Exodos 29 -
CAPÍTULO 29
Versículos 1-37. El sacrificio y la ceremonia de consagración de los sacerdotes. 38-46. Los holocaustos continuos-La promesa de Dios de habitar en Israel.
Vv. 1-37.Aarón y sus hijos iban a ser apartados para el oficio de sacerdote en una ceremonia solemne. Nuestro Señor Jesús es el gran Sumo Sacerdote de nuestra profesión, llamado por Dios para serlo, ungido con el Espíritu, por lo que se le llama Mesías, el Cristo; revestido de gloria y belleza; santificado por su propia sangre; perfeccionado o consagrado por medio de sufrimientos, Hebreos ii, 10. Todos los creyentes son sacerdotes espirituales para ofrecer sacrificios espirituales, 1 Pedro ii, 5, lavados en la sangre de Cristo y de esa manera hechos sacerdotes para nuestro Dios, Apocalipsis i, 5, 6. Además están vestidos con la belleza de la santidad y han recibido la unción, 1 Juan ii, 27. El Espíritu de Dios es llamado dedo de Dios (Lucas xi, 20, compárese con Mateo xii, 28) y él aplica el mérito de Cristo a nuestra alma. Esta consagración significa la admisión de un pecador en el sacerdocio espiritual, aceptable a Dios por medio de Jesucristo.
Vv. 38-46.Debía ofrecerse un cordero en el altar cada mañana, y el otro cordero a la caída de la tarde. Esto tipifica la intercesión continua de Cristo que siempre vive para interceder por su iglesia. Aunque se ofreció a sí mismo de una vez para siempre, esa sola ofrenda se vuelve ofrenda continua. Esto nos enseña también a presentar a Dios sacrificios de oración y alabanza cada día , mañana y tarde. Nuestras devociones diarias son nuestras obras diarias más necesarias, y los más placenteros de nuestros consuelos diarios. El tiempo de oración debe observarse como se respeta la hora de las comidas. Hambrean sus almas aquellos que no se presentan en forma constante ente el trono de la gracia; la constancia en la religión produce el consuelo en ella.
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