Entiende tu FORMA
Tú creaste mis entrañas; me formaste
En el vientre de mi madre.
Salmos 139:13(NVI)
Sólo tú puedes ser tú.
Dios nos diseñó a cada uno de nosotros de tal manera que no
haya un doble en el mundo. Nadie tiene la misma mezcla exacta de factores que
te hacen único. Eso significa que nadie más en la tierra podrá jugar el papel
que Dios planeó para ti. Si no haces tú contribución especial al cuerpo de
Cristo, ésta no se hará. La Biblia dice: “Hay diferentes tipos de dones
espirituales... diferentes maneras de servicios... diferentes habilidades para
hacer el servicio”. En el capítulo anterior explicamos los primeros dos: tus
dones espirituales y tu oportunidad del corazón. Ahora veremos el resto de tu
FORMA para servir a Dios.
FORMA: RECURSOS PARA USAR
Tus recursos son los talentos naturales con los que naciste.
Algunas personas tiene recursos naturales con las palabras: ¡hablan desde las
entrañas! Otras tienen recursos atléticos innatos, son excelentes en
coordinación física. Otros son buenos en matemáticas, música o mecánica.
Cuando Dios quería que se hiciera el Tabernáculo y todos los
utensilios para la adoración, proveyó artistas y artesanos que fueron formados
con “destreza, habilidad, y conocimiento en todo tipo de manualidades para
hacer diseños artísticos... y para emplear todo tipo de artesanía”.
Aún hoy Dios confiere esas habilidades y miles más, para que
las personas puedan servirle.
Todos nuestros recursos provienen de Dios. Incluso los que
usamos para pecar son dados por Dios, sólo que son mal usados o abusados. La
Biblia dice: “Dios nos ha dado a cada uno de nosotros la habilidad de hacer
bien ciertas cosas”. Dado que las habilidades naturales o recursos provienen de
Dios, son tan importantes y espirituales como tu forma espiritual. La única
diferencia es que ellas te fueron dadas al nacer.
Una de las excusas más comunes de las personas para no servir
es: “Yo no tengo ningún recurso”. Esto es ridículo. Tienes docenas,
probablemente cientos de habilidades no explotadas, no reconocidas y sin uso;
habilidades inactivas dejadas de lado. Muchos estudios han revelado que el
promedio de las personas posee de 500 a 700 diferentes habilidades y destrezas,
más de las que te puedes imaginar.
Por ejemplo, tu cerebro puede almacenar cien trillones de
hechos. Tu mente puede manejar 15.000 decisiones en un segundo, como cuando tu
sistema digestivo está trabajando. Tu nariz puede oler hasta 10.000 diferentes
olores. Tu tacto puede efectuar miles de contactos diarios y tu lengua puede
saborear una parte de quinina en dos millones de partes de agua. Eres un
increíble legajo de habilidades, una maravillosa creación de Dios. Parte de la
responsabilidad de la iglesia es identificar y lanzar tus habilidades para el
servicio de Dios.
Cada recurso puede usarse para la gloria de Dios.
Pablo dijo: “Cualquier cosa que hagas, hazlo todo para la
gloria de Dios”. La Biblia está llena de ejemplos de habilidades diferentes que
Dios usa para su gloria. Aquí hay algunas mencionadas en la Escritura:
habilidad artística, habilidad arquitectónica, administrativa, bancaria,
naviera, para hacer caramelos, debatir, diseñar, embalsamar, bordar, cincelar,
cultiva, pescar, dirigir, manejar, construir, hacer música, armas, coser,
pintar, plantar, filosofar, inventar, carpintería, navegar, vender, ser
soldado, marino, enseñar, escribir literatura y poesía. La Biblia dice: “Hay
habilidades diferentes para desempeñar el servicio, pero es el mismo Dios quien
da la habilidad a todos para su servicio particular”. Dios tiene un lugar en su
iglesia donde tu especialidad puede brillar y puedes hacer la diferencia. Queda
de tu parte encontrar ese lugar.
Dios da la habilidad a ciertas personas de hacer mucho
dinero. Moisés les dijo a los israelitas: “Recuerden al Señor su Dios, porque
Él es quien les da la habilidad de producir riquezas”. Las personas con esta
habilidad son buenas levantando negocios, haciendo ventas y tratos y obteniendo
ganancias. Si tienes esta habilidad para comerciar, debes usarla para la gloria
de Dios. ¿Cómo? Primero, capta tu habilidad, entrégala a Dios y dale el
crédito. Segundo, usa tu negocio para servir a otros y para compartir tu fe con
los incrédulos. Tercero, devuelve al menos el diez por ciento de las ganancias
a Dios como acto de adoración. Finalmente, alcanza tu meta: ser edificador del
reino más que edificador de riquezas. Explicaré esto en el capítulo 34.
