡Bástate mi gracia!


¡Bástate mi gracia!
“Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.” Hechos 7:59-60
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9
Esteban era apedreado luego de predicar a Cristo, pero, ¿qué le permitió resistir ese momento tan difícil?, ¿seríamos capaces nosotros, a pesar de ese sufrimiento, tener la misma actitud de Esteban?
Lo que le permitió resistir ese momento, fue la gracia de Dios. Este discípulo se identificó tanto con Cristo, que menciona lo mismo que Cristo en el momento de la crucifixión: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34a). Miremos lo que hizo Esteban, momentos antes de ser apedreado, “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55).
Así mismo nosotros, en medio de la dificultad debemos fijar la mirada en Jesús, el iniciador y consumador de la fe (hebreos 12:2), esto no quiere decir que no nos duela cuando nos desprecian, nos ofenden o nos insultan, pero no colocamos nuestra atención en el dolor, sino en el que es nuestra paz y nuestra sanidad, en aquel que hace soportable cualquier dolor. No se trata entonces, de limitar el dolor o esconderlo, sino de resistir y mantener la calma a pesar de, que sin la gracia de Dios es imposible.
Miremos como Pablo, había clamado al Señor, porque lo sanara de una enfermedad que le causaba mucha incomodidad, pero ¿acaso Dios no podía o no quería sanarlo? Por supuesto que podía sanarle, pero tenía Dios un propósito más elevado, mostrarnos a través de la vida de Pablo, que las aflicciones temporales de la vida no son comparables con la gloria venidera, que en nosotros ha de manifestarse (Romanos 8:18).
Acaso cuando Dios ofrece gracia, ¿ofrece algo insuficiente? Claro que no, es suficiente, es rebosante, es una medida abundante, porque la gracia en sí misma es abundante “asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.” (2 Corintios 9:14).
En estos tiempos de incertidumbre, de escasez, de aparente temor, tenemos algo que es a la vez suficiente y abundante, la gracia de Dios. Cuando Dios dice “bástate mi gracia” está asumiendo el control de todo, de tu enfermedad, de tu escasez, de tu dolor y lo va a usar para su gloria, y para que seamos perfeccionados en el amor de Cristo, para que su poder se manifieste de manera extraordinaria, sobrenatural y de manera abundante en tu vida. Por tanto, preparémonos para recibir de Dios, conforme a las riquezas en gloria en Cristo Jesus, ¿nos parece entonces insuficiente? Claro que no, es mucho más de lo que nosotros podemos pedir o esperar.  Oración.
«Señor, hay momentos en que siento que no puedo, pero recuerdo que tú me diste de tu favor inmerecido y colocaste en mi tu Espíritu, para tener fuerza y gozo aún en los momentos más difíciles, por tanto, en ti pondré mi mirada y que mis aflicciones sean para tu gloria, mi Dios. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 14 de julio de 2020

Creados para publicar alabanzas a Dios


Creados para publicar alabanzas a Dios
“Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarán.” Isaías 43:21
“y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;” Apocalipsis 5:9
En los salmos, la alabanza al Dios todopoderoso, era una forma de mostrar su grandeza, soberanía y alabarle por la obra de sus manos. Se invitaba a toda la creación a alabar su majestad (Salmos 148-150), por su gran misericordia (Salmos 136-138), por su gran poder (Salmo 145, 150). También se muestra cómo luego de ser perdonado y limpiado de maldad, el salmista le dice: “Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.” (Salmo 51:15), en agradecimiento, por el perdón de Dios. La alabanza es la respuesta de un corazón agradecido.
Todos nosotros, los creyentes, que por la fe en Cristo hemos sido redimidos del poder del mal, estamos en especial, invitados a alabarlo (Salmo 107:1-2), como dice el Apóstol Pedro por el Espíritu Santo “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9). Cuando alabamos, anunciamos el amor, el poder, exaltamos el nombre que es sobre todo nombre, recordamos y enseñamos a otros lo que Dios hace, lo que Dios es y lo que hará en la vida de todo el que lo reciba.
Por esto, Dios, nos ha dejado una misión especial: publicar sus alabanzas, sólo Él es digno de alabanza y quiere que sus hijos lo alaben en todo tiempo (Salmo 34), es una forma de buscarlo (Salmo 34:1), de dirigir mi atención y mi confianza en la dirección correcta (Salmo 34:5), de recibir su ayuda y protección (Salmo 34:6-7) y de renovar diariamente mi confianza en Dios, dejando todo temor (Salmo 34:8-10). Recibimos mucho más de lo que esperamos, cuando le alabamos, pues esa es nuestra misión en esta tierra y nuestro oficio en el cielo, (Apocalipsis 7:9-17). Y tú, ¿Alabas al Señor en todo tiempo?   Oración.
«Grandes y poderosas son tus obras oh, mi Dios, exaltamos tu Santo nombre y nos deleitamos en tu presencia, en la magnitud de tu poder, te agradecemos por tu gran amor y misericordia con la que nos redimiste en la cruz por medio de la muerte de Jesús; nos alegramos por su resurrección que nos demuestra que venciste la muerte y nos diste vida eterna por medio de la fe en tu Hijo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 13 de julio de 2020

