Nuestra esperanza de conocimiento y crecimiento está en Dios
“Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de
Dios que tiene misericordia.” Romanos 9:16
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el
crecimiento.” 1 Corintios 3:6-7
“estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros
la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” Filipenses 1:6
Leer la Biblia por horas, ponernos rutinas de oración, ser
diligentes en asistir a los cultos de la iglesia, dejar de escuchar música
secular para solo escuchar música cristiana, abstenernos de comer o beber
ciertos alimentos y cualquier tipo de práctica religiosa que podamos conocer o
imaginar, no asegura que haya en nosotros un verdadero conocimiento,
crecimiento y transformación. No es que estas obras no se deban hacer, sino
mejor la conciencia, modo y motivación con la que las estemos haciendo.
Explicamos, una cosa es que nosotros en nuestras buenas y
bonitas intenciones nos propongamos realizar cuanta práctica se nos ocurra o se
nos presente poniendo nuestra confianza y esperanza en que por esas buenas
obras que nos estamos esforzando por hacer, directa y lógicamente vamos a tener
un mayor conocimiento, crecimiento y madurez. Algo muy diferente o contrario a
esto, es que nosotros por la comunión del Espíritu Santo y en completa
dependencia de nuestro Padre, confiando en la gracia de Jesús, seamos guiados
de manera genuina, gozosa y continua a hacer o permanecer en este tipo de
acciones que el mismo Señor nos llama a hacer (1 Tesalonicenses 5:17, Juan
15:7, Josué 1:8, Efesios 5:18-20).
Hermanos, la Palabra de Dios es clara y contundente,
asombrándonos y confrontándonos muchas veces con respecto al hombre y sus
buenas obras, vemos esto en las citas bíblicas del día, que precisamente no le
dan mérito al de buenas intenciones o al que es diligente, sino que dice, todo
depende de Dios que tiene misericordia, así mismo expone que nuestro
crecimiento no viene por el tipo de persona por la cual somos enseñados o
instruidos, sino que dice “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega,
sino Dios, que da el crecimiento.” Y finalmente afirma, que Dios que comenzó en
nosotros la buena obra es quien la perfecciona hasta el día en que Jesucristo
vuelva. Oración.
«Padre, sé que mi conocimiento, crecimiento y madurez no
viene por mis capacidades, mis buenas intenciones o mis mejores obras, entiendo
y reconozco que eres Tú por la gracia de Jesús y la comunión de tu Espíritu
Santo, quien cada día me hace apto en toda obra buena para hacer tu voluntad,
haciendo tú en mí lo que es agradable delante de ti por Jesucristo, a quien
pertenece la gloria por los siglos de los siglos, amén.
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