TRANSFORMADOS POR EL AMOR DE DIOS
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según
la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo, amado hijo: Gracia,
misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor. Doy gracias a
Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar
me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de
tus lágrimas, para llenarme de gozo. 2 Timoteo 1:1-4
Mas yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de
Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en
tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo:
¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te
es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué
quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se
te dirá lo que debes hacer. Hechos 9:3-6.
Pablo, de ser un perseguidor de la iglesia de Cristo,
insensible y arrogante se transforma en un pastor amoroso, tierno, consejero y
un hombre de fe. Sólo esto puede ocurrir cuando le permitimos a Dios tocar
nuestro corazón con su amor. Esto es por obra y gracia del Espíritu Santo.
Pablo siendo un asesino aprendió a amar, experimentó el amor
incondicional de Dios, a través de Cristo resucitado, e imitó la fe y la
conducta del que lo amó a pesar de lo que él era. Ahora actúa como sacerdote,
como profeta y enseña sobre el amor a su discípulo Timoteo y como evangelista y
Apóstol extiende la fe al mundo gentil.
Es la conversión más famosa de toda la historia. En el camino
a Damasco, Saulo (ahora Pablo) tuvo un encuentro personal con Jesucristo y se
rindió a Él. El que entró a esta ciudad era un hombre cambiado, el que iba con
una furia vengativa contra los cristianos, ahora era conducido de la mano,
ciego y menesteroso. El mismo ardor que antes Saulo había empleado para
perseguir a la iglesia lo emplea ahora, una vez convertido para su misión a los
gentiles. Sólo el señor Jesucristo puede transformar el corazón humano y
hacernos nuevas criaturas.
Por eso no desistamos en orar por aquellos que están a
nuestro lado y necesitan el toque del amor de Cristo para ser cambiados. La
gracia renovadora de Cristo puede lograr la conversión del peor pecador, puede
liberar al que está atado al mundo y sus deseos, puede sanar al que está
enfermo, puede dar un nuevo propósito de vida al que se siente vacío y sin
sentido.
Obedezcamos el mandato de compartir el evangelio, siguiendo
la dirección de Dios, aunque nos enfrentemos con personas difíciles como Saulo,
no sabemos cuál es el propósito y los planes que Dios tenga para ellas. Sin
saberlo podemos estar sembrando la semilla de la fe en un potencial
evangelista, pastor, predicador o maestro. 1 corintios 3:7. Así que ni el que
planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Oración.
Señor Jesucristo gracias por encontrarme en el camino de la
vida, por cambiarme el rumbo y por hacer de mí la persona que tú quieres que yo
sea. Sigue transformando mi corazón, mostrándome el propósito que tienes para
mí y usándome para llevar tu gracia renovadora a las personas que necesitan ser
cambiadas por ti. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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