jueves, 29 de noviembre de 2012

Entrando a una Nueva Órbita


Entrando a una Nueva Órbita

D. Elton Trueblood, escritor, educador, filósofo y teólogo, nos ayuda a comprender la magnitud del cambio experimentado por el nuevo creyente: “El nuevo carácter, siendo finito, sigue teniendo la posibilidad de cometer errores, y de hecho los comete, pero no es ésa la realidad más importante. La realidad verdaderamente importante es que todos los poderes de la persona son empleados de una forma nueva, y que sus movimientos son dignificados por una nueva dirección. Es un planeta errante que se vuelve estable en sus movimientos porque ha entrado en una nueva órbita”. Ahora comprendo que esto es lo que me sucedió a mí en aquel momento en el cual le entregué mi vida a Cristo. Yo había sido un planeta errante, pero gracias a la generosidad, la paciencia y la misericordia de un Padre amoroso, mi vida se estabilizó. Fui llevado a una nueva órbita: recibido y convertido en un miembro de la familia de Dios.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Contentos y confiados


Contentos y confiados

Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen.

Salmo 17:5

Los cristianos que son espiritualmente estables tienen un testimonio que honra a Cristo. Esa es la clase de testimonio que tenía el apóstol Pablo. Atado en cadenas como preso del Imperio Romano, seguía contento y confiado en el Señor (Fil. 4:11, 13). Pero muchos creyentes no están contentos hoy. En realidad, a los incrédulos les resulta difícil entender cómo un cristiano que cree en un Dios Todopoderoso puede vivir como si Dios fuera débil.

Tal vez haya ocasiones en las que usted se sienta aplastado, débil y sin poder mantenerse firme. Usted sabe lo que es perder su equilibrio espiritual. Nos enfrentamos a las tentaciones y las pruebas de esta vida. No obstante, es esencial que seamos espiritualmente estables no solo por nuestro propio bienestar, sino también por nuestro testimonio cristiano ante el mundo perdido. Así que cerciórese de que está dependiendo de Dios, no de usted mismo, para mantenerse firme.   Detención de la carne

¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

Salmo 119:9

La conducta santa que produce estabilidad espiritual depende de la obediencia a la norma divina de la Palabra de Dios. La Palabra es la que cultiva las actitudes, los pensamientos y la conducta que evitará que usted sea aplastado por las pruebas y las tentaciones.

A fin de comprender la relación entre las actitudes, los pensamientos y la conducta, considere esta analogía. Si un policía ve a alguien que está a punto de violar la ley, lo detendrá. De igual manera, las actitudes y los pensamientos santos producidos por la Palabra actúan como policías para detener la carne antes que cometa un delito contra la norma de la Palabra de Dios. Pero si no están de guardia, no pueden detener la carne, y la carne está en libertad para violar la ley de Dios.

La analogía enseña que las actitudes y los pensamientos rectos deben preceder a los hábitos rectos. Pablo comprendía que solamente las armas espirituales ayudarán en nuestra lucha contra la carne (2 Co. 10:4). Al usar las armas apropiadas, usted puede llevar "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (v. 5).     Deje esos malos hábitos

El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.

Isaías 32:17

La conducta limpia produce paz y estabilidad espiritual, pero la conducta pecaminosa produce inestabilidad. Eso es así no solo en el reino milenario, donde un día Cristo gobernará la tierra con justicia, como lo indica el versículo de hoy, sino también en la vida del creyente. Jacobo el hermano de Jesús dij "La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica... Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz" (Stg. 3:17-18).

Contentamiento, consuelo, calma, quietud y tranquilidad acompañan a la conducta cristiana, que se basa en la Palabra de Dios. Hacer lo bueno no es solamente la manera de vencer lo malo (Ro. 12:21), sino también la práctica que se espera de todo creyente. Al cultivar buenos hábitos gracias al poder de Dios, disminuirán sus malos hábitos, y su vida será más estable.   La palabra profética

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.

