martes, 13 de mayo de 2025

 


Vivir en paz y armonía

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” Hebreos 12:14-15

Aquí se nos exhorta a tener buen ánimo y a buscar la paz con todos; es decir, con todos los que podamos, hay algunas personas que simplemente no quieren vivir en paz. Sigamos la paz también con todos los cristianos. En Romanos 12:18 dice «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres». Y debemos procurar «la santidad, sin la cual nadie verá al Señor».

Estar en paz con todos y mantenernos en santidad son dos desafíos espirituales que humanamente son imposibles de seguir si no es por el poder del Espíritu Santo. La paz, la santificación y la justificación nos llegaron a través del sacrificio de Jesus y por el Espíritu Santo ( Romanos 5:1; Hebreos 10:10; 1 Corintios 6:11). Cuando Pablo nos dice “mirad bien”, nos exhorta a mantener nuestra mirada puesta en el Señor Jesús para no retroceder en nuestra fe, solo así podremos caminar en su gracia. El Señor tiene una tremenda reserva de gracia que quiere usar sobre nosotros. El problema es que muchos de nosotros no aprovechamos su gracia, cuando vivimos con sentimientos destructivos, encadenados al pasado o sin la capacidad de perdonar a otros. Consideremos cuál es el sentimiento que está afectando nuestra salud emocional: amargura, ira, rechazo, desesperación, indiferencia, miedo, resentimiento, venganza, frustración, culpa, condena, tristeza, desilusión, y demás.

Estos sentimientos negativos son ataques tóxicos que enferman el alma, son como raíces que se profundizan y no son fáciles de desarraigar. En ocasiones aparecen sin que haya un agente externo que los agite. Sin embargo, cada uno de ellos se convierte en un obstáculo para nuestro bienestar emocional y espiritual pues dejamos de disfrutar la gracia de Dios.

La Biblia nos enseña que la forma en que hablamos y nos relacionamos con los demás, están íntimamente relacionados con nuestra salud emocional. Las ofensas, el mal carácter y los comportamientos inadecuados, son el resultado de las emociones quebrantadas.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Lucas 6:45

Ya Cristo pagó el castigo por nuestros pecados, y Dios es rico en misericordia, por eso debemos acercarnos a Él para pedir perdón, para que nos de la capacidad de perdonar a otros y decirle cuánto necesitamos de su gracia.

No permitamos que brote alguna raíz de amargura que nos perturbe y contamine a otros. Pidamos perdón si con nuestros labios hemos juzgado, condenado e injuriado a nuestros hermanos en la fe, o a nuestra familia y a nuestro entorno, y con ello, hemos eclipsado nuestras relaciones, provocando situaciones que no son agradables a Dios. Aprendamos a hablar en paz, con amor y gracia, para soportar cualquier experiencia por la que estemos pasando y, bajo ninguna circunstancia, sentir amargura o resentimiento hacia nadie. Pidámosle al Señor que nos permita mantener la armonía y vigilar el bienestar espiritual y emocional de los demás. Otros seguirán nuestro ejemplo y tenemos una responsabilidad con ellos si afirmamos que vivimos por Cristo.   Oración “Señor gracias por exhortarme, llévame a seguir la paz con todos, especialmente con mis hermanos en la fe, quiero siempre vivir en tu gracia y no alejado de ella. Te pido perdón si en mi corazón he albergado alguna raíz de amargura que ha contaminado a otros. Ayúdame a caminar en santidad, renueva mi hombre interior, para llenar mi corazón de amor, gozo y paz, y caminar en la plenitud de tu Espíritu. En el precioso nombre de Jesús, amén.

lunes, 12 de mayo de 2025

ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

 


ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

"Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”, Juan 4:23-24

Nos podemos hacer esta pregunta ¿qué es una adoración agradable a Dios? El Señor Jesús se lo reveló a la mujer samaritana en la conversación que tuvieron junto al pozo de Jacob. La mujer discutía sobre los lugares de adoración con Jesús, diciendo que los judíos adoraban en Jerusalén, mientras que los samaritanos adoraban en el monte Gerizim.

Cuando Jesús le dice que él sabía acerca de sus muchos maridos, así como el hecho de que el hombre con el cual vivía no era su marido, ella se sintió descubierta, e intentó cambiar la conversación de su vida personal y pasar a temas religiosos. Jesús no cambiaría el tema, pues quería dejar en firme sobre la verdadera adoración.

