Oración genuina
Constantes en la oración.
Romanos 12:12
Para los cristianos consagrados, la oración será tan constante en su vida espiritual como el respirar lo es en su vida física. Eso fue así con los primeros creyentes y cómo adoraron, antes y después de la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 1:14; 2:42). Al principio la iglesia designó diáconos para que los apóstoles pudieran dedicarse persistentemente a "la oración y [al] ministerio de la palabra" (Hch. 6:4).
Dios quiere que usted ore "con el espíritu, pero… también con el entendimiento" (1 Co. 14:15) y "sin cesar" (1 Ts. 5:17). Por eso Pablo exhortó a Timoteo a que hiciera que "los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas" (1 Ti. 2:8). Verdadero servicio
Sirviendo al Señor.
Romanos 12:11
Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.
Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. "Para lo cual también trabajo", dijo Pablo, "luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí" (Col. 1:29). La actitud entusiasta
Fervientes en espíritu.
Romanos 12:11
Uno de los defectos más arraigados de la humanidad es la carencia de entusiasmo individual. A menudo nuestros fracasos en lograr lo que debiéramos son resultado directo de la apatía y la falta de compromiso. Pero si usted es cristiano, eso no debe ser así.
El entusiasmo requiere resolución y persistencia respaldadas por el Espíritu, no simples buenas intenciones humanas. Henry Martyn, el incansable misionero de la India, dirigió su ministerio con entusiasmo y fervor bíblicos. Era su deseo "consumirse por Dios". Y el apóstol Pablo nos exhorta a que "no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9).
Constantes en la oración.
Romanos 12:12
Para los cristianos consagrados, la oración será tan constante en su vida espiritual como el respirar lo es en su vida física. Eso fue así con los primeros creyentes y cómo adoraron, antes y después de la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Hechos 1:14; 2:42). Al principio la iglesia designó diáconos para que los apóstoles pudieran dedicarse persistentemente a "la oración y [al] ministerio de la palabra" (Hch. 6:4).
Dios quiere que usted ore "con el espíritu, pero… también con el entendimiento" (1 Co. 14:15) y "sin cesar" (1 Ts. 5:17). Por eso Pablo exhortó a Timoteo a que hiciera que "los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas" (1 Ti. 2:8). Verdadero servicio
Sirviendo al Señor.
Romanos 12:11
Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.
Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. "Para lo cual también trabajo", dijo Pablo, "luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí" (Col. 1:29). La actitud entusiasta
Fervientes en espíritu.
Romanos 12:11
Uno de los defectos más arraigados de la humanidad es la carencia de entusiasmo individual. A menudo nuestros fracasos en lograr lo que debiéramos son resultado directo de la apatía y la falta de compromiso. Pero si usted es cristiano, eso no debe ser así.
El entusiasmo requiere resolución y persistencia respaldadas por el Espíritu, no simples buenas intenciones humanas. Henry Martyn, el incansable misionero de la India, dirigió su ministerio con entusiasmo y fervor bíblicos. Era su deseo "consumirse por Dios". Y el apóstol Pablo nos exhorta a que "no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9).
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