2 Pedro 1:19

Los creyentes de Filipos tenían los libros del Antiguo Testamento, pero todavía no se había completado todo el Nuevo Testamento cuando Pablo les escribió su carta. Como pueden haber tenido acceso solamente a una cantidad mínima de la revelación escrita en el Nuevo Testamento, los creyentes acudían a los apóstoles como su fuente de la verdad hasta que se pusieron juntos todos los libros del Nuevo Testamento. De modo que la norma de la fe y de la conducta cristiana estaba incluida en la enseñanza y en el ejemplo de los apóstoles.

Por eso el día de Pentecostés tres mil creyentes "perseveraban en la doctrina de los apóstoles" (Hch. 2:42). Por eso Pablo les dijo a los creyentes corintios: "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Co. 11:1). Pero usted tiene una ventaja que ellos no tuvieron; usted tiene toda la revelación de Dios a su disposición. Así que no deje de aprovecharla.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Creer


Hasta este momento, he tratado de dejar establecidas dos ideas básicas. La primera es la forma en que nuestra vida fue corrompida con el pecado que heredamos. La segunda es que Jesús vino como remedio a esa situación. Según la Biblia, estos hechos son una realidad.

Ahora, quiero que pensemos en la relación que hay entre esas dos realidades, y la posibilidad de que edifiquemos sobre ellas para ser transformados personalmente.

La clave para podernos apropiar de estas verdades consiste en creerlas y aplicarlas a nosotros mismos. (El verbo “creer” tiene el mismo significado que “tener fe en…”). Veamos más de cerca el concepto de creer, tal como se usa en la Biblia, puesto que en el Nuevo Testamento encontramos este verbo usado cerca de doscientas cincuenta veces. En primer lugar, lo que no es creer. Creer no es pensar de manera positiva ni alimentar unas esperanzas infundadas. No tiene que ver con tratar de ganarse una relación con Dios. No tiene que ver con las buenas obras, ni con el simple hecho de ser “una buena persona”. No nos convertimos en creyentes sólo porque estemos afiliados a una institución religiosa, o porque sigamos una tradición, ni porque hayamos nacido en una familia cristiana.

Para creer hace falta un objeto de nuestra fe. Creer es colocar nuestra confianza en alguien o algo. Es una palabra de acción. Implica tomar una decisión consciente. Decidimos creer o decidimos no creer. Ambas implican una decisión.

En su significado bíblico, creer es algo que compromete no sólo nuestra mente, sino también la profundidad de nuestro corazón, y no sólo nuestra mente. Cuando creemos, enlazamos las realidades mencionadas anteriormente con el compromiso de anclar nuestra esperanza en la persona de Jesús.

Cuando creemos, estamos respondiendo de manera positiva al amor que Dios nos tiene. Ese amor es tan profundo y tan amplio, que proporciona todo el contexto para todo lo que Él ha hecho por nosotros, y todo lo que Él espera de nosotros. Jesús quiere apasionadamente que estemos completos en nuestra relación con Él.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Piense debidamente


Piense debidamente

Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Hechos 17:11

Es alarmante ver que nuestra cultura tiene más interés en la emoción y el pragmatismo que en pensar. Eso es evidente cuando las personas se preguntan muchas veces "¿Cómo me hará sentir eso?", en vez de preguntarse "¿Es esa la verdad?" Ese enfoque equivocado también es evidente en la teología actual, en la que predominan las preguntas "¿Dividirá?" y "¿Ofenderá?" en lugar de "¿Es correcto?" No hay muchas personas como las de Berea, a quienes la Biblia describe como "más nobles" porque estaban interesadas en buscar la verdad, no en las emociones ni en las circunstancias agradables.

