Comparte el mensaje de tu vida
Quienes creen en el Hijo de Dios,
Tienen el testimonio de Dios en ellos.
1º Juan 5:10a (PAR)
Sus vidas han proclamado la Palabra del Señor...
Las nuevas de su fe en Dios han salido.
No es necesario que digamos nada más,
Ustedes son el mensaje.
1º Tesalonicenses 1:8 (PAR)
Dios te ha dado un mensaje de vida para compartir.
Cuando te conviertes en creyente, también llegas a ser un
mensajero de Dios. Él quiere hablarle al mundo por medio de ti. Pablo dijo:
“Hablamos la verdad ante Dios, como mensajeros de Dios”.
Puedes pensar que no tienes nada que compartir y por eso es
que el diablo trata de mantenerte en silencio. Tienes un sinnúmero de
experiencias que Dios quiere que uses para traer a otros a su familia. La
Biblia dice: “Quienes creen en el Hijo de Dios tienen el testimonio de Dios en
ellos”. Tu mensaje de vida consta de cuatro partes:
§ Tu testimonio: la historia de cómo comenzaste una relación
con Jesús.
§ Tus lecciones de vida: las lecciones más importantes que
Dios te ha enseñado.
§ Tus pasiones divinas: las obras para las cuales Dios te ha
moldeado y que más te importan.
§ Las buenas nuevas: el mensaje de salvación.
Tu mensaje de vida incluye tu testimonio. Tu testimonio es la
historia de cómo Cristo marcó una diferencia en tu vida. Pedro nos dice que
fuimos escogidos por Dios “para hacer su trabajo y hablar de Él, decirles a
otros de la diferencia entre la noche y el día que Él hizo para ti”.
Esta es la esencia del testimonio; compartir tus experiencias
personales con respecto al Señor. En una corte no se espera que el testigo
discuta el caso, prueba la verdad o presione el veredicto; ese es el trabajo de
los abogados. Los testigos simplemente relatan lo que les pasó o lo que vieron.
Jesús dijo: “Serás mi testigo”; no dijo: “Serás mi abogado”.
Él quiere que compartas su historia con otros. Compartir tu
testimonio es parte esencial de tu misión en la tierra, ya que es único. No hay
otra historia como la tuya, sólo tú puedes compartirla. Si no hablas de ella,
se habrá perdido para siempre. Puede que no seas un erudito en Biblia, sin
embargo eres la autoridad en tu vida y es difícil argüir con una experiencia
personal. En realidad, tu testimonio personal es más eficaz que un sermón,
porque los no creyentes ven a los pastores como vendedores profesionales; pero
verte como un “cliente satisfecho”, les da más seguridad a ellos y más
credibilidad a ti.
Las historias personales también son más fáciles de relatar
que los principios, y a las personas les gusta oírlas. Captan nuestra atención
y las recordamos por más tiempo. Los no creyentes quizás pierdan el interés si
citas a los teólogos más reconocidos, pero sienten una curiosidad natural
acerca de las experiencias que ellos nunca han tenido. Compartir historias
construye un puente relacional que Jesús puede cruzar, de tu corazón al de
otros.
Otro valor que tiene el testimonio es que supera las defensas
intelectuales. Muchas personas que no aceptan la autoridad de la Biblia
escucharán una historia personal humilde. Pablo usó su testimonio en seis
ocasiones diferentes para compartir el evangelio en vez de citar las
escrituras.
La Biblia dice: “Estén siempre preparados para responder a
todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con
gentileza y respeto”. La mejor manera de “estar listos” es escribiendo tu
testimonio y memorizando los puntos principales. Divídelo en cuatro partes:
1. Cómo era mi vida antes de conocer a Jesús.
2. Cómo supe que necesitaba a Jesús.
3. Cómo rendí mi vida a Jesús.
4. La diferencia que Jesús ha hecho en mi vida.
Por supuesto, tienes muchos otros testimonios aparte de tu
historia de salvación. Tienes una para cada experiencia en la que dios te ha
ayudado. Debes hacer una lista de todos los problemas, circunstancias y crisis
que Dios te ha permitido pasar. Sé una persona sensible y usa la historia con
la que tu amigo no creyente se identifique mejor. Diferentes situaciones llaman
a distintos testimonios.
Tu mensaje incluye tus lecciones de vida. La segunda parte de
tu mensaje son las verdades que Dios te ha enseñado en tus experiencias con Él.