Solo tengo 5 panes y dos peces


Solo tengo 5 panes y dos peces
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.” Juan 6:5-11
Y con solo esos 5 panes y dos peces, Jesús puede hacer que sobre y que abunde. ¿Cuáles son tus 5 panes y tus dos peces? ¿Qué tienes en tus manos? Tu carrera, tu profesión, tu negocio, o incluso no tienes nada, Él puede llenarlo y multiplicarlo todo, pero de seguro, algo tienes, al menos tu necesidad.
Se trata entonces de que dispongamos lo poco o mucho que tenemos para que, en las manos de Jesús, sea multiplicado y todos los que están a tu alrededor, tu familia, tu cónyuge, tus amigos, coman y se sacien. Por supuesto no se trata de alimento físico, sino de colocar al servicio de Cristo, todo lo que tienes y aun lo que te falta, para que Él o lo llene o lo encause para sus propósitos que son más grandes, más loables y verdaderos que los que nosotros podríamos tener y como consecuencia, estos se conviertan en verdadero alimento, verdadera bendición para los que te rodean.
La mejor disposición de nuestro corazón surge cuando nos despojamos de lo que tenemos y lo entregamos en manos de Jesús para que lo use para cumplir la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Hermanos, tengamos el sentir que tuvo Cristo, que se despojó así mismo para morir por nosotros en la cruz, sin mirar cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Filipenses 2:4-11) y empecemos desde hoy a disponer de nuestros dones, talentos y trabajo, para que Dios sea glorificado por el conocimiento de Cristo que ellos permitirán. Oración.
«Solo tengo Señor, 5 panes y dos peces, lo que me has dado, eso mismo lo entrego en tus manos para que tú lo multipliques, lo uses de acuerdo con tu voluntad y sacies del conocimiento de tu Palabra que requiere el mundo entero. Todos estamos hambrientos y sedientos de tu Palabra; que lo poco que tengo sea para que muchos te conozcan. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 12 de julio de 2020

SERVID DE CORAZÓN, CRISTO TE RECOMPENSARÁ


SERVID DE CORAZÓN, CRISTO TE RECOMPENSARÁ
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”, Colosenses 3:23-24
Habitualmente nuestra vida se ha desarrollado frente a otras personas y siempre hemos actuado de acuerdo al criterio o al proceder de los demás; pues nacimos con un instinto de preocuparnos sobre lo que los demás piensan de nosotros y buscamos su aprobación; Pablo conocía esta debilidad y naturaleza humana por eso muy apropiadamente en varias de sus cartas repitió este mensaje: “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres”, (Efesios 6:6-7). Pablo nos exhorta a hacer la voluntad de Dios, de todo corazón y no servir únicamente porque nos están observando.
Tal vez no tengamos que rendir cuentas a alguien aquí en la tierra, pero el Señor Jesús ve cuán digno y honrado es nuestro trabajo donde quiera que lo hagamos, pues finalmente tendremos que responder ante Él y Él nos dará sus recompensas de acuerdo a lo que merezcamos. La Biblia dice: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro”, (Isaías 40:10).
La frase: “hacedlo de corazón, como para el Señor” es un mensaje liberador ya que, si hago todo de corazón para el Señor, todas las ambiciones de impresionar a los demás se irán y mi propósito será agradar a Dios.
Hermano nunca olvidemos que al Señor servimos, él nos ha dado oportunidades de trabajar, y nuestro trabajo es una prueba de amor hacia él si lo hacemos de corazón y él nos sorprenderá con sus gloriosas recompensas.  Oración.
"Amado Dios, en todo lo que hago a diario no busco los aplausos del mundo, sino el agradarte a ti, haciendo mis tareas de todo corazón, delante de tus ojos y para la gloria tuya. Te serviré Señor con todo mi amor, como tu siervo, pues tus recompensas y galardones grandes son. Gracias Señor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 11 de julio de 2020