Muchísimas personas van actualmente a la iglesia no a pensar ni a razonar acerca de la verdad, sino a experimentar ciertas emociones. Pero vivir de emociones en vez de pensar debidamente producirá inestabilidad. En su libro Your Mind Matters [Su mente tiene importancia], John Stott explica este punt "El pecado tiene más efectos peligrosos en nuestra facultad de sentir que en nuestra facultad de pensar, ya que nuestras opiniones pueden comprobarse y regularse más fácilmente que nuestras experiencias con la verdad revelada."  Pensamos muy poco

Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.

1 Corintios 2:16

Algunos suponen que la preocupación es resultado de pensar demasiado. Pero en realidad es el resultado de pensar muy poco en la dirección correcta. Cuando fuimos salvos, recibimos una nueva mente o manera de pensar. Ahora nuestro modo de pensar está impregnado de pensamientos divinos y sobrenaturales.

El apóstol Pablo dij "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz" (Ro. 8:5-6). Gracias al Espíritu de Dios en nuestra vida, pensamos a un nivel espiritual, no a un nivel carnal.

Pablo también dij "Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Co. 1:30). Como Dios nos da su sabiduría, podemos pensar los profundos pensamientos del Dios eterno.   Un conocimiento renovado

Revestido del nuevo [hombre], el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.

Colosenses 3:10

Vivimos en un mundo caído, y como resultado, nuestra mente renovada necesita constante limpieza y renovación. El agente principal de Dios para purificar nuestro pensamiento es su Palabra (Jn. 15:3; Ef. 5:26).

El Nuevo Testamento nos llama a la disciplina mental de pensar debidamente. Colosenses 3:2 dice: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Primera Pedro 1:13 dice: "Ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia... cuando Jesucristo sea manifestado". Y a menudo Pablo les dijo a sus oyentes que pensaran debidamente y no fueran ignorantes.

También el Antiguo Testamento nos llama a pensar debidamente. El rey Salomón dij "Si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz... Entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios" (Pr. 2:2-5).

El conocimiento de lo bueno requiere iniciativa y esfuerzo. Pero si usted es fiel haciendo el mayor esfuerzo, Dios le dará entendimiento (cp. Sal. 119:34).

jueves, 22 de noviembre de 2012

Lo que Dios hizo en Jesús


Lo que Dios hizo en Jesús

Como ya hemos visto, en el principio Dios creó al ser humano. Casi de inmediato, el ser humano cayó en rebelión. Luego, después de miles de años de preparación, en el momento preciso, Dios hizo que saliera embarazada una joven virgen llamada María, quien estaba comprometida con un carpintero llamado José. El hijo que nació de ella era el propio Hijo de Dios.
Siendo joven, Jesús trabajó en la carpintería de su padre. Aunque se enfrentó a las tentaciones a las que nos enfrentamos todos, creció sin pecado alguno.
Cuando tenía alrededor de treinta años de edad, dejó su oficio para comenzar a proclamar el mensaje del Reino de su Padre celestial. Decenas de miles lo siguieron, un gran número fueron sanados, e incluso hubo muertos que fueron resucitados.
Los líderes religiosos y del gobierno lo consideraron una amenaza. Por eso, colaboraron para disponer su muerte, basados en falsas acusaciones. Jesús fue traicionado, arrestado, juzgado, azotado y clavado a una cruz. Su sentencia de muerte por crucifixión era la destinada a los criminales comunes. Él no se defendió, sino que fue voluntariamente, aunque habría podido llamar a un inmenso número de ángeles para que lo rescataran. En palabras del profeta Isaías, fue como el cordero que va al matadero. Y murió.

