viernes, 6 de noviembre de 2009
Genesis 42
Genesis 42 -
CAPÍTULO 42
Versículos 1-6. Jacob manda a diez de sus hijos a comprar trigo. 7-20. El trato que José da a sus hermanos. 21-24. El remordimiento de ellos-Simeón es retenido. 25-28. El resto regresa con el trigo. 29-38. Jacob se niega a mandar a Benjamín a Egipto.
Vv. 1-6.Jacob vio el trigo que sus vecinos habían comprado y llevado a casa desde Egipto. El ver que otros han encontrado su abastecimiento estimula la acción. ¿Los demás tendrán alimento para sus almas y nosotros pasaremos hambre mientras hay dónde conseguir? Habiendo descubierto donde hay ayuda, debemos pedirla sin demora, sin disminuir del esfuerzo ni quejarnos del gasto, especialmente respecto de nuestras almas inmortales. Hay provisión en Cristo, pero debemos acudir a Él y pedirle.
Vv. 7-20.José fue duro con sus hermanos, no por espíritu vengativo, sino para llevarlos al arrepentimiento. Al no ver a su hermano Benjamín sospechó que lo habían eliminado y les dio ocasión para hablar de su padre y su hermano. En su providencia, a veces Dios parece duro con los que ama y habla con rudeza a aquellos para los cuales reserva gran misericordia. José arregló, por fin, que uno de ellos se quedara y el resto fuera a casa a traer a Benjamín. Fue muy animador que él les dijera: “Yo temo a Dios”; como si hubiera dicho, ustedes pueden tener la seguridad de que no les haré mal; no me atrevo, pues sé que hay uno más alto que yo. De aquellos que temen a Dios podemos esperar un trato justo.
Vv. 21-24.El oficio de la conciencia es recordar cosas que hace mucho han sido dichas y hechas. Cuando estaba fresca la culpa del pecado de los hermanos de José, ellos la tomaron a la ligera y se sentaron a comer pan, pero ahora, mucho después, sus conciencias les acusan de eso. Véase lo bueno de las aflicciones; a menudo resultan ser un medio dichoso que despierta la conciencia y trae el pecado a nuestra memoria, además de lo malo de la culpa hacia nuestros hermanos. Ahora la conciencia les reprochaba por ello. Cada vez que pensemos que nos han hecho daño, debemos recordar el mal que nosotros hemos hecho al prójimo.
Rubén solo recordó, con consuelo, que él había hecho lo que pudo para impedir la maldad. Cuando compartimos con los demás sus sufrimientos, será un consuelo tener el testimonio de nuestras conciencias de que no participamos en sus malas obras, sino que en nuestro momento dimos testimonio contra de ellas. José se retiró a llorar. Aunque su razón le decía que aún debía comportarse como extraño porque todavía ellos no estaban suficientemente humillados, el afecto natural, sin embargo, no podía sino obrar.
vv. 25-28.Los hermanos vinieron por trigo, y trigo consiguieron: no solamente eso sino que cada hombre recibió su dinero de vuelta. Así Cristo, como José, nos da provisiones sin dinero y sin precio. Los más pobres son invitados a comprar. Pero las conciencias culpables son proclives a tomar en mal sentido las buenas providencias y a dar una interpretación de maldad hasta en las cosas que se hacen a su favor.
Vv. 29-38.He aquí el informe que los hijos de Jacob dieron a su padre. Esto perturbó al buen hombre. Hasta las bolsas de dinero que, con bondad, José devolvió a su padre, le asustaron. Le echó la culpa a sus hijos; conociéndolos temió que hubieran provocado a los egipcios y se hubieran traído a la mala el dinero a casa. Jacob desconfiaba sencillamente de sus hijos recordando que nunca vio a José desde que éste había estado con ellos. Malo es para una familia cuando los hijos se comportan tan mal que los padres no saben si pueden confiar en ellos.
Jacob da por perdido a José, y a Simeón, y a Benjamín los ve en peligro; y concluye que todas estas cosas están en mi contra . Resultó ser lo contrario, pues todas estas cosas estaban a su favor , obrando juntas para su bien y el bien de su familia. A menudo pensamos que está en nuestra contra lo que, en realidad, está a nuestro favor. Somos afligidos en el cuerpo, el patrimonio, el nombre y en nuestras relaciones, y pensamos que todas estas cosas están en nuestra contra cuando, en realidad, están obrando en nosotros un peso de gloria.
Así el Señor Jesús se disfraza, Él y su favor, así reprende y disciplina a las personas para las cuales tiene un propósito de amor. Mediante agudos correctivos y humillantes convicciones (de pecado), Él romperá la porfía y resquebrajará el orgullo del corazón y lo llevará al arrepentimiento verdadero. Pero antes que los pecadores le conozcan plenamente o gusten que Él es bueno, Él consulta su bien y sostiene sus almas para que esperen en Él. Entonces nosotros nunca nos rindamos al descorazonamiento, determinando no buscar otro refugio que Él, y humillarnos más y más bajo su poderosa mano. En su debido momento Él responderá nuestras peticiones y hará por nosotros más de lo que podemos esperar.
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