lunes, 1 de agosto de 2016

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Filipenses 4:11-13
No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Es fácil pensar que algo nos pertenece. Pensamos que nuestro trabajo nos pertenece, nuestra pareja, nuestro dinero, nuestra salud, nuestra vida en general. Probablemente se deba a la costumbre que genera el día a día y simplemente damos por hecho que si el día de hoy me fui a dormir con x y z pues mañana también tendré x y z. Justamente aquí es donde entra la zona de conflicto entre Dios y nosotros. El Señor nos dice que somos administradores de lo que Él nos da pero en realidad todo le pertenece a Él y no a nosotros. Leíste bien. Todo le pertenece a Él. ¿Acaso decidiste cuándo y cómo nacer? ¿Pudiste opinar sobre el color de tus ojos? ¿Puedes decidir cuándo enfermarte? Así la lista continúa. No podemos decidir cuántos hijos tener. No podemos decidir dónde vivir. Realmente no podemos decidir nada por nuestra propia cuenta. Tal vez estás entrando en confusión con lo que acabas de leer. No te desesperes y sigue leyendo. La verdad es que nosotros podemos decidir vivir en tal o cual lugar, pero si el Señor no lo quiere así, simplemente no sucederá. Hay personas que perdieron a sus hijos a muy temprana edad. ¿Pudieron decidir algo al respecto? No. Hay personas que de un día para otro pierden su trabajo o su negocio deja de funcionar. Varios años le dedicaron. Muchas noches se fueron a dormir y al día siguiente fue lo mismo. Hasta que un día, todo cambió. Esto es lo que nos está diciendo Pablo que ha vivido. Él perseguía a los cristianos. Buscaba acabarlos. Tenía un trabajo, tenía lujos y placeres. Cada noche se acostaba y al día siguiente hacía lo mismo. Pero un día, todo cambió. Tuvo su encuentro con Dios y nada fue igual. Ahora estaba encarcelado injustamente. Había sido ya golpeado, atravesaría naufragios, sería lapidado hasta ser considerado muerto entre muchas otras cosas. Pero finalmente decidió tener contentamiento y paz a través de Cristo en quien todo lo podemos. Así también tú y yo debemos decidir hoy. Decidir por vivir agradecidos. Decidir por vivir obedeciendo y sirviendo sin importar que haya abundancia o escasez. Vivir para Cristo con hambre o con un banquete cada día. Sea cual sea tu situación, el entregar tu vida al Señor no debe depender de las circunstancias. Ahora, ¿esto quiere decir que no tendrás tristezas ni te sentirás abatido? No. Todo lo contrario. No conozco a nadie que haya perdido su trabajo o no tenga que comer que no se sienta mal. La diferencia está en entender que podemos seguir adelante pues el Señor es quien nos fortalece y no las circunstancias. ¿Lo puedes ver? Allá afuera quieren hacerte creer que tu cuenta de banco, tu casa, tu trabajo y otras cosas materiales te dan dirección y fuerza para avanzar. El problema llega cuando todo esto se viene abajo. ¿Cómo seguir? ¿Por qué crees que hay millonarios que se suicidan? Es difícil vivir entregado al Señor y poder decir las palabras que Pablo dice, pero no es imposible. De hecho, tenemos prácticamente la batalla ganada pues el Señor es quien hace todo el trabajo. A nosotros nos corresponde entregarnos. Rendirnos. Humillarnos y dedicarnos a glorificarle.
Oración
Padre: definitivamente tenía mi fortaleza y esperanza puestas en los lugares equivocados. Pensaba que yo decidía, que merecía y además que me pertenecían tantas cosas y hoy entiendo lo equivocado que estaba. Realmente todo te pertenece. Señor perdóname. Guíame en tu camino. Fortaléceme pues quiero seguirte y debo cambiar mi forma de pensar y de actuar. Te entrego mi vida y te pido que pueda vivir en obediencia y servicio a Ti, siempre agradecido y gozoso a través de la fuerza que Cristo me da. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén

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