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En la cruz, Jesús dijo: “Todo se ha cumplido”. Éste es el punto más dramático de toda la historia, porque Jesús no se estaba refiriendo sólo a su vida, sino también al problema del pecado. Él se había convertido en el remedio de Dios. Gracias a su obediencia, había satisfecho la exigencia de Dios como “el sacrificio perfecto por el pecado”. Por eso el cristianismo, despojado de la cruz, no es cristianismo.
Jesús fue puesto en la sepultura de un influyente líder judío. Sellaron la tumba. Tres días más tarde, para perplejidad hasta de sus seguidores más cercanos, resucitó de entre los muertos. Sus discípulos encontraron la tumba vacía, y se sintieron sacudidos hasta lo más profundo de su ser.
Pero Jesús se les apareció a ellos, y después a centenares más. Los consoló y tranquilizó, afirmándoles que aquellos increíbles sucesos habían estado en el centro mismo de los propósitos de Dios.
Después de cuarenta días, subió al cielo, donde se reunió con Dios, su Padre. Entonces el Padre le concedió a su Hijo el honor más alto y supremo de ser cabeza de todo lo que hay en la tierra y en los cielos. Así, Jesús fue hecho tanto Señor como Cristo, posiciones que sigue teniendo hoy. “Señor” se refiere a dominio. “Cristo” se refiere a su capacidad para salvar. Él, y sólo Él, se convirtió en el Salvador de la humanidad.
Desde su lugar de autoridad, Jesús nos invita a convertirnos en seguidores suyos; en nuevas criaturas.
¿Quién puede decir que esto no es algo totalmente asombroso? No estoy seguro de que la mente humana lo pueda captar por completo. ¿Qué clase de amor es éste, el que un padre sacrifique a su único hijo? Sin embargo, esto sucedió, y muy literalmente, por una razón central y majestuosa: para que usted y yo podamos restablecer la clase de relación personal con Dios que Él quería que existiera desde el principio. Él fue quien hizo posible que volviéramos a casa. Así se convirtió en la respuesta a la pregunta más importante de la vida.
Ese proceso —la forma en que llegamos espiritualmente a casa— es lo que ahora queremos mirar más de cerca. Es la consumación y la razón de ser de nuestro viaje.

martes, 20 de noviembre de 2012

El control soberano


El control soberano

Elegidos según la presciencia de Dios.

1 Pedro 1:2

A través de los años, las teologías arminianas y calvinistas han estado en polos opuestos. La teología reformada tradicional, que llamamos calvinismo, subraya la soberanía de Dios, pero la teología arminiana en realidad subraya la soberanía del hombre. Enseña que Dios es útil al dar ayuda espiritual, pero que uno tiene que encontrarla en sí mismo para ir a Cristo, perseverar en la fe, alcanzar metas espirituales y obtener victorias espirituales.

¿Qué resulta de esa clase de teología? Una persona puede decir que confía en Cristo, pero en realidad confía en sí misma. Eso muestra la creencia de que el poder para escoger la salvación, o perderla por el fracaso espiritual, pertenece a la persona. Suponga que usted creyera que tenía esa clase de poder. ¿Puede imaginarse lo que sería enfrentarse a la muerte y preguntarse si no pudiera entrar en el cielo porque había cometido muchísimos pecados? Esa incertidumbre causará ansiedad, no seguridad.

Confiar plenamente en Dios requiere conocimiento de su gracia soberana: Que una persona es escogida, redimida, mantenida y glorificada por Dios, que es el iniciador.   Reaccione ante los problemas con acción de gracias

Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Filipenses 4:6

En vez de orar a Dios con duda o descontento, el creyente ha de acercarse a Dios con un espíritu de acción de gracias. Por eso Dios prometió que nada en nuestra vida será demasiado para que lo soportemos (1 Co. 10:13). Él ha prometido hacer que todo obre para nuestro bien (Ro. 8:28), y "perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos" en medio de nuestro sufrimiento (1 P. 5:10).

Todas las dificultades están dentro del propósito de Dios, de modo que podemos darle gracias por su poder y sus promesas. Pedro dijo que echemos "toda [nuestra] ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de [nosotros]" (1 P. 5:7). Al hacerlo, hemos de ser agradecidos por su providencia, su promesa de perfeccionarnos, la gloria que Él recibirá del cumplimiento de su voluntad, y por las pasadas misericordias que son la promesa de bendiciones futuras.   La paz celestial

La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento.