De la conversación se concluye que la adoración al Padre en espíritu y en verdad no se limita a un lugar determinado geográficamente, ni debe ser regulada por las prácticas transitorias del antiguo testamento. Con la venida de Cristo, la separación entre judíos y gentiles ya no persiste, ni tampoco la adoración en el templo, pues todos los creyentes adquirieron igual acceso a Dios a través de Cristo. La adoración se cambió a un propósito del corazón, no de las acciones exteriores, y dirigida por la Verdad y no por un rito.

La verdadera adoración debe ser "en espíritu", es decir, que involucre todo el corazón. Debe existir una verdadera pasión por Dios, para que haya adoración en espíritu. Al mismo tiempo, la adoración debe ser "en verdad", es decir, debidamente fundamentada. Si no tenemos conocimiento del Dios que adoramos, no hay adoración en verdad. Ambas son necesarias para satisfacer y honrar a Dios en adoración. Entre más profunda sea nuestra adoración, mayormente será Dios glorificado.

Hermano, Dios está buscando corazones dispuestos a hacer su voluntad, apasionados por el estudio y lectura de la Biblia. Adorar a Dios en espíritu y en verdad implica necesariamente amarlo con todo el corazón, el alma, mente y todas las fuerzas. Oración.

"Señor Jesucristo, aquí estoy dispuesto ante ti, con sencillez de corazón para hacer tu voluntad y adorarte en espíritu y en verdad, pues mi alma se apasiona por ti y mi carne te anhela. Te amo Señor con todo mi corazón, mi alma, mi mente y mis fuerzas, amén. 

domingo, 11 de mayo de 2025

Un diálogo sincero con Dios

 


Un diálogo sincero con Dios

 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal” Lucas 11:2-4

“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” Lucas 11:11-13

Con todo lo que está pasando actualmente en el mundo, el Señor nos llama a interceder como sacerdotes, pues es parte del llamado que nos ha hecho, como dice Apocalipsis 5:10: “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Los sacerdotes, somos todos aquellos que nos paramos delante de Dios para interceder por otros.

Las palabras de Jesús, en la oración del Padre Nuestro que dicen: “venga tu reino”, son más que una sugerencia a orar por un distante día milenial, pues todo en esta oración tiene que ver con la vida cotidiana. El modo verbal de “venga tu reino”, significa en esencia: “Padre, que tu reino venga aquí y ahora”. Esta oración no se trata de una fórmula para ser repetida, sino más bien un modelo a seguir. Por lo general, nuestras necesidades se parecen a una lista de compras antes que un sincero diálogo con Dios, por eso debemos aprender a orar, para tocar su corazón.

Nos enseña que la parte dedicada a la adoración no debe limitarse a una frase, “Padre Nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”, porque debemos exaltar a Dios por lo que Él es y hace, con expresiones de amor y reconocimiento. Las peticiones no se deben referir solo al pan y todo lo material que necesitamos, sino también clamar por nuestra área espiritual, implorando perdón por nuestros pecados y el señorío de Dios sobre nuestras vidas. Orar para que el reino de Dios venga en la actual situación mundial. Sabemos que todo se hará en el perfecto tiempo de Dios. Y orar para que el mal no nos alcance y nos dañe.

La motivación para orar surge cuando reconocemos la importancia que Jesús le atribuyó a la oración, como algo que nos ayuda a desempeñar nuestra función de “administradores del reino”. Sin la intervención del gobierno de Dios a través de la oración, las circunstancias de la tierra estarían sin control. Las necesidades terrenales deben estar sujetas a la voluntad de Dios tanto aquí, como en el cielo.

Ni la debilidad del gobierno humano, ni la depravación de las obras del infierno prevalecerán. Con nuestra intercesión podemos hacer retroceder a las tinieblas, porque sólo el poder de Dios puede cambiar las cosas y traer su reino a la tierra, y la gloria de Dios sobre nuestra vida, nuestra familia y nuestra iglesia. Sin embargo, a nosotros nos corresponde orar. La oración tiene poder porque cuando lo hacemos estamos pidiendo la intervención del cielo en todos los asuntos de la tierra, por eso todo el ministerio del reino comienza, se sostiene y triunfará por medio de la oración.

