Las dos naturalezas. Llegamos ahora al tercer punto en los versículos 22-25.
"Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo
otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí!
¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo
Señor nuestro". Incluso conociendo los dos puntos que hemos estado
considerando, dice que el conflicto permanece, y añade que quiere agradar al Señor,
pero que este conflicto le hace sentirse muy desdichado. Esta naturaleza caída
sigue tratando de arrastrarme a las cosas que están mal. Pero después de decir
"¡Miserable de mí!", añade, "¿QUIÉN me liberará?" Mira
fuera de sí mismo hacia el Señor Jesucristo para obtener la liberación, y
recibe entonces la respuesta en el acto. Entonces comienza la acción de
gracias. Esto es de gran importancia. ¿Has tratado de luchar contra los malos
pensamientos, sólo para ver que volvían con más intensidad? ¡Con razón se ha
dicho que uno puede ensuciarse tanto luchando contra un deshollinador como
abrazándolo! ¿Qué es lo que está Dios diciéndonos aquí? Podemos volvernos de
estos malos pensamientos que vienen a través del "viejo hombre" y
dejar que el Espíritu de Dios, por medio del "nuevo hombre", ocupe
nuestras mentes con Cristo. Podemos dar gracias a Dios que por medio de la obra
del Señor Jesús hemos sido traídos a una nueva posición delante de Él, en la
que podemos considerarnos muertos ciertamente al pecado, y donde el nuevo
hombre halla su gozo y liberación apartando su mirada de sí mismo y
dirigiéndola a Cristo.
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