¿Cómo Confiar en Dios Cuando No Hay Respuestas?
LAS COSAS SECRETAS PERTENECEN AL SEÑOR (Deuteronomio 29:29)
Las pérdidas de la vida nos dejan heridos y con interrogantes. El cáncer que se lleva a un padre o madre jóvenes; el divorcio que ataca a una familia feliz; la ruina financiera que da al traste con los planes de jubilación; un hijo que va a la cárcel, o que es asesinado o que se suicida. En esos tiempos surgen preguntas que son difíciles, si no imposibles, de responder. Examinamos una y otra vez las circunstancias, especulamos sobre cada detalle, buscando pistas que le den sentido y que nos ayuden a sobrellevarlo. Nos ponemos en el punto de mira, luego ponemos a otros e incluso a Dios, preguntándonos qué se podría o se debería haber hecho diferente para evitar la tragedia. Vamos a los amigos, a otros creyentes, a los pastores para oír lo que no parecen más que obviedades religiosas y esfuerzos inútiles de paliar nuestro dolor. Cuando no encontramos las respuestas por ninguna parte y Dios está en silencio, ¿qué debemos hacer? Aquí hay dos versículos que te ayudarán en tales momentos:
1) “Las cosas secretas pertenecen al Señor, nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros” (Deuteronomio 29:29).
Cuando se trata de entender cosas, nosotros tenemos nuestro ámbito y Dios el suyo. Y el nuestro está limitado por lo que Él decide revelar. Cuando llegas ahí, “confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia”. (Proverbios 3:5).
2) “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien”. (Romanos 8:28).
Tal vez Dios te de una explicación o tal vez no. Pero Él es “el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin” (Apocalipsis 22:13), lo que significa que tiene un plan y está haciendo que ese plan redunde en tu bien y en Su gloria. Por ello, ¡confía en Él!
LAS COSAS SECRETAS PERTENECEN AL SEÑOR (Deuteronomio 29:29)
Las pérdidas de la vida nos dejan heridos y con interrogantes. El cáncer que se lleva a un padre o madre jóvenes; el divorcio que ataca a una familia feliz; la ruina financiera que da al traste con los planes de jubilación; un hijo que va a la cárcel, o que es asesinado o que se suicida. En esos tiempos surgen preguntas que son difíciles, si no imposibles, de responder. Examinamos una y otra vez las circunstancias, especulamos sobre cada detalle, buscando pistas que le den sentido y que nos ayuden a sobrellevarlo. Nos ponemos en el punto de mira, luego ponemos a otros e incluso a Dios, preguntándonos qué se podría o se debería haber hecho diferente para evitar la tragedia. Vamos a los amigos, a otros creyentes, a los pastores para oír lo que no parecen más que obviedades religiosas y esfuerzos inútiles de paliar nuestro dolor. Cuando no encontramos las respuestas por ninguna parte y Dios está en silencio, ¿qué debemos hacer? Aquí hay dos versículos que te ayudarán en tales momentos:
1) “Las cosas secretas pertenecen al Señor, nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros” (Deuteronomio 29:29).
Cuando se trata de entender cosas, nosotros tenemos nuestro ámbito y Dios el suyo. Y el nuestro está limitado por lo que Él decide revelar. Cuando llegas ahí, “confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia”. (Proverbios 3:5).
2) “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien”. (Romanos 8:28).
Tal vez Dios te de una explicación o tal vez no. Pero Él es “el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin” (Apocalipsis 22:13), lo que significa que tiene un plan y está haciendo que ese plan redunde en tu bien y en Su gloria. Por ello, ¡confía en Él!
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