Toda autoridad ha sido dada a su iglesia como dice Lucas 9:1-2 “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos”.

Él nos recuerda su naturaleza de Padre y hace un paralelo con nosotros, diciendo que, si padres humanos imperfectos enfrentamos las necesidades reales de nuestros hijos, cuánto más podemos esperar de Él, que nos bendice con la mejor de las dádivas, el Espíritu Santo. Nuestras necesidades fundamentales son de índole espiritual, y una buena relación con Dios, a través del Espíritu Santo, es la base de que el Señor proveerá tanto en lo espiritual como en lo material.   Oración.

«Señor, enséñame a orar, por tu Palabra y por tu Espíritu. Estimúlame y vivifícame para interceder, dirígeme sobre qué orar; enséñame qué debo decir. Confío en tu poder y tu bondad y en que escuchas mi oración cuando la hago con un corazón contrito y humillado. Lo que más anhelo es que venga tu reino y señorío sobre mi vida para poder llevar el reino de Dios, primeramente, a mi familia, a mi entorno y a ese mundo tan necesitado. Lléname de tu gracia y verdad, en el glorioso nombre de Jesús de Nazaret, amén.

sábado, 10 de mayo de 2025

Dios es suficiente

 


Dios es suficiente en medio de las dificultades

“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar”. Habacuc 3 :17-19

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Romanos 1:16-17

Habacuc nos ofrece un relato de la jornada espiritual de un hombre que transita de las dudas a la fe. El profeta, en el principio está abrumado por las circunstancias que lo rodean, no puede pensar en otra cosa que no sea iniquidad y violencia que ve en medio de su pueblo, aunque se dirige a Dios, cree que Él se ha ido, que sus palabras han sido olvidadas y que su mano no se manifiesta. Como si Dios no pudiera ser hallado en ninguna parte. Los hombres malos están en control de todo y, lo que es peor, actúan como se esperaría de quienes no tienen ningún freno de Dios, (Habacuc 1:2-4).

Qué diferente es el panorama cuando Habacuc deja de mirar los problemas y ya no está bajo el control de las situaciones o ansioso por ellas, porque ha alzado la vista para mirar a Dios. Ya esos acontecimientos no nublan su mente, porque se ha elevado por encima de ellos. En lugar de dejarse dominar por todo eso, ha puesto su esperanza en el Señor, ha comprendido al fin que Él se preocupa por los hijos y que es la fuente de su gozo y fortaleza. Se da cuenta que ha sido llamado a propósitos más altos. (Habacuc 3:17-19); así que Habacuc ha pasado de la queja a la confianza, de la incertidumbre a la fe y que ese remanente de justos que confían y dependen de Dios serán liberados y vivirán.

Con esta porción de la Biblia, el Señor quiere que aprendamos a elevarnos por encima de las circunstancias y aun regocijarnos con ellas. Porque Dios es suficiente en medio de las dificultades. Cuando hacemos esto pasamos de la queja a la confianza, de la duda a la fe, de un hombre vulnerable y necesitado a la seguridad de tener un Dios omnipotente, del valle de las necesidades a la cima de la plenitud de Dios; entonces habrá una transformación en nuestro interior y entenderemos totalmente lo que dice Habacuc 2:4b “más el justo por su fe vivirá”.

Somos parte del remanente que confía y depende del Dios soberano y esta es una declaración de confianza y fe que se convierte en evidencia del poder del evangelio, “el justo por la fe vivirá”, para darnos la certeza de la salvación eterna, por eso debemos regocijarnos en el Señor y decir como Habacuc: “yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”.

El apóstol Pablo considera este principio de Habacuc 2:4 como la piedra angular del evangelio de Cristo. Porque Él es la respuesta a las necesidades humanas, incluyendo el perdón de pecados, la relación con Dios, una nueva vida en el Espíritu y la esperanza del futuro.   Oración.

