Entonces "nacerá una nación de una
vez" (Isaías 66:8). Cuando Nicodemo preguntó en nuestro pasaje:
"¿Cómo puede hacerse esto?" el Señor puso ante él dos cosas muy
importantes. Primero, le habló de la gloria de Su Persona, porque mientras
estaba hablando con Nicodemo Él estaba al mismo tiempo en el cielo, tal como
dice: "Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del
Hombre, que está en el cielo" (Juan 3:13).
Él es Dios así como hombre, y el valor de Su
obra se debe a la gloria de Su Persona. Es debido a que Él es Dios que Él puede
ser nuestro Salvador (Isaías 43:10, 11). Luego se refiere a Su obra en la cruz
como el Hijo del Hombre levantado allí por pecadores. No hay bendición para el
hombre caído aparte de estas dos cosas, y es por ello que después de esto el
Señor Jesús pronunció estas benditas y maravillosas palabras: "Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Vemos así cómo el Señor ponía ante Nicodemo la
necesidad de nacer de nuevo, la necesidad de recibir una nueva vida, y también
cómo le mostraba que la vieja naturaleza no puede ser mejorada. La vieja
naturaleza recibe el nombre de "el viejo hombre". Véase Efesios
4:21-24: "Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados,
conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad". También en Colosenses
3:3-4: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en
Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria". Luego otra vez en 1 Juan 3:9:
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la
simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de
Dios". Ahora bien, en el evangelio de Juan, capítulo 3, hemos visto la
necesidad del nuevo nacimiento, y aquí, en estos pasajes que hemos considerado,
vemos que Dios habla de "el viejo hombre" y del "nuevo
hombre".
¿Cuál es el resultado de haber nacido de Dios?
Bien, tras haber puesto tu confianza en el Señor Jesucristo, tu cuerpo viene a
ser como una casa con dos ocupantes. Antes, tenías sólo una naturaleza, la
caída, con la que naciste en este mundo. Pero el Señor Jesús dijo que si no
nacemos de nuevo no podemos entrar jamás en el reino de Dios. Así que cuando
ponemos nuestra fe en Él, Él nos da una nueva vida, y aquella vida, como se nos
dice en los pasajes que acabamos de citar, es creada "en la justicia y
santidad de la verdad". Es la vida de Cristo, y no puede pecar. ¡Qué cosa
tan maravillosa! Ahora bien, ello no significa que "el viejo hombre"
haya mejorado, porque sigue estando "viciado conforme a los deseos
engañosos", como acabamos de leer. Siempre actua de la misma manera,
porque "lo que es nacido de la carne, carne es", y nuevamente el
Señor dijo: "El Espíritu es el que da vida; la carne para nada
aprovecha" (Juan 6:63). Podemos ver que si el "viejo hombre" (el
antiguo ocupante) toma el control de nuestros cuerpos, entonces pecamos. No es
que Dios excuse esto, sino que Él provee para nuestra restauración. Dios ha
emprendido nuestra liberación, tanto con respecto a nuestros pecados como con
respecto a la naturaleza que los produce, y Él desea que conozcamos Su
provisión llena de gracia y que nos regocijemos en ella.
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