Lecciones e ideas que has aprendido acerca de Dios, las relaciones, los
problemas las tentaciones y otros aspectos de la vida. El salmista oró:
“Enséñame, Señor, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin”.
Desafortunadamente, nunca aprendemos lo suficiente de lo que nos pasa. Por
parte de los israelitas, la Biblia dice: “Muchas veces Dios los libró, pero
ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad”. Quizás hayas
conocido personas iguales a éstas. Sin embargo, aunque es sabio aprender de
nuestra experiencia, es más sabio aprender de las experiencias de otros. No hay
suficiente tiempo para aprender todo en la vida probando y equivocándonos.
Debemos aprender de las lecciones que da la vida a unos y a otros. La Biblia
dice: “Para quien sabe apreciarla, una sabia reprensión vale tanto como una
joya de oro muy fino”.
§ Escribe las lecciones importantes que has aprendido de la
vida, de manera que puedas compartirlas con otros. Debemos estar agradecidos
con Salomón porque nos dio los libros Proverbios y Eclesiastés, los cuales
están llenos de lecciones prácticas de la vida. Imagínate cuántas frustraciones
innecesarias podríamos haber evitado si hubiéramos aprendido de las lecciones
de otros. Las personas maduras desarrollan el hábito de tomar las lecciones de
las experiencias de cada día. Te animo a que hagas una lista de todas las
lecciones de tu vida. Realmente no piensas en ellas hasta que no las escribes.
Aquí hay unas cuantas preguntas para darle un empujoncito a tu memoria y
decidas comenzar: ¿Qué me ha enseñado Dios acerca del fracaso?
§ ¿Qué me ha enseñado Dios respecto a la carencia de dinero?
§ ¿Qué me ha enseñado Dios en cuanto al dolor, el pesar y la
depresión?
§ ¿Qué me ha enseñado Dios a través de la espera?
§ ¿qué me ha enseñado Dios con la enfermedad?
§ ¿Qué me ha enseñado Dios respecto a la desilusión?
§ ¿Qué he aprendido de mi familia, mi iglesia, mis
relaciones, mi grupo pequeño y mis críticos?
Tu mensaje de vida incluye expresar tus pasiones divinas.
Dios es un Dios apasionado. Ama con pasión algunas cosas y odia apasionadamente
otras. Como has crecido cerca de Él, Él mismo te dará pasión por lo que quiere
profundamente, de manera que puedas ser su portavoz en el mundo. Puede ser una
pasión acerca de un problema, un propósito, un principio o un grupo de
personas. En cualquier caso, te sentirás obligado a hablar acerca de ellos y
hacer una diferencia en lo que puedas.
No puedes dejar de hablar continuamente de lo que más
quieres. Jesús dijo: “El corazón del hombre determina su hablar”. Tenemos dos
ejemplos: David, que dijo: “Mi celo por Dios y su obra arden dentro de mí”. Y
Jeremías dijo: “Tu mensaje quema mi corazón y mis huesos, no puedo quedarme en
silencio”.
Dios les da a algunas personas una pasión divina para
defender alguna causa. A menudo es un problema que personalmente
experimentaros, como por ejemplo: abuso, adicción, infertilidad, depresión,
enfermedad, u otra dificultad. Algunas veces Dios les da a las personas una
pasión para hablarles a un grupo de otros que no pueden hablar por sí mismos,
como: los niños abortados, perseguidos, pobres, arrestados, maltratados, y a
quienes les ha sido negada la justicia. La Biblia está llena de mandatos para defender
a los indefensos.
A veces, Dios le da pasión a las personas para fomentar su
reino. Él puede darte una pasión divina para comenzar nuevas iglesias,
fortalecer familias, financiar traducciones de la Biblia o entrenar líderes.
Puede que te dé una pasión divina para alcanzar a un grupo de personas en
particular con el evangelio: hombres de negocios, jóvenes, estudiantes
extranjeros, madres solteras o quienes practican un deporte o afición en
particular. Si le preguntas a Dios, Él cargará tu corazón por un país
específico o grupo étnico que desesperadamente necesitan un testimonio
cristiano fuerte.
Dios nos da pasiones diferentes, de manera que cada cosa que
quiera hacer en el mundo se haga. No esperes que todo el mundo tenga tu misma
pasión. En vez de ello, debemos escuchar y evaluar cada uno de los mensajes de
la vida porque nadie puede decirlo todo. Nunca subestimes la pasión divina de
alguien. La Biblia dice: “Está bien mostrar interés, con tal de que ese interés
sea bien intencionado y constante”.