«Gracias mi Señor, porque mi gozo no depende de las circunstancias, sino de mi fe en un Dios soberano y bueno. Aunque a veces las situaciones de la vida pueden abrumarme cuando veo tanta maldad y violencia a mi alrededor, sé que estás allí en el silencio de mi corazón animándome. Quiero alzar mis ojos a ti, y que tus pensamientos invadan mi mente, porque creo en tu Palabra y que todo lo tienes bajo tu control, porque he puesto mi esperanza en ti, eres la fuente de mi fuerza y alegría. En el nombre de Jesus, mi Señor y Salvador, amén.

viernes, 9 de mayo de 2025

No te resistas a la gracia de Dios

 


 No te resistas a la gracia de Dios

 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. 2 Corintios 12:9

“Y así que vino hasta Lehi, los filisteos salieron gritando a su encuentro; pero el Espíritu de Jehová vino sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se volvieron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres. Entonces Sansón dijo: Con la quijada de un asno, un montón, dos montones; con la quijada de un asno maté a mil hombres. Y acabando de hablar, arrojó de su mano la quijada, y llamó a aquel lugar Ramat-lehi. Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová, y dijo: Tú has dado esta grande salvación por mano de tu siervo; ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos? Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi; y salió de allí agua, y él bebió, y recobró su espíritu, y se reanimó. Por esto llamó el nombre de aquel lugar, En-hacore, el cual está en Lehi, hasta hoy” Jueces 15:14-19

La Gracia de Dios es real y poderosa en nuestras vidas, por eso no debemos resistirnos a ella sino recibirla. Veremos un ejemplo en la Biblia de un hombre que se resistió a la gracia de Dios y su vida no tuvo un final feliz.

Sansón no supo aprovechar el don sobrenatural que Dios le dio por el poder del Espíritu Santo, casi se puede decir que tomó todo como un juego. ¿Qué le pasaba a Sansón? Le hablaba a Dios de forma irreverente, pensaba que toda su victoria sobre los filisteos fue por su fuerza, pero no reconoce que esa fuerza fue por el poder del Espíritu Santo sobre él; en contraste vemos a un Dios misericordioso extendiendo su gracia sobre él abriendo un pozo de agua para que bebiera y se recuperara.

Sansón siempre fue así, siendo Nazareo de nacimiento, apartado para Dios desde el vientre, se le prohibía tomar vino o sidra, tocar cadáveres, comer cosas inmundas y tomar mujeres paganas; pero, si vemos la historia de Sansón hizo todo lo contrario a lo establecido. No entendía la gracia, pero se aprovechó de ella. Sansón siempre vivió cerquita del pecado y su debilidad más grandes fueron las mujeres filisteas, las mujeres del pueblo enemigo de Israel.

Se expuso a ese juego con el pecado hasta que fue debilitado por una filistea astuta, que lo sedujo y le sacó el secreto de su fuerza. Sabemos que en sí no era el cabello largo el que lo hacía fuerte, este era un requisito para ser nazareo, sino que su fuerza provenía del poder del Espíritu Santo que venía sobre él. Cuando se expuso al pecado, se debilitó espiritualmente, sucumbió ante él y perdió su fuerza. Esta mujer bastante intensa lo sedujo hasta que lo condujo a pecar y a desechar la gracia de Dios.

Dice Jueces 16:15-17 “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: ¿Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres”.

Lo más triste es lo que dice Jueces 16:20 “Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él”. El Señor lo había abandonado. Y terminó muy mal. Los filisteos le raparon la cabeza, lo prendieron, le sacaron los ojos y lo llevaron con cadenas a la cárcel a que moliese grano. Esto no era el plan de Dios para Sansón, pero por resistirse a la gracia de Dios llegó a esta condición.

Después el cabello le volvió a crecer, pero junto con esto vino el arrepentimiento, vemos a un Sansón que baja la guardia ante Dios, se humilla y reconoce su pecado, reconoce que se equivocó y esto hace que vuelva a conectar con su gracia. y pudo hacer una oración sincera, en Jueces 16:28 dice: “Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos”. No sólo reivindicó el nombre de Dios al reconocer su pecado, sino que Dios le devolvió la fuerza y derribó el edificio donde estaban todos los filisteos haciendo burla y escarnio con él, y aunque murió junto con ellos, al final vio la misericordia que Dios tuvo con él y por ende con Israel al ser juzgados sus enemigos. ¿Será que tenemos que llegar a esos extremos para entender la gracia de Dios?

Nos abrimos a la gracia de Dios alimentando nuestra nueva naturaleza, creyendo en nuestra nueva identidad en Cristo. Andando en el Espíritu, con oración, adoración y búsqueda de su Palabra. Deja morir de hambre la vieja naturaleza para que no domine tu vida, (Colosenses 3:2-10).