La ley y la gracia. Parte 2


La ley y la gracia. Parte 2
“anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Colosenses 2:14-15
La esencia de la gracia es proveer, pero la de la ley es demandar. Con la gracia Dios proveyó de justicia para que el hombre la recibiera, por medio de la fe en su hijo Jesucristo, quien murió para satisfacer la justicia de Dios y pagar la deuda que la ley demandaba ante nuestros pecados.
Entonces, ¿ahora no cumplimos la ley? Claro que si, la ley del amor, pues el que ama a su hermano no le hace daño, el que ama a Dios le obedece. Ese gran amor fue puesto en nuestro corazón por el Espíritu Santo, el Señor mismo, nos dio un nuevo corazón y con tinta de su sangre preciosa, escribió en nuestros corazones sus leyes para que las cumpliéramos no por esfuerzo humano sino por el poder de su gracia, como dice la escritura ante el cumplimiento de esta promesa: “Este es el pacto que haré con ellos, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, ” (Hebreos 10:16).
Entender esta gracia, este don de Dios, nos lleva hacia la libertad del pecado, pues el dejar lo malo y hacer lo bueno, no es posible sin Cristo, debemos volver por lo tanto a Cristo y aceptar el regalo de su justicia, ¡esta es la buena noticia!  Oración.
«Mi Dios y mi Salvador, cuán agradecido estoy, si tu moriste en la cruz, yo morí también a mi pecado, si tú resucitaste, yo también resucité y ahora tengo vida eterna por fe en tu nombre, precioso regalo, don maravilloso que anhelo compartir en amor, con mi prójimo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 10 de julio de 2020

La ley y la gracia. Parte 1


La ley y la gracia. Parte 1
“No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” Gálatas 2:21
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9
La ley de Dios nos revela lo que es pecado, y lo que es a la verdad santa, el mandamiento santo, justo y bueno. Pero como seres humanos en nuestra propia naturaleza pecaminosa, no podemos cumplir la ley, (Romanos 7:7-24); y si no la podemos cumplir, entonces somos condenados por esta ley que es para nuestro bien. El pecado que mora en nosotros se aprovecha del mandamiento y nos hace deudores de ella, como explica el apóstol Santiago de manera contundente: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10).
Así que, como no podíamos cumplir esta ley debido a nuestra naturaleza de pecado, pues en la práctica, no hacemos el bien que queremos hacer sino el mal que no queremos, entonces el Señor Jesucristo tomó toda la deuda que teníamos por no cumplir la ley y la pagó en la cruz del calvario, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21).
Y este conocimiento, ¿a qué nos lleva? ¿Cuál es el efecto práctico de esta verdad, si la aceptamos en nuestra vida? Pues a que vivamos ahora, por fe en aquel que nos amó y se dio así mismo por nosotros, porque dice la escritura “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17).
Este es el resultado de la gracia de Dios, nuestra salvación por medio de la fe en Cristo Jesús y una vida nueva que podemos aceptar, y empezar hoy mismo.  Oración.
«Padre, cuando mis pecados desmoronaban mi ser, tú me rescataste de mi vana manera de vivir y me diste vida en Cristo, tu gracia me capacita para seguir adelante, obedeciendo tu Palabra por amor a tu nombre. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 9 de julio de 2020

El arrepentimiento verdadero Parte 2


El arrepentimiento verdadero Parte 2

“y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:46-47
No hay arrepentimiento sin la Cruz, sin Cristo, lo que muchas veces pasamos por alto cuando leemos las escrituras, es que es “en su nombre”, lo cual quiere decir que no se está condenando al pecador, sino que se le está invitando a la cruz a morir a su vieja naturaleza de pecado y a resucitar juntamente con Cristo.
Dios nos muestra su gran amor en Cristo, en que, siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Y esta noticia nos conmueve, nos lleva de rodillas ante Él, por esto son las buenas nuevas: “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios 5:19)
Arrepentimiento sin gracia es remordimiento, es religión, porque es tratar de apartarse del pecado en nuestra propia fuerza. Solo por la gracia de Cristo, se nos da un corazón y un espíritu nuevo. Dios coloca a su Santo Espíritu en nosotros para darnos amor, poder y dominio propio, para que no sirvamos a los deseos de la carne, para que el pecado no tenga ningún poder en nuestra vida y tengamos la capacidad de poner en práctica sus preceptos (Ezequiel 36:26-28) y como consecuencia, podamos cumplir la ley del amor: que nos amemos los unos a los otros, como Cristo nos amó. (1 Juan 4:7) Oración.
«Mi Padre amado, me rindo ante tu majestad, ante tu gran amor que mostraste por medio de Cristo en la cruz, quiero hoy acercarme no por mis propias obras de justicia, sino en la fe de Cristo, y adorarte, descansar en tu gran amor que me renueva, me restaura y me da la fuerza para seguir el camino a pesar de todas las dificultades. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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