Hebreos 13:9b
Es mejor que nuestros corazones se fortalezcan en el amor de Dios que en seguir reglas sobre los alimentos; pues esas reglas nunca han sido de provecho.
En la primera parte del versículo 9, aprendimos que había doctrinas distintas a las que se les había enseñado originalmente. Parte de estas doctrinas involucraba reglas sobre los alimentos, las cuales, según dice el versículo, nunca han sido de provecho. ¿Sabes? Nuestra naturaleza caída busca constantemente formas para esconder o justificar el pecado. Por esta razón, terminamos inventando rituales y religiones que, a nuestro parecer, nos podrán limpiar. Sin embargo, la biblia nos enseña que las cosas no funcionan así. Uno solamente puede ser limpiado y perdonado por la gracia de Dios. Solamente a través de su amor uno puede ser hecho su hijo y reconciliado con el Padre. Piénsalo. ¿Acaso merecemos lo que hace por nosotros? ¡Por supuesto que no! Por esta razón el versículo hace una aclaración muy importante: crece y fortalece tu corazón en amor, el amor que proviene de Cristo pues no hay ningún acto, ritual o tradición que haya sido de provecho para mejorar tu comunión con Él. ¿Lo puedes entender? Mientras que el mundo quiere convencerte de que la paz está dentro de ti; de que la alegría y el gozo dependen de ti; de que el amor proviene de ti; entre otras cosas, Dios nos enseña lo contrario. Todo proviene de Él. No hay nada que puedas hacer. En ese entonces, había personas buscando tergiversar el evangelio de Cristo y hoy en día ocurre lo mismo. Religiones que siguen insistiendo en que te portes “bien” para ir al cielo. ¡Imposible! ¿Cómo te vas a portar bien si eres pecador? Uno es esclavo al pecado hasta que pide a Cristo que venga a su vida y sea Él quien rompa las cadenas. Si algo hizo Jesús constantemente fue retar a los fariseos para que entendieran que los rituales no cambiaban corazones. Una y otra vez buscó enseñarles y enseñarnos que ni la comida ni las obras nos vuelven buenos sino el amor y sacrificio que realizó Cristo. Hoy lo aprendemos porque está escrito en la biblia. Mañana lo compartimos para que las personas dejen de estar en la oscuridad y buscando donde nunca hallarán. Aprovecha cada oportunidad que tengas para que la gente que te rodea pueda abrir los ojos y darse cuenta que dejar de comer esto o aquello no le va a convertir en una buena persona. Comparte con la gente que seguir un rito o tradición como repetir algún rezo muchas veces no va a servir para perdón de sus pecados. Diles que es el amor de Cristo y su sangre la que nos limpia y nos reconcilia con el Padre. Pero lo más importante, vive en tu propia vida el cambio que es este amor. Deja atrás tus costumbres. Deja atrás tus pretextos. Como dice Pablo en Filipenses 3, deja atrás el pasado y prosigue a la meta. El amor de Dios en tu vida es la meta. Dejándolo transformar no solo tu forma de pensar sino de actuar. Recuerda, tal y como lo dice el versículo: de poco provecho ha sido tener reglas sobre los alimentos pero de mucho provecho es crecer en el amor de Dios.
Oración
Padre: vengo a tus pies a pedirte perdón por mis pecados. Me he querido justificar. He querido hacer las cosas a mi manera y entiendo que el perdón solamente llega por tu amor y gracia. Reconozco que Cristo murió por mí y te pido que pueda ser reconciliado con el Padre. Perdóname Señor en el nombre de Jesús. Amén
Es mejor que nuestros corazones se fortalezcan en el amor de Dios que en seguir reglas sobre los alimentos; pues esas reglas nunca han sido de provecho.
En la primera parte del versículo 9, aprendimos que había doctrinas distintas a las que se les había enseñado originalmente. Parte de estas doctrinas involucraba reglas sobre los alimentos, las cuales, según dice el versículo, nunca han sido de provecho. ¿Sabes? Nuestra naturaleza caída busca constantemente formas para esconder o justificar el pecado. Por esta razón, terminamos inventando rituales y religiones que, a nuestro parecer, nos podrán limpiar. Sin embargo, la biblia nos enseña que las cosas no funcionan así. Uno solamente puede ser limpiado y perdonado por la gracia de Dios. Solamente a través de su amor uno puede ser hecho su hijo y reconciliado con el Padre. Piénsalo. ¿Acaso merecemos lo que hace por nosotros? ¡Por supuesto que no! Por esta razón el versículo hace una aclaración muy importante: crece y fortalece tu corazón en amor, el amor que proviene de Cristo pues no hay ningún acto, ritual o tradición que haya sido de provecho para mejorar tu comunión con Él. ¿Lo puedes entender? Mientras que el mundo quiere convencerte de que la paz está dentro de ti; de que la alegría y el gozo dependen de ti; de que el amor proviene de ti; entre otras cosas, Dios nos enseña lo contrario. Todo proviene de Él. No hay nada que puedas hacer. En ese entonces, había personas buscando tergiversar el evangelio de Cristo y hoy en día ocurre lo mismo. Religiones que siguen insistiendo en que te portes “bien” para ir al cielo. ¡Imposible! ¿Cómo te vas a portar bien si eres pecador? Uno es esclavo al pecado hasta que pide a Cristo que venga a su vida y sea Él quien rompa las cadenas. Si algo hizo Jesús constantemente fue retar a los fariseos para que entendieran que los rituales no cambiaban corazones. Una y otra vez buscó enseñarles y enseñarnos que ni la comida ni las obras nos vuelven buenos sino el amor y sacrificio que realizó Cristo. Hoy lo aprendemos porque está escrito en la biblia. Mañana lo compartimos para que las personas dejen de estar en la oscuridad y buscando donde nunca hallarán. Aprovecha cada oportunidad que tengas para que la gente que te rodea pueda abrir los ojos y darse cuenta que dejar de comer esto o aquello no le va a convertir en una buena persona. Comparte con la gente que seguir un rito o tradición como repetir algún rezo muchas veces no va a servir para perdón de sus pecados. Diles que es el amor de Cristo y su sangre la que nos limpia y nos reconcilia con el Padre. Pero lo más importante, vive en tu propia vida el cambio que es este amor. Deja atrás tus costumbres. Deja atrás tus pretextos. Como dice Pablo en Filipenses 3, deja atrás el pasado y prosigue a la meta. El amor de Dios en tu vida es la meta. Dejándolo transformar no solo tu forma de pensar sino de actuar. Recuerda, tal y como lo dice el versículo: de poco provecho ha sido tener reglas sobre los alimentos pero de mucho provecho es crecer en el amor de Dios.
Oración
Padre: vengo a tus pies a pedirte perdón por mis pecados. Me he querido justificar. He querido hacer las cosas a mi manera y entiendo que el perdón solamente llega por tu amor y gracia. Reconozco que Cristo murió por mí y te pido que pueda ser reconciliado con el Padre. Perdóname Señor en el nombre de Jesús. Amén
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