miércoles, 29 de septiembre de 2010

Otra Oportunidad

Otra Oportunidad


-“Estoy en un callejón sin salida…” ¿Es éste su modo de pensar acerca de la vida y las situaciones penosas y trágicas en que se encuentra atrapado? Quizás ha pensado que si hubiese sabido hace años lo que sabe hoy, podría haber tomado otro rumbo. O si hubiese prestado atención a los consejos de sus padres hubiera escapado de todo esto. Pero ahora dice: -“Ya es tarde y no tiene solución”. Tiene que “sonreír” y “aguantar”.

Puede tratarse de distintos problemas. Muchas personas se dan cuenta de que su matrimonio marcha hacia el divorcio, sin que puedan hacer nada para evitarlo. Algunos son esclavos de vicios destructivos y se creen más allá de cualquier posibilidad de salvación. Alguien ha hecho algo tan malo que cree que no puede ser perdonado. Muchos hombres y mujeres reconocen que se equivocaron de camino, pero se creen ya demasiados viejos para cambiar. “La suerte está echada”, dicen. Por lo tanto hay que “sufrir” y “aguantar”.

Pero todas éstas son mentiras…

¡El camino SÍ tiene salida! La suerte no está echada. Nadie es tan malo que no pueda cambiar y nadie es demasiado viejo como para tomar un rumbo nuevo. Si nos resignamos a una vida inútil, si abandonamos la esperanza, estaremos perdidos. Pero mientras hay vida, hay esperanza, y esa esperanza es mucho más grande de lo que usted cree.

Hay un mundo de diferencia entre una situación grave y una imposible. Un camino puede ser malo, pero no por eso tenemos que seguirlo hasta el fin. A lo mejor la situación parece insoluble porque usted es demasiado orgulloso como para confesar que está equivocado y desesperado.

¿No sabe que Jesucristo es la solución para todo esto? A la luz de lo que Jesús hizo, no hay callejones sin salida, porque Jesús mismo es la salida. Dios lo envió al mundo, no para ayudar solamente a los casos fáciles sino también a los que se creían en callejones sin salida.

No negamos la gravedad de los problemas matrimoniales, pero cualquier herida de este tipo puede ser sanada por medio de un poco de amor desde afuera. Jesús ofrece ese amor.

Los vicios muchas veces resisten la mejor fuerza de voluntad. Hay que reconocer que el vicio fue adoptado en el principio para llenar una necesidad psicológica. Cuando Jesús entra en la vida, ya no son imprescindibles los vicios.

El criminal más endurecido o el peor degenerado tiene una necesidad interior de dar y recibir afecto y de comprobar su valor como persona, aunque sus antecedentes de ofensas contra la sociedad hayan sofocado ese instinto. A veces una palabra o un hecho muy insignificante rompe la cadena de maldad y libera a la persona para que se realice en actividades positivas. Jesús se especializa en este tipo de liberación.

La vejez no es excusa válida para resignarse a la vida equivocada. Una persona mayor generalmente tiene ideas muy fijas, pero esto se debe mayormente a su miedo al cambio. Investigaciones médicas en los últimos años han demostrado que gran parte del envejecimiento es más psicólogo que físico, y por lo tanto no es necesario. Se debe a la atrofia de cuerpo y mente, y esto se debe a la falta de ejercicio y alimentación. Un anciano puede cambiar, sobre todo cuando abre su corazón a Jesús.

En cuanto al callejón sin salida, Dios te quiere dar otra oportunidad. Las palabras “me equivoqué” o “lo hice mal”, rompen la cadena del hábito.

No te resignes, hay salida para cada situación difícil de tu vida. Con Dios interviniendo en tu historia, todavía hay esperanza.

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