Cuando alguien se ha acercado al Señor Jesús y ha sido limpiado por Él, puede sentarse y tener una relación personal de compañerismo con Él. En lo que concierne a los cristianos, no deberían hacer nada que no honre el nombre del Señor Jesucristo. Si una acción no tiene esa motivación, ¿qué bendición puede traer?    Oración.

«Señor, en este momento, dejo de pretender lo que no soy y reconozco mi necesidad de ti, sé que no puedo en mis fuerzas, necesito de tu gracia para caminar en fe, Soy honesto y reconozco cuán débil soy. Devuélveme la capacidad de acercarme a ti en humildad y arrepentimiento: Señor perdóname y límpiame de las consecuencias de mi pecado. Quiero consagrarme nuevamente a ti y rendir mi ser en tu presencia. Mi esperanza está en tu gracia, me abro a ella para ya no vivir bajo la culpa y condenación. Renueva un espíritu recto dentro de mí, no me eches de delante de ti y no apagues en mí tu Santo Espíritu. Amén.

jueves, 8 de mayo de 2025

La más sublime adoración


 

La más sublime adoración

“Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume”. Juan 12:3

“Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella”. Mateo 26:6-13

En estos versículos vemos a una mujer rendida a los pies de Jesús ungiéndolo con perfume, lavando sus pies y secándolos con su cabello. Esta es una expresión de la más sublime adoración. ¿Quién era esta mujer?

Era María de Betania la hermana de Lázaro. Solo María comprendió el significado de su muerte, lo cual no fue el caso de los apóstoles que se indignaron por lo que estaba haciendo. Aunque ella estaba al margen de los acontecimientos de su muerte, captó su significado y se lo expresó a Jesús, ungiéndolo. Había entendido los beneficios de la gracia de Dios, se sentía tan perdonada y libre que estaba expresando su agradecimiento con amor, arrepentimiento genuino, entrega sin reservas y adoración.

Esto debe llevarnos a entender la gracia de Dios. Tendemos a pensar en la gracia conectada sólo con nuestra salvación. Pero la gracia es mucho más de cómo venimos a Cristo, de cómo llegamos a Él. Nuestro entero caminar como cristianos debe estar impulsado por la Gracia de Dios y por el amor a Él, por lo que ha hecho en nosotros. Lucas 7:45-47 “No me diste beso; más ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; más ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; más aquel a quien se le perdona poco, poco ama”.

La adoración es un acto de rendición a Dios, donde todo lo que hagamos exalte su nombre, así como María que al conocer la gracia de Dios derramó su ser como un perfume a sus pies. Podríamos decir que la historia del frasco de alabastro roto, ha llenado el mundo entero con su fragancia. La Biblia no nos dice el motivo de sus lágrimas, pero es evidente que la fuente de todo esto es el amor, su arrepentimiento que la llevó a esas lágrimas, a agradecer por el perdón de Dios y lo que Él había hecho por ella. Deshace su cabello y comienza a limpiar los pies de Jesús con él, esta es una marca tremenda de inmodestia, pero esta mujer no está preocupada por las normas sociales, no se preocupa por la opinión de los demás, nada en el mundo existe más que ella y Jesús en ese momento.

Hay tanto qué aprender y considerar acerca de esta mujer y su actitud. Es un acto de adoración, de amor, de aprecio, de humildad y de sacrificio. Aquí besa los pies de Jesús. Un gran acto de humildad y adoración ante la gracia de Dios.

En contraste, Simón cabila en su mente sobre Jesús, “Este, si fuera profeta” se daría cuenta quién es esa mujer que le está tocando. Jesús ha estado diciendo que Él es el Mesías, el que había de venir. Jesús ha demostrado su poder al sanar y resucitar a personas, pero Simón solo le ve como una persona común y corriente, critica los actos de Jesús y también los actos de esta mujer. “Esta clase de mujer que toca a Jesús no debería estar ni cerca a alguien como Él”. En otras palabras, los pecadores no merecen estar en la presencia de Dios. Desconoce al Dios de gracia y misericordia, que lo había sanado de la lepra.

