Tres cruces
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza
de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”, Romanos 6:5
“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado”, Romanos 6:6
Dos cruces justas, pero una cruz injusta, el inocente estaba
pagando por el culpable, podemos preguntarnos con qué cruz nos identificamos.
Los que creímos, estamos en la cruz del medio, juntamente con él hemos sido
crucificados. Pero la recompensa es inmensa, también hemos resucitado junto con
el que murió.
En otra cruz, uno que antes de morir miró a Jesús y pidió
misericordia al único que podía concederla, entonces recibió una promesa
impactante “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo
en el paraíso.” (Lucas 23:43)
Espiritualmente este hombre fue llevado a la cruz de en
medio, a la de Cristo, para que al ser crucificado juntamente con él, pudiera
gozar de la vida eterna y estar ese mismo día en el paraíso.
Todos los que creemos en Cristo, fuimos unidos a su muerte y
a su resurrección, plantados en él, unidos a él.
Pero también diariamente tenemos que ir nuevamente a la cruz,
porque hay un enemigo que no es externo, es interno, que sigue en nosotros, la
vieja creación, el viejo Adán. Y hay una guerra para que la vieja creación
mengüe y Cristo crezca.
No es con nuestro esfuerzo, es una victoria ya consumada que
debe ser notificada al alma para que esta manifieste la nueva vida, que es
Cristo mismo. Solo la cruz diaria, al crucificar nuestras pasiones, deseos,
pensamientos y sometiendo mi voluntad a la voluntad del Espíritu, permite que
la naturaleza que domine y crezca sea la nueva naturaleza.
El hombre natural, no conoce el amor, es un atributo de
Cristo. Pero si Cristo crece en mí, crece el amor, crece la obediencia. Es
transmitido al alma lo que ocurre en el espíritu en unión con el Espíritu, pero
la clave está en la cruz. (Lucas 9:23, Lucas 14:26)
Oración.
«Padre, ésta fue la manera en que nos amaste, enviando a tu
Hijo amado a la cruz, para que juntamente con él nosotros también fuéramos a la
cruz, y así mismo en la semejanza de su resurrección fuésemos colocados. Cristo
en ti Padre, nosotros en él, unidos en todo, para que en todo seas glorificado,
en el poder de tu Santo Espíritu, amén.