sábado, 23 de noviembre de 2024

Las bendiciones eternas

 


Las bendiciones eternas

“Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho. Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica”. 2 Samuel 7:25-27

“Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre”. 2 Samuel 7:28-29

Las promesas de Dios son inmutables y sus bendiciones eternas, por eso debemos apropiarnos de ellas tal como David lo hizo. Somos sus siervos y también, reyes y sacerdotes escogidos para Él. Dios es Soberano y tiene el timón de nuestras vidas en sus manos; por eso al conocer a Jesucristo hemos entrado en el reposo de su presencia, que es la máxima expresión de la vida bendecida por Dios. Por eso la promesa de 2 Samuel 7:28-29, es para nosotros.

Le debemos todo a Dios, y quizás creemos que no somos nada en este mundo, pero para Dios sí, y ha prometido que somos herederos de la promesa que le dio a Abraham, que seríamos bendecidos, como dice Romanos 4:16 “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”.

Dios estableció un pacto de trascendencia eterna con David, esta promesa de Dios, aplicada a todos los creyentes, es una realidad dentro del nuevo pacto con Jesucristo. La seguridad de la salvación del creyente está basada en el pacto eterno que Dios ha hecho con cada creyente mediante el sacrificio de Jesucristo y con su reinado a través del Mesías, por eso en Jesucristo encontramos la culminación del cumplimiento de la promesa hecha a David.

En Cristo vemos la relación filial entre Padre e Hijo que heredamos, Él es nuestro Padre al hacernos sus hijos a través de Jesucristo, tenemos el eterno reinado de Dios y su Plenitud habitando en los hombres, no en un templo hecho de manos, sino Él morando en cada creyente por medio de su Santo Espíritu.

Reconozcamos entonces esa gracia inmerecida de Dios y digamos: ¿Quiénes somos para que hayas tenido misericordia de nosotros? Por eso, enséñanos a andar en tus caminos y a servirte con fidelidad.  Oración.

«Señor, hoy reconozco tu soberanía absoluta sobre mí, gracias por tu relación de gracia inmerecida para conmigo, me has adoptado como hijo y me has hecho partícipe de todas tus promesas al habitar en mi corazón por medio de tu Santo Espíritu. Gracias Señor por tu grandeza con la que has llenado mi vida, continúa afirmando mi casa como lo has prometido. Amén. 

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