No debemos resistirnos a la gracia de Dios sino recibirla con humildad, amor y reverencia. No hay manera de acercarnos a Dios si no es por su gracia, y no hay manera de seguir el camino de la fe sino es por la gracia. La gracia es un regalo de Dios, solo por ella pudimos ser salvos y solo por ella llegamos al cielo. La gracia de Dios es la que nos da nuevas fuerzas para seguir adelante. La gracia es para gente débil, pecadora y humana como nosotros, pero que creemos en un Dios vivo que nos va a llevar de su mano cada día hasta el final de nuestra vida.   Oración.

«Amado Padre, tu gracia derramada sobre mí por la obra redentora de Jesús y el poder del Espíritu Santo, hace que me rinda a ti en adoración, en amor y entrega total, quiero darme sin reservas. Gracias por amarme y aceptarme como soy. Se que cuando me humillo y reconozco mi pecado vuelvo a conectar con tu gracia, porque tú extiendes tu misericordia sobre mí y me perdonas, me sanas y me restauras. Necesito de tu gracia para caminar en fe, quiero abrirte mi corazón y derramar ante ti como ese perfume de alabastro, en gratitud, en amor y adoración a ti. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 7 de mayo de 2025

La oración de Jabes

 


La oración de Jabes

 “Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió. 1 Crónicas 4:9-10

En nuestro camino de fe, es crucial comprender la importancia de buscar las bendiciones y la guía de Dios. Siempre enfrentamos diversos desafíos y decisiones que marcan nuestro caminar espiritual. La Oración de Jabes nos recuerda que podemos depender de la sabiduría, el favor y la dirección de Dios en todos los aspectos de nuestra vida. Es un ejemplo de oración que puede impactar nuestra comunión con Dios.

Jabes fue un hombre que enfrentó la adversidad desde el momento de nacer, inclusive su nombre significa dolor. No sabemos cómo fue el parto, pero su madre expresó que dio a luz con dolor. Nuestro pasado y nuestras experiencias dolorosas no deben definirnos, Jabes eligió a Dios para que gobernara y dirigiera su vida independientemente de la experiencia que lo había afectado. Anheló que el Señor interviniera en su vida.

Jabes no fue recordado por un acto heroico, sino que fue recordado por una simple oración en la que se destaca cuatro peticiones significativas:

Empieza diciéndole a Dios: “¡Oh, si me dieras bendición!”, él deseaba el favor y la abundancia de Dios. “Y ensancharas mi territorio”, él quería ampliar sus fronteras buscando la guía de Dios para expandir su influencia e impacto. “y si tu mano estuviera conmigo”, él deseaba la Presencia y el poder de Dios y que fuera la mano del Señor que lo guiara y no su propio esfuerzo. “y me libraras de mal, para que no me dañe”, él pidió la protección de Dios contra el daño y el dolor.

Tenía claro en su corazón que la oración que hacía era al Dios de Israel, en quien creía y a quien había visto moverse en su pueblo con señales y milagros portentosos. Hoy preguntemos ¿en qué desafíos o decisiones necesitamos la intervención de Dios? Dice la Escritura “y otorgó Dios lo que pidió”. Dios escuchó esa oración sincera, humilde y le concedió su petición.

¿Cómo puede la oración de Jabes impactar nuestro caminar diario con Dios? Entendiendo que el Señor escucha cualquier oración por sencilla que sea. Él siempre está atento a nuestro genuino clamor. Debemos pedir que Dios esté con nosotros en todo lo que hagamos, pidiendo siempre su Presencia y así como Moisés dice: “si tu presencia no ha de ir conmigo no nos saques de aquí”, Éxodo 33:15.

Muchas veces creemos que pedir la bendición de Dios es solo pedir cosas materiales, pero la bendición de Dios va más allá, es algo más profundo, es más espiritual y eterno. Necesitamos su compañía, Dios mismo con nosotros en todas nuestras situaciones. Como dice Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

Buscar las bendiciones y la guía de Dios debe ser una constante en nosotros. A medida que nuestra fe continúa creciendo, permitamos que la oración de Jabes nos recuerde el poder y el privilegio que tenemos de acercarnos a Dios y buscar su participación en cada aspecto de nuestra vida.    Oración.

«Amado Dios, gracias por el ejemplo de Jabes y lo que puedo aprender de su oración. Busco tu bendición y guía en mi vida, sabiendo que eres la fuente de toda sabiduría, favor y dirección. Ayúdame a alinear mi voluntad con la tuya y a confiar en tu provisión y protección. Guíame en los desafíos y en las decisiones, y que tu nombre sea glorificado en todo lo que haga. En el nombre de Jesús, amén.

martes, 6 de mayo de 2025

¿Qué quieres que te haga?

