Preparado para recibir el regalo de Dios
Hebreos 2.14-18
Una de las cosas que más disfruto de la temporada navideña, es ver la alegría en los rostros de los niños. Cuando Andy y Becky eran pequeños, pasaban los días previos a la Navidad mirando los regalos envueltos que estaban bajo el árbol, y tratando de averiguar lo que había en cada uno de ellos. Había una emoción en sus corazones que iluminaba sus ojos.
En la mañana de Navidad, se levantaban temprano y corrían hacia el árbol para ver qué regalos habían recibido. No les importaba lo que íbamos a desayunar ni lo que había en la TV. Ambos ansiaban abrir los paquetes y comenzar a disfrutar de sus nuevos juguetes.
La mayoría de los niños hacen lo mismo; no se les ocurriría simplemente admirar los vistosos paquetes y dejarlos sin abrir. Pero eso es precisamente lo que hace mucha gente con el regalo más grande de todos.
Es por esto que, para algunas personas, estas semanas del Adviento son un tiempo muy difícil del año. Es comprensible que la soledad, las presiones económicas, los sueños insatisfechos y las expectativas no cumplidas, puedan desanimar el espíritu de una persona en una temporada en la que todos debiéramos estar alegres. Pero al mantener nuestros ojos en Aquel que nos ha dado todas las cosas, podemos concentrarnos en lo que no nos puede ser quitado, en vez de lo que no tenemos.
El enemigo quiere robarle su felicidad en esta y todas las Navidades, haciendo que la temporada signifique de todo, menos el nacimiento de Cristo y la razón que tuvo Él para venir (He 2.14-18). Le animo a desenvolver el regalo de salvación de Dios y disfrutar del regalo más grande de todos.
Hebreos 2.14-18
Una de las cosas que más disfruto de la temporada navideña, es ver la alegría en los rostros de los niños. Cuando Andy y Becky eran pequeños, pasaban los días previos a la Navidad mirando los regalos envueltos que estaban bajo el árbol, y tratando de averiguar lo que había en cada uno de ellos. Había una emoción en sus corazones que iluminaba sus ojos.
En la mañana de Navidad, se levantaban temprano y corrían hacia el árbol para ver qué regalos habían recibido. No les importaba lo que íbamos a desayunar ni lo que había en la TV. Ambos ansiaban abrir los paquetes y comenzar a disfrutar de sus nuevos juguetes.
La mayoría de los niños hacen lo mismo; no se les ocurriría simplemente admirar los vistosos paquetes y dejarlos sin abrir. Pero eso es precisamente lo que hace mucha gente con el regalo más grande de todos.
Es por esto que, para algunas personas, estas semanas del Adviento son un tiempo muy difícil del año. Es comprensible que la soledad, las presiones económicas, los sueños insatisfechos y las expectativas no cumplidas, puedan desanimar el espíritu de una persona en una temporada en la que todos debiéramos estar alegres. Pero al mantener nuestros ojos en Aquel que nos ha dado todas las cosas, podemos concentrarnos en lo que no nos puede ser quitado, en vez de lo que no tenemos.
El enemigo quiere robarle su felicidad en esta y todas las Navidades, haciendo que la temporada signifique de todo, menos el nacimiento de Cristo y la razón que tuvo Él para venir (He 2.14-18). Le animo a desenvolver el regalo de salvación de Dios y disfrutar del regalo más grande de todos.
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