ANTE LA MISIÓN ENCOMENDADA POR DIOS.
Tu nacimiento no fue un accidente, así como también los
diversos sucesos incomprensibles y dolorosos que se han propiciado en el
transcurso de tu vida. Todo lo que te ha sucedido hasta el día de hoy, forma
parte de un plan divino que en estos momentos no logras vislumbrar con
claridad.
Desde antes de que tú nacieras, Dios te escogió para una
misión específica que habrías de desarrollar en un tiempo determinado y en un
lugar específico... ¡Difundir su
Palabra!
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”
Jeremías 1:5
Vives en medio de un contexto profetizado por nuestro Señor
Jesucristo, en el que las señales de su pronto regreso son cada vez más
evidentes e intensas; y ante tal responsabilidad y privilegio, es necesario que
tomes en cuenta ciertas actitudes...
ANTE LA MISION ENCOMENDADA POR DIOS.
Reconoce tu total incapacidad para emprenderla. Hay una
cantidad enorme de defectos personales y limitantes internas que te lo impiden.
Necesitas reconocer que sin la asistencia sobrenatural y transformadora del
Espíritu Santo es imposible.
Ponte bajo sus órdenes incondicionales. Esto implica
renunciar sin temor a tus planes personales para someterte al proyecto que Dios
tiene para ti; al hacerlo, él cambiará radicalmente tu rutina y te dará los
medios necesarios para que lo emprendas.
Cultiva constantemente tu vida espiritual. Necesitas hacerlo
para no perder de “la visión de tu misión” y mantenerte fuerte ante las
adversidades que debas de enfrentar, que de hecho se intensificarán.
Haz lo que esté de tu parte; pero dependiendo en todo momento
de la capacitación sobrenatural del Espíritu Santo.
No desvalorices lo que haces, aunque lo consideres
insignificante y pase desapercibido ante los ojos de muchos; la obra que hagas,
tendrá repercusiones eternas de gran magnitud.
ANTE LA MISION ENCOMENDADA POR DIOS.
No dejes de tomar en cuenta las actitudes anteriores; tenlas
siempre presentes con la firme convicción de que no vivirás en vano.
“El Eterno Dios cumplirá su propósito en mí; tu misericordia,
oh Dios, es para siempre; no desampares la obra de tus manos”
Salmo 138:8
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