 ¿Qué quieres que te haga?

 “Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino. Marcos 10:46-52

¿Qué quieres que te haga? Este interrogante abre el inicio para una transformación, es la pregunta que el Señor nos hace hoy a cada uno de nosotros para mirar lo que realmente hay en nuestro corazón y cuál es el interés concreto que tenemos en Él. Es el momento de expresar nuestra necesidad y evidenciar nuestra fe en Jesús.

En este pasaje vemos al Señor deteniéndose en el camino para atender a un ciego que daba voces tras Él. Era un ejemplo práctico de lo que acababa de decir en Marcos 10:45 “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.

También llama la atención que el ciego dejó todo lo que tenía para seguir a Jesús, dispuso su corazón para encontrarlo y finalmente fue restaurado. De la mendicidad pasó a recobrar su libertad y dignidad. Esto es lo que sucede en nosotros cuando encontramos a Jesús, nos recata de una vida de orfandad y desasosiego y nos da una nueva vida con propósito, llena de su amor inagotable, de paz y de gozo.

Bartimeo fue intencional en buscar a Jesús, del que había escuchado hablar mucho. Dice la palabra «Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces», con el fin de llamar su atención. Era una oportunidad única ya que Jesús no volvería a pasar por ahí pues iba rumbo a Jerusalén donde sería crucificado. Cuántas oportunidades irrepetibles pierde la gente a nuestro alrededor para acercarse y conocer a Jesús, porque no se esfuerzan en buscarlo, aunque también han oído mucho de Él.

Ojalá todos fueran como Bartimeo con una actitud decidida y con un fuerte deseo de conocer a Jesús, pues no dejó de clamar hasta que consiguió que lo atendiera: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!» Así pues, un mendigo ciego, había llegado a una comprensión más exacta y más profunda de la Persona y la Obra de Jesús que los eruditos rabinos de Jerusalén. Mientras Israel era ciego a la presencia del Mesías entre ellos, un judío ciego lograba percibirlo con toda claridad. Lo reconoció como el Hijo de David, el Mesías anunciado, el Rey tan largamente esperado por Israel, el Salvador del mundo.

Las noticias que había recibido de Jesús fueron suficientes para convencerle de que Dios había cumplido su promesa y había enviado al Mesías. En cierto sentido, a nosotros nos ocurre lo mismo; hemos oído hablar de su poder, de su gracia, y de su deseo de salvar a los pecadores, aunque no lo podemos ver con nuestros propios ojos. Bien dice el Señor en su palabra: “bienaventurados los que no vieron y creyeron”, Juan 20:29b

Bartimeo nos da ejemplo de una voluntad firmemente decidida por acercarse a Jesús. Podemos imaginarlo luchando contra toda aquella gente que le quería hacer callar, desorientado sin poder ver cuál era la actitud de Jesús frente a su clamor. Su determinación y perseverancia en medio de las dificultades son ejemplo para nosotros, que muchas veces abandonamos por mucho menos.

¿Pasaría de largo el Maestro? ¿Haría oídos sordos a su clamor? Por supuesto que no. Aquel que había venido a dar su vida en rescate por muchos, no lo haría. El Señor siempre distinguirá nuestra voz aun en medio del ruido del mundo que se opone a que le busquemos. Bartimeo respondió al llamado de Jesús: “arrojó su capa”, “se levantó” y “vino a Jesús”. Se deshizo quizás de su única pertenencia para poder llegar hasta Él. A veces es necesario renunciar a tantas cosas que nos atan a este mundo para poder seguir a Cristo. Esta actitud nos recuerda lo que dice Lucas 14:33 «Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”   Oración.

«Señor Jesús hoy quiero acercarme a ti con un corazón sincero, deseoso de conocerte más, quiero dejar de atesorar tantas cosas superficiales que me atan a este mundo para guardar el mejor tesoro del cielo, a ti mi Jesús. Mi mayor necesidad eres tú y antes que recibir respuesta a cualquier oración que te haga, quiero establecer una relación de comunión personal para conocerte más. En el nombre de Jesús, amén.