Filipenses 4:7

El versículo de hoy promete calma o tranquilidad interior al creyente que ora con una actitud agradecida. Observe que no promete cuál será la respuesta a nuestras oraciones.

Esa paz "sobrepasa todo entendimiento", lo cual se refiere a su origen divino. Trasciende el intelecto, el análisis y la agudeza de los seres humanos. Ningún consejero humano puede dársela a usted porque es un don de Dios.

El verdadero reto de la vida cristiana no es eliminar toda circunstancia desagradable de su vida, sino confiar en el infinito, santo, soberano y poderoso Dios en medio de toda situación.

Jesús dij "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Jn. 16:33). Así que comience a vivir en el plano sobrenatural, reconozca que vive en un mundo caído, y permita que Dios haga su obra perfecta en usted. Y Dios le dará su paz cuando se entregue confiado en sus manos.  La protección de la paz

La paz de Dios... guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:7

El versículo de hoy se refiere a la paz de Dios que protege nuestro corazón y nuestros pensamientos. "Guardará" es un término militar que significa "seguir observando". Los creyentes de Filipos vivían en una ciudad fortificada donde estaban los soldados romanos para proteger los intereses del imperio en aquella parte del mundo. De igual manera, la paz de Dios nos protege de la ansiedad, la duda, el temor y la angustia.

El creyente que no vive en la confianza de la soberanía de Dios carecerá de su paz y quedará en el caos de un corazón atribulado. Pero nuestra segura confianza en el Señor nos permitirá darle gracias en medio de las pruebas porque tenemos la paz de Dios que protege nuestro corazón y nuestra mente.

Cuando Pablo se refiere a nuestro corazón y nuestros pensamientos, no hace distinción alguna entre ellos. Es una declaración amplia que describe todo el ser interior de la persona. Gracias a nuestra unión con Cristo, Él protege con su paz todo nuestro ser. Y eso es lo que nos ayuda a ser espiritualmente estables.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El Remedio


El Remedio

Nuestro viaje da ahora un salto en el tiempo. Encontramos el relato en el Nuevo Testamento.

Nació un profeta incomparable llamado Juan. Éste, Juan el Bautista, llamó al pueblo a arrepentirse, o a cambiar su forma de vivir, y a recibir el perdón de sus pecados. Miles de personas respondieron y fueron bautizadas como evidencia de que se habían apartado de su manera profana de vivir.

Juan vino para prepararle el camino a Aquél que traería consigo la restauración plena. Él llevó al pueblo tan lejos como pudo. Pero afirmó con toda claridad que, por iniciativa divina, lo seguiría otro que iría a la raíz del problema: la misma naturaleza pecaminosa.

Cuando las personas se arrepentían de sus pecados como respuesta a la predicación de Juan el Bautista, su corazón quedaba preparado para tratar con el pecado, que era el verdadero problema. La verdadera importancia de Jesús —el representante perfecto de Dios en forma humana— es que Él, y solo Él, tenía las credenciales necesarias para lidiar con la raíz.

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En cierto sentido, Jesús era como Adán y Eva. Ambos hombres habían nacido libres del defecto del pecado. Ambos fueron tentados, y eran capaces de pecar. Pero aquí es donde ambos tomaron direcciones radicalmente distintas. Mientras que Adán sucumbió ante la tentación, Jesús no lo hizo. Llevó una vida perfecta, y sirvió como ejemplo impecable de la forma en que debe vivir el ser humano.

Ahora bien, más que su vida, son su muerte y su resurrección las que forman la base de nuestra transformación personal. Puesto que es tan vital que entendamos la exclusividad y el alcance de lo que Jesús logró, ahora veremos este momento tan decisivo en la historia. Como un autor lo describió, es “la mayor historia que se haya contado jamás”.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Humildad y gentileza


Humildad y gentileza

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.

