Qué desalentador saber que el diablo ha
capturado el corazón de un miembro infiel de la iglesia
La
responsabilidad de predicar el evangelio de Jesucristo e implorar a los
pecadores obedecer este llamado corresponde a la iglesia de nuestro Señor
(Marcos 16.15). Debemos ser persistentes en nuestros esfuerzos para llevar a
otros a Cristo. El cuerpo del Señor está para continuar esta gran obra que
nuestro Salvador inició mientras el vivió en la tierra (Lucas 19. 10). Nunca
debemos cansarnos en este tremendo desafío. Sin embargo, también hay una
necesidad de recuperar a los salvos que se han perdido.
Esa
idea parece extraña, pero es un problema permanente que afecta y deja perplejo
a los miembros espiritualmente fuertes de cualquier congregación. Cristianos
interesados gastan gran cantidad de tiempo y esfuerzo en traer un alma perdida
a Cristo, y al mismo tiempo son perturbados cuando son testigos de la pérdida
de los salvos. En otras palabras, ganamos unos pocos y perdemos unos pocos. Si
pudiéramos retener a todos aquellos que han sido bautizados en Cristo, nuestros
edificios de la iglesia estarían llenos a su máxima capacidad. Ancianos,
diáconos, predicadores, maestros y todos los cristianos fieles se sienten
frustrados con la pérdida de miembros y, a menudo preguntan, "¿Quién tiene
la culpa?"
Aunque
muchos de nosotros tenemos la culpa si el apropiado cuidado no se ha demostrado
a los que se extravían, el mismo Señor abordó este serio problema en su
parábola respecto al sembrador (Lucas 8. 4-15). La semilla (la palabra) no era
diferente, a medida que cayó en varios suelos (corazones). La diferencia era en
los suelos (corazones). Muchos miembros, al no tener la profundidad real en
Cristo, caen en las diversas tentaciones de Satanás. Otros permiten que los
cuidados y placeres de este mundo los atraigan lejos de madurez en asuntos
espirituales. Ellos no encuentran tiempo para meditar en la infinita gracia y
amor de Dios, orar, estudiar la
Biblia , asistir a períodos de adoración, visitar a los
enfermos o enseñar al pecador del amor de Dios.
Muchos
cristianos han llorado en silencio, ya que han visto almas ganadas por Satanás
a pesar del manifiesto interés, el amor y la preocupación por parte de los
miembros espirituales de la iglesia. Qué desalentador saber que el diablo ha
capturado el corazón de un miembro infiel de la iglesia.
Nuestros
hermanos y hermanas rebeldes deben observar la advertencia en Hebreos 6. 4-6
sabiendo que están crucificando al Hijo de Dios de nuevo y poniéndolo en
vergüenza pública. Aquellos que se han desviado de Dios, como lo hizo el hijo
pródigo en Lucas 15, deben volver sus sentidos, darse cuenta de su condición
perdida, arrepentirse de sus pecados y orar a Dios por el perdón de sus ofensas
(Hechos 8.22; 1 Juan 1. 8-10).
Habiendo
dicho todo eso, no estamos librados de nuestra responsabilidad para hacer todo
esfuerzo posible por hacer volver al hermano o hermana rebelde a Cristo Jesús.
Pablo nos enseña:
"Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado" (Gálatas
6.1).
Esto
no es una opción. Pablo hace obligatoria la parte de los hermanos fieles para
llegar al hermano débil y equivocado a que se arrepienta de su infidelidad. Si
este cuidado se muestra y el hijo rebelde de Dios es rescatado, un alma será
salvada.
"Sepa que el que haga volver al
pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud
de pecados" (Santiago 5.20).
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