Hebreos 10:30-31
Pues conocemos al que dijo: mía es la venganza; yo pagaré; y también: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!
Es fácil confiar en lo que vemos y desconfiar de lo que no vemos.
Ser cristiano no significa ser un “agachado” o “dejado”. Poner la otra mejilla no es estar carente de valor. No somos personas sin personalidad ni tampoco vamos por la vida sin rumbo. La diferencia radica en el pasaje de hoy. Para aquellos que amamos a Dios y queremos que Él reine, debemos aprender a entregarle la venganza. Leíste bien. La venganza le corresponde al Señor. No a ti. No a mí. A Él. En el mundo nos movemos conforme a la ley de la selva donde el más fuerte o poderoso es quien termina “ganando”. Pues debes saber que
Lo que quiero que aprendas y recuerdes el día de hoy es la importancia de no dejarse llevar por lo que sucede en este mundo. Vas a atravesar injusticias. Habrá gente que te lastime. Mientras tanto debes recordar Romanos 12:12 que dice “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. No debemos vivir buscando una vida color de rosa sino una vida llena de tribulación que nos haga aumentar nuestro tiempo de oración y comunión con Dios que a su vez, nos llene de gozo pues vivimos en la esperanza de su venida.
Aquí vivimos en una lucha de egos. No debemos caer en ese juego. Dios nos pide que muramos a nosotros mismos para que Él crezca. Mientras más “apagas” tu luz, más brilla la de Cristo. Por eso el Señor vino a servir y no a ser servido. Para que nosotros le imitemos. He escuchado historias de pleitos que llevan a actos impensables. El orgullo brilla y la razón se apaga. Proverbios 11:12 dice: Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría. El orgullo no trae nada bueno a tu vida mientras que la humildad trae sabiduría. No te dejes llevar por esa marea tan fuerte con la que vivimos en este mundo. Si lo mejor fuera ser el más fuerte y el más poderoso, Cristo no hubiera nacido en un pesebre y tener como profesión la carpintería. Hubiera llegado al mejor palacio del momento y gobernado como ningún otro rey. ¿Lo puedes ver? ¡Ese no es nuestro objetivo como creyentes! Servir al Rey de reyes es nuestro objetivo. Confiar en Él. Entregarle nuestras cargas y vivir confiados en que Él nos ama y se encarga de nosotros. No caigas en la desesperación. No dejes que tu orgullo y coraje reine sobre tus decisiones ni que la injusticia te haga perder la fe. Entrega todo al Señor pues la venganza la pertenece a Él. Él llama a cuentas y terrible cosa es caer en su manos.
Dios es más que cualquier otro. Sí. Pareciera que las cosas no están a tu favor, pero debes confiar y entregar tus preocupaciones a Él. ¿El resultado? Paz. Caminar con la carga de Cristo que es ligera y fácil de llevar y dejar atrás tu carga que no te dejaba siquiera dormir tranquilo. Cada día hay injusticias en este mundo. La gente le reclama a Dios el por qué las permite y estoy seguro que Él se entristece diciendo: ¿y por qué me reclaman cuando ni siquiera pasan tiempo conmigo? La culpa no es de Dios sino de nosotros que nos hemos apartado de Él. ¿Lo puedes entender?Ser cristiano no significa ser un “agachado” o “dejado”. Poner la otra mejilla no es estar carente de valor. No somos personas sin personalidad ni tampoco vamos por la vida sin rumbo. La diferencia radica en el pasaje de hoy. Para aquellos que amamos a Dios y queremos que Él reine, debemos aprender a entregarle la venganza. Leíste bien. La venganza le corresponde al Señor. No a ti. No a mí. A Él. En el mundo nos movemos conforme a la ley de la selva donde el más fuerte o poderoso es quien termina “ganando”. Pues debes saber que
Lo que quiero que aprendas y recuerdes el día de hoy es la importancia de no dejarse llevar por lo que sucede en este mundo. Vas a atravesar injusticias. Habrá gente que te lastime. Mientras tanto debes recordar Romanos 12:12 que dice “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”. No debemos vivir buscando una vida color de rosa sino una vida llena de tribulación que nos haga aumentar nuestro tiempo de oración y comunión con Dios que a su vez, nos llene de gozo pues vivimos en la esperanza de su venida.
Aquí vivimos en una lucha de egos. No debemos caer en ese juego. Dios nos pide que muramos a nosotros mismos para que Él crezca. Mientras más “apagas” tu luz, más brilla la de Cristo. Por eso el Señor vino a servir y no a ser servido. Para que nosotros le imitemos. He escuchado historias de pleitos que llevan a actos impensables. El orgullo brilla y la razón se apaga. Proverbios 11:12 dice: Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los humildes está la sabiduría. El orgullo no trae nada bueno a tu vida mientras que la humildad trae sabiduría. No te dejes llevar por esa marea tan fuerte con la que vivimos en este mundo. Si lo mejor fuera ser el más fuerte y el más poderoso, Cristo no hubiera nacido en un pesebre y tener como profesión la carpintería. Hubiera llegado al mejor palacio del momento y gobernado como ningún otro rey. ¿Lo puedes ver? ¡Ese no es nuestro objetivo como creyentes! Servir al Rey de reyes es nuestro objetivo. Confiar en Él. Entregarle nuestras cargas y vivir confiados en que Él nos ama y se encarga de nosotros. No caigas en la desesperación. No dejes que tu orgullo y coraje reine sobre tus decisiones ni que la injusticia te haga perder la fe. Entrega todo al Señor pues la venganza la pertenece a Él. Él llama a cuentas y terrible cosa es caer en su manos.
Oración
Padre: gracias. Vengo con mi corazón humillado a entregarte mis cargas. Hay odio, coraje, impotencia y muchas cosas más que quiero entregarte y no llevar más conmigo. Hoy aprendí que Tú eres quien hace justicia y se encarga de todo. Yo quiero confiar en Ti y dejar atrás el vivir como en la selva. Ayúdame a vivir humillado y agradecido. Sirviendo y no buscando ser servido. No permitas que este mundo me arrastre sino que pueda tener mis pies firmes en Ti. Te lo pido en Cristo Jesús. Amén.
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