Filipenses 4:5

Es difícil hallar una palabra que capte el multiforme sentido de la palabra traducida como "gentileza" en el versículo de hoy. Algunos dicen que se refiere al contentamiento, a la delicadeza, a la generosidad o a la buena voluntad hacia los demás. Otros creen que se refiere a la misericordia o a la indulgencia con las faltas o los fracasos de otros. Incluso otros aseguran que describe la paciencia, refiriéndose a alguien que se somete a la injusticia o al maltrato pero no se venga con odio o amargura. Creo que la mejor traducción es "gentileza", ya que en el sentido cristiano esa palabra comprende todos los demás sentidos.

La gentileza también incluye otro elemento importante: la humildad. El cristiano humilde no guarda rencor, sino que confía en Dios siempre que se maltrata, se juzga injustamente o se calumnia. Una persona así no exige sus derechos. Dios nos manifestó su gracia de la misma manera; la humanidad maltrató y calumnió a Jesucristo aunque no merecía nada de eso, pero Él sigue extendiendo sus brazos hacia nosotros con amor (cp. Ro. 5:10). La humildad y la gentileza lo ayudarán a ser estable a pesar de las circunstancias.    La fuente del contentamiento

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

Filipenses 4:11

El existencialismo, la actitud mental dominante de la psicología contemporánea, se ha infiltrado no solo en nuestro país, sino también en muchas iglesias. Da a entender que todo hombre tiene el derecho a hacer cualquier cosa que lo haga sentir bien. Pero una manera equivocada de pensar como esa se origina en el orgullo ególatra. Es la persona egoísta la que dice: "Si lo hace sentir bien pero me hace daño a mí, no puede hacerlo. Pero si me hace sentir bien pero lo daña a usted, puedo hacerlo de todas maneras". Algunos se engañan a sí mismos al pensar que su pecado no perjudica a nadie, pero el pecado siempre termina haciendo daño.

En contraste con la egolatría, la Biblia dice que debemos ser humildes y altruistas (Fil. 2:3-4), amar a quienes nos maltratan (Mt. 5:44), y mostrar misericordia a quienes tropiezan repetidamente (1 P. 4:8). Esas virtudes ayudaron a Pablo a estar contento en cualquier circunstancia. En cambio, algunos creyentes toman todo lo que oyen y ven y lo filtran en su mente para ver si los hiere de alguna manera, lo que resultará en inmediata inestabilidad y ansiedad.

Cuando otros lo maltraten, la humildad lo ayudará a mantener el equilibrio.   El Señor está cerca

El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos.

Filipenses 4:5-6

El Señor Jesucristo rodea a todos los creyentes con su presencia (Sal. 119:151). Cuando usted tiene un pensamiento, el Señor está cerca para leerlo; cuando usted ora, el Señor está cerca para oír la oración; cuando necesita su fortaleza y su poder, Él está cerca para darlos. En realidad, Él vive en usted y es la fuente de su vida espiritual. El estar consciente de su presencia evitará que caiga en la ansiedad o sea inestable.

El saber que el Señor está cerca nos ayuda a no estar "afanosos" por nada, ya que sabemos que Él puede resolver todo lo que se nos presente. La inquietud y la preocupación indican falta de confianza en Dios. O usted ha creado otro dios que no puede ayudarlo, o cree que Dios pudiera ayudarlo pero no quiere, que significa que usted está poniendo en tela de juicio la integridad de Dios y de su Palabra. Así que deléitese en el Señor y medite en su Palabra (Sal. 1:2). Sepa quién es Él y cómo obra. Entonces podrá decir: "El Señor está cerca, así que no me afanaré por nada".   Un ancla de confianza

En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu justicia.

Salmo 31:1

Como lo indica el versículo de hoy, David tuvo gran confianza en Dios en medio de la aflicción. También dij "Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio" (Sal. 31:3-4). Su confianza radicaba en el carácter santo de Dios. Un adecuado conocimiento de Dios es esencial para la estabilidad espiritual. Y la única forma de conocer a Dios es mediante lo que Él ha querido revelarnos de sí mismo en las Escrituras.