EL PERDON QUE EXCEDE TODA COMPRENSION
Dentro de la cruxificción de Cristo vemos como su presencia continuó siendo un misterio divino hasta el último minuto de su muerte. Los invito a meditar en la escena en que la cruz fue levantada y poco después de ser clavado pronunció siete palabras antes de morir. Estas fueron: “Padre perdonales que no saben lo que hacen”. Para muchos estas palabras resultan una letanía o sencillamente una parte más de la historia de Jesús. No obstante, esta frase pronunciada tiene un alto contenido que se puede definir en dos partes, la petición misma y la razón que alega Jesús.
Cuando hablamos de la petición misma nos referimos a la dos primeras palabras de la frase “Padre Perdonales” que tiene a su haber un peso circunstancial. Vemos como el pecado del que eran culpables, justamente podría haber ser tenido por imperdonable, no obstante, Cristo intercedió por ellos. (Isaias 53:12) -Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores. Aquí vemos cual general victorioso Dios distribuye el botín entre los soldados, al siervo le dará muchos, proporcionalmente a sus esfuerzo.
Pero los dichos de Jesús, en general, y los que pronunció sobre la Cruz, en particular, tiene un alcance universal. Me explico, no solo a quienes le crucifican, sino también a todos nosotros alcanza la oración del Salvador: “Todo el que se arrepienta y crea en el evangelio, obtendrá el perdón que Jesús pidió para sus perseguidores. La segunda parte de la frase “por que no saben lo que hacen” esboza la razón que alega Jesús en ese momento para que su Padre los perdone. Pablo hace mención y explica que si hubiesen sabido, no habrían crucificado al Señor de la gloria.
Podemos entonces observar que había ignorancia en todo el asunto, una clase de ignorancia que excusa, aunque no del todo, la culpabilidad del pecado: la que alguien sufre por falta de medios de conocimiento o por la capacidad para recibir instrucción. Los que certificaron al Salvador eran mantenidos en la ignorancia por parte de los gobernantes de la nación y compartían los prejuicios de estos contra la persona y la doctrina de Jesús, por lo cual, pensaban que estaban rindiendo a Dios un servicio grato.
Tales personas merecen lástima y hay que orar por ellos, y al orar, hemos de llamar Padre a nuestro Dios y la mayor gracia que podamos pedirle, tanto para nosotros como para otros, es que nos perdone nuestro pecados, así que debemos orar como Jesús por nuestros enemigos.
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