Lo que soy capaz de hacer, eso es lo que Dios quiere que
haga. Tú eres la única persona en la tierra que puede usar tus habilidades.
Nadie puede jugar tu papel, porque nadie más tiene la forma única que Dios te
ha dado. La Biblia dice que Dios te equipó “con todo lo que necesitas para hacer
su voluntad”. Para descubrir la voluntad de Dios para tu vida, debes examinar
seriamente en qué eres bueno y en qué no. Si Dios no te dio habilidad para
entonar una melodía, seguro que no espera que seas cantante de ópera. Él nunca
te pedirá que dediques tu vida a una tarea para la que no tengas talento. Por
otra parte, las habilidades que tienes son señales fuertes de lo que dios
quiere que hagas con tu vida. Hay indicios que te permiten conocer cuál es la
voluntad de Dios para ti. Si eres bueno diseñando, o reclutando, o dibujando u
organizando, es muy seguro asumir que el plan de dios para tu vida incluye esa
habilidad en alguna manera. Dios no desperdicia recursos, Él preparará nuestro
llamado con nuestras capacidades.
Tus recursos no te fueron dados para subsistir, Dios te los
dio para tu ministerio. Pedro dijo: “Dios Les ha dado a cada uno de ustedes
algunas habilidades especiales; asegúrense de usarlas para ayudarse cada uno,
compartiendo con otros los muchos tipos de bendiciones de parte de Dios”.
En este momento, cerca de 7.000 personas están usando sus
habilidades ministeriales en la Iglesia Saddleback, proveyendo los más variados
tipos de servicio que te puedas imaginar: reparando carros donados para darlos
a los necesitados; haciendo los mejores convenios para las compras de la
iglesia en jardinería, organizando archivos, diseñando arte, elaborando
programas, construyendo, proveyendo cuidados de salud, preparando comidas,
componiendo canciones, enseñando música, escribiendo grandes propuestas, entrenando
equipos, haciendo investigaciones para sermones o traduciéndolos, y cientos de
otras tareas especializadas. A los nuevos miembros se les dice: “¡Cualquier
cosa que hagas bien, debes ponerla al servicio de tu iglesia!”
FORMA: MI PERSONALIDAD CUENTA
Con frecuencia no nos damos cuenta de lo verdaderamente
únicos que somos cada uno de nosotros. Las moléculas de ADN pueden unirse en
una gama de números infinitos. El número es 10 elevado a la 2.400.000.000. Esta
es la probabilidad de encontrar alguien parecido a ti. Si escribieras ese
número con cada cero, ¡necesitarías una tira de papel de dos centímetros de
ancho por 59.544 kilómetros de largo!
Para poner esto en perspectiva algunas científicos han
sugerido que todas las partículas en el universo con probablemente menos de 10
con 76 ceros detrás, mucho menos que las posibilidades de tu ADN.
Tu singularidad es un hecho de vida científico. Cuando Dios
te hizo, rompió el molde. Nunca ha existido ni existirá alguien exactamente
igual a ti.
Es obvio que a Dios le gusta la variedad, ¡mira alrededor! Él
nos creó a cada uno con una combinación única de atributos personales. Dios
hace a los introvertidos y los extrovertidos. A personas “pensadoras” y
“perceptivas”. Algunas trabajan mejor cuando se le asigna un trabajo individual
mientras que otras trabajan mejor en equipo. La Biblia dice: “Dios obra a
través de personas diferentes en maneras diferentes, pero es el mismo Dios
quien cumple su propósito a través de todos ellos”. La Biblia nos da abundante
prueba de que Dios usa todo tipo de personalidades. Pedro era sanguíneo. Pablo
era un colérico. Jeremías era melancólico. Cuando miras las personalidades
diferentes en los doce discípulos, es fácil ver por qué algunas veces tenían
conflictos entre ellos.
No hay temperamentos “correctos” o “equivocados” en el
ministerio. Necesitamos todo tipo de personalidades para tener un balance en la
iglesia y darle sabor. El mundo sería un lugar muy aburrido si todos fuéramos
simplemente vainilla. Afortunadamente, las personas vienen en más de treinta y
un sabores.
Tu personalidad afectará cómo y dónde uses tus dones
espirituales y recursos. Por ejemplo, dos personas pueden tener el mismo don de
evangelizar, pero si una es introvertida y la otra es extrovertida, ese don se
expresará en maneras diferentes.
Los carpinteros saben cuán fácil es trabajar con una textura
granular. De la misma manera pasa cuando estás forzado a ministrar de una
manera que es”ajena” a tu temperamento, porque crea tensión, incomodidad,
requiere fuerzas y energías extras, y produce menos que mejores resultados.
Este es el meollo de por qué imitar el ministerio de alguien nunca resulta. Tú
no tienes su personalidad. Por otra parte, ¡Dios te hizo para que seas tú!
