La reacción ante los falsos profetas
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Mateo 7:15
En la breve carta de Judas a los creyentes, el apóstol advierte categóricamente contra los falsos profetas y nos dice cómo reaccionar ante ellos. "Conservaos en el amor de Dios" (Jud. 21). Nuestra primera reacción ante la falsa enseñanza es sencillamente estar en armonía con Dios, estar seguros de que estamos en comunión con Él y recibir su bendición y su poder. Entonces podemos convencer "a algunos que dudan" (v. 22). Los creyentes que dudan de su fe por culpa de los falsos maestros necesitan que se les aliente.
Otra reacción necesaria pudiera ser salvar a otros, "arrebatándolos del fuego" (v. 23). Hay que rescatar a los incrédulos que van rumbo al infierno por oír falsas enseñanzas antes de que sea demasiado tarde.
Por último, Judas presenta una tercera reacción ante los falsos profetas: "De otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne" (v. 23). A veces debemos confrontar a los falsos profetas y a sus seguidores, haciéndolo con una especial dependencia del Señor y teniendo el cuidado de no contaminarnos con sus falsas enseñanzas. Cómo distinguir lo verdadero de lo falso
Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
Mateo 7:17
La Didaché, uno de los escritos cristianos más antiguos después del Nuevo Testamento, da varias pautas para distinguir a los profetas verdaderos de los falsos. En primer lugar, un verdadero profeta no abusará de la hospitalidad, sino que seguirá adelante, atendiendo su ministerio y su misión. Pero un falso profeta dará vueltas indefinidamente, preocupado solo por satisfacer sus propios intereses.
En segundo lugar, a diferencia del falso profeta, el verdadero profeta se opone a la excesiva solicitud de dinero. Está contento con el apoyo para las necesidades fundamentales de la vida y del ministerio.
En tercer lugar, la manera de vivir de un verdadero profeta corresponderá con las normas de justicia que enseña. Es muy probable que un falso profeta enseñe una cosa y practique otra.
Un verdadero ministro del evangelio mostrará lo que Pablo escribió: "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo" (2 Co. 2:17).
Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Mateo 7:15
En la breve carta de Judas a los creyentes, el apóstol advierte categóricamente contra los falsos profetas y nos dice cómo reaccionar ante ellos. "Conservaos en el amor de Dios" (Jud. 21). Nuestra primera reacción ante la falsa enseñanza es sencillamente estar en armonía con Dios, estar seguros de que estamos en comunión con Él y recibir su bendición y su poder. Entonces podemos convencer "a algunos que dudan" (v. 22). Los creyentes que dudan de su fe por culpa de los falsos maestros necesitan que se les aliente.
Otra reacción necesaria pudiera ser salvar a otros, "arrebatándolos del fuego" (v. 23). Hay que rescatar a los incrédulos que van rumbo al infierno por oír falsas enseñanzas antes de que sea demasiado tarde.
Por último, Judas presenta una tercera reacción ante los falsos profetas: "De otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne" (v. 23). A veces debemos confrontar a los falsos profetas y a sus seguidores, haciéndolo con una especial dependencia del Señor y teniendo el cuidado de no contaminarnos con sus falsas enseñanzas. Cómo distinguir lo verdadero de lo falso
Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
Mateo 7:17
La Didaché, uno de los escritos cristianos más antiguos después del Nuevo Testamento, da varias pautas para distinguir a los profetas verdaderos de los falsos. En primer lugar, un verdadero profeta no abusará de la hospitalidad, sino que seguirá adelante, atendiendo su ministerio y su misión. Pero un falso profeta dará vueltas indefinidamente, preocupado solo por satisfacer sus propios intereses.
En segundo lugar, a diferencia del falso profeta, el verdadero profeta se opone a la excesiva solicitud de dinero. Está contento con el apoyo para las necesidades fundamentales de la vida y del ministerio.
En tercer lugar, la manera de vivir de un verdadero profeta corresponderá con las normas de justicia que enseña. Es muy probable que un falso profeta enseñe una cosa y practique otra.
Un verdadero ministro del evangelio mostrará lo que Pablo escribió: "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo" (2 Co. 2:17).
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