Tu mensaje de vida incluye las “Buenas Nuevas”. ¿Cuáles son
las buenas nuevas” “Las buenas noticias nos dicen que dios nos acepta por la fe
y sólo por la fe”. “Esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo
consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el
mensaje de la reconciliación”.
Las buenas nuevas significan que cuando confiamos en la
gracia de Dios para salvarnos por medio de lo que Jesús hizo, nuestros pecados
son perdonados; tenemos un propósito para vivir y nos es prometido un hogar
futuro en el cielo.
Hay cientos de libros estupendos acerca de cómo difundir las
buenas nuevas. Puedo proveer una lista de libros que me han ayudado
particularmente. Pero todo el entrenamiento del mundo no es suficiente para motivarte
a testificar de Cristo hasta que hagas tuyas las convicciones cubiertas en los
capítulos anteriores. Lo más importante es que debes aprender a amar a las
personas extraviadas como Dios lo hace. Él no crearía a una persona si no la
amara. Para Él todos somos importantes. Cuando Jesús extendió sus brazos en la
cruz, estaba diciendo: “¡Así es como te amo!” La Biblia dice: “El amor de
Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos”. En
cualquier momento que sientas apatía con tu misión en el mundo, invierte algo
de tiempo reflexionando acerca de lo que Jesús hizo por ti en la cruz. Nos
deben importar los no creyentes ya que a dios le preocupan. El amor no da
alternativas. La Biblia dice: “En el amor no hay temor; sino que el amor
perfecto echa fuera el temor”. Un padre correría dentro de un edificio en
llamas para salvar a su niño porque su amor es más grande que su temor. Si
temes compartir las buenas nuevas con las personas cercanas a ti, pídele a Dios
que llene tu corazón con su amor por ellos.
La Biblia dice: “No es que el Señor se tarde en cumplir su
promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no
quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios”. Tan pronto como
conozcas a una persona que no conoce a Cristo, debes orar por ella, servirle en
amor y compartirle las buenas nuevas. Tan pronto como sepas que hay una persona
en tu comunidad que no pertenece a la familia de Dios, tu iglesia deberá
alcanzarla. Si ésta no lo hace, es como se le dijera al mundo: “Puedes irte al
infierno”.
¿Qué estás dispuesto a hacer para que las personas que
conoces vayan al cielo? ¿Las invitas a la iglesia? ¿Compartes tu historia? ¿Le
das un libro? ¿Los invitas a comer? ¿Oras por ellas cada día hasta que sean
salvos? Tu campo misionero está muy cerca de ti. No pierdas las oportunidades
que Dios te da. La Escritura afirma: “Compórtense sabiamente con los que no
creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno”.
¿Estará alguien en el cielo gracias a ti? Habrá alguien en el
cielo que te diga: “Quiero darte las gracias. Estoy aquí porque te preocupaste
lo suficiente para compartirme las buenas nuevas”. Imagínate qué gozo tendrás
al saludar en el cielo a alguien a quien ayudaste a llegar ahí. La salvación
eterna de un alma es más importante que cualquier otra cosa que logres en la
vida. Sólo las personas durarán para siempre.
En este libro has aprendido los cinco propósitos de Dios para
tu vida en la tierra: él te creó para hacerte un miembro de su familia, un modelo
de su carácter, un magnificador de su gloria, un ministro de su gracia y un
mensajero de sus buenas nuevas a otros. De esos cinco propósitos, el quinto
sólo puede cumplirse en la tierra. Los otros cuatro los seguirás haciendo en la
eternidad de alguna manera. Por eso es que la difusión de las buenas nuevas es
tan importante; sólo tienes un tiempo breve para compartir tu mensaje de vida y
cumplir tu misión.
DÍA TREINTA Y SIETE
PENSANDO EN MI PROPÓSITO
Punto de reflexión: Dios quiere decirle algo al mundo a
través de ti.
Versículo para recordar: “Estén siempre preparados para
responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero
háganlo con gentileza y respeto”. 1º Pedro 3:15b-16 (NVI).
Pregunta para considerar: Reflexionando en mi historia
personal, ¿a quién quiere Dios que se la cuente?
No hay comentarios:
Publicar un comentario