Puedes aprender del ejemplo de otros, pero debes depurar lo que aprendes a
través de tu propia forma. En la actualidad hay muchos libros y herramientas
que pueden ayudarte a entender tu personalidad de manera que puedas determinar
cómo usarla para Dios.
Así como los vitrales, nuestras personalidades reflejan la
luz de Dios en muchos colores y modelos. Esto bendice a la familia de Dios con
profundidad y variedad. También nos bendice personalmente. Te sientes bien
cuando haces lo que Dios quiere que hagas. Cuando ministras de manera
congruente con la personalidad que Dios te dio, experimentas realización
personal, satisfacción y productividad.
FORMA: ANTECEDENTES (SIRVEN PARA ALGO)
Tú has sido formado por tus antecedentes en la vida, tus
experiencias, la mayoría de las cuales estuvo fuera de tu control. Dios
permitió todas ellas para su propósito de moldearte. Para determinar tu forma
para servir a Dios, debes examinar por lo menos seis tipos de experiencias:
§ Familiares: ¿Qué aprendiste al crecer en tu familia?
§ Educacionales: ¿Cuál fue tu materia favorita en la escuela?
§ Vocacionales: ¿En cuál trabajo has sido más eficiente y
cuál has disfrutado más?
§ Espirituales: ¿Cuál ha sido tu momento más importante con
Dios?
§ Ministerio: ¿Cuánto has servido a Dios en el pasado?
§ Dolorosas: ¿Qué has aprendido de los problemas, lesiones,
aguijones y pruebas?
Es esta última categoría, la de las experiencias dolorosas,
la que dios usa la mayoría de las veces para prepararte para su ministerio.
¡Dios nunca desperdicia el dolor! De hecho, el ministerio más grandioso surgirá
de tu dolor más grande. ¿Quién puede ministrar a los padres de un niño con
síndrome de Down sino otra pareja que tenga un niño en la misma condición?
¿Quién puede ayudar mejor a un alcohólico a superarse que alguien que haya
luchado contra ese demonio y logró su libertad? ¿Qué mejor apoyo para una
esposa cuyo esposo la dejó por un romance, que el de una mujer que ya pasó por
esa agonía?
Dios intencionalmente permite que atravieses por experiencias
dolorosas para equiparte para que ministres a otros. La Biblia dice: “Él nos
consuela en todos nuestros problemas de manera que podamos consolar a otros.
Cuando otros están en problemas, debemos estar dispuestos a darles a ellos el
mismo consuelo que Dios nos ha dado”.
Si realmente deseas ser usado por Dios, debes entender una
verdad poderosa: las experiencias que más te han dejado resentido y lastimado
en la vida, las que has ocultado y has olvidado, son las que Dios quiere que
uses para ayudar a otros. ¡Ellas son tu ministerio!
Para que Dios use tus experiencias dolorosas debes estar
dispuesto a compartirlas. Debes dejar de cubrirlas, y honestamente admitir tus
faltas, fallas y temores. Quizás haciendo esto hagas tu ministerio más
efectivo. Las personas se animan más cuando les compartimos la manera en que la
gracia de Dios nos ayudó en nuestra debilidad, más que jactarnos de nuestras
fortalezas.
Pablo entendió esta verdad, de manera que fue sincero acerca
de su contienda con la depresión. Él admitió: “Él nos mantendrá firmes hasta el
fin, para que sean irreprochables en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel
es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro
Señor: Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se
mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito”.
Si pablo hubiese ocultado su experiencia de duda y depresión
como un secreto, millones de personas nunca se habrían beneficiado de ella.
Los antecedentes, sólo si son compartidos, ayudan. Aldous
Huxley dijo: “La experiencia no es lo que te pasa a ti. Es lo que hacen con lo
que te pasa”. ¿Qué harás con lo que has tenido que pasar? No deseches tu dolor,
úsalo para ayudar a otros.
Como ya hemos visto las cinco maneras en que Dios te ha
formado para el servicio, espero que tengas un aprecio más profundo por la
soberanía de Dios y una idea más clara de cómo te ha preparado para el
propósito de servirle. Usar tu FORMA es el secreto para ambas cosas: la
eficiencia y el cumplimiento del ministerio. Serás más efectivo cuando uses tus
dones espirituales y tus habilidades en el área que tu corazón desea, y en la
manera que mejor exprese tu personalidad y experiencia. Mientras mejor te
capacites y uses tus recursos, más exitoso serás.
DÍA TREINTA Y UNO
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Nadie puede ser yo.
Versículo para recordar: “Cada uno ponga al servicio de los
demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en
sus diversas formas”. 1º Pedro 4:10 (NVI).
Pregunta para considerar: Lo que Dios me da, habilidades o
experiencias personales, ¿puedo ofrecerlas a mi iglesia?
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