Cuando estemos cansados
“Él da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se
fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se
cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” Isaías 40:29-31
Hay diferentes situaciones en la vida que nos pueden llevar a
estar más cansados o agotados de lo normal, quebrantos de salud propios o de
las personas con que convivimos, noches sin poder dormir, viajes o simplemente
imprevistos o emergencias que se puedan presentar y que fácilmente nos
desestabilizan o desequilibran de nuestra normal cotidianidad.
Son estos, días en los que nos resulta más difícil, al igual
que las demás tareas o actividades, mantenernos en nuestra habitual comunión,
conexión e intimidad con Dios, pues tal como lo revela el Señor en Mateo 26:41b
“el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Sin embargo,
queridos hermanos, así como también lo declara el Señor en este mismo pasaje,
hemos de velar y orar para que no entremos en tentación.
Justamente son estos días con estas circunstancias, tiempos
en los que Dios quiere que nos afirmemos en Él, que le conozcamos más y que
dependamos de Él. El apóstol Pablo en 2 Corintios 1:9-11 manifiesta con gran
confianza, gozo y seguridad que el Señor le permitió, junto con otros hermanos,
estar aún en sentencia de muerte, pero fue precisamente para que ellos no
confiaran en ellos mismos, sino mejor, en Dios que resucita a los muertos.
La Palabra, en el versículo del día, nos revela que Dios
puede multiplicar las fuerzas al que no tiene ningunas y renovarlas en aquel
que se siente cansado o agotado; no interesa la condición, estado o edad, sino
que dice, los que esperan en el Señor, los que en Él confían y en Él
permanecen, tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas, correrán
y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.
Hermano, tenemos mucho de Dios que no conocemos, y Él a
través de cada circunstancia de nuestra vida, quiere llevarnos a un
conocimiento experiencial, profundo, sustancial y revelador de su gracia y su
gloria; así que, por esa gracia que nos habita, es decir, Jesucristo por su
Espíritu, en todo tiempo velemos y oremos para que en Él estemos permaneciendo
y su poder en nosotros fluyendo (Efesios 1:19-20, 3:16, 20-21). Oración.
«Padre, cuán difícil es en nuestra humanidad y fragilidad,
esperar y permanecer en ti; hoy pongo mi confianza en ti, creyendo que Tú en
todo tiempo me atraerás a ti y te revelarás a mí, por la gracia de tu Hijo, tu
amor y la comunión de tu Espíritu, amén.