domingo, 5 de mayo de 2024

Cansado

 


Cansado

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29

¿Alguna vez has sentido que te has quedado sin fuerzas? Yo sí, en ocasiones no solo lo he sentido físicamente, sino también internamente (en el alma). Cuando meditaba ¿por qué aun siendo joven tengo tal cansancio? Me daba cuenta que no era a causa de mi edad, o de mis muchas ocupaciones, sino más bien por mi falta de intimidad con el Señor, pues puedo decirte que cuando he estado en situaciones de mucho ajetreo y no me he apartado de mi comunión con Dios, las fuerzas parecieran no acabarse, y creo firmemente que hacia allá nos conduce la palabra de Dios, a entender que nuestras fuerzas no dependen de la edad o la falta de ocupaciones, sino de Dios. Fíjate por ejemplo en los más pequeños, no tienen arduos trabajos ni responsabilidades por cumplir, pero también podemos notar en ellos cansancio, como cuando corren por horas y horas, al final de ésto ¿qué es lo que ellos quieren? Tomar una pequeña pausa o siesta para retomar el aliento y recuperar nuevas fuerzas, y creo que tú y yo lastimosamente también nos hemos acostumbrado a lo mismo, a tomar pausas para “descansar”: en el orar, la lectura de la palabra, en el congregarnos, pues pensamos que si hacemos ésto y tan solo nos dedicamos a dormir un poco, ver una serie, un partido u otro tipo de contenido, encontraremos el aliento que necesitamos para poder continuar, pero si meditamos en la Palabra, Dios a través del profeta nos recuerda: “Yo doy fuerzas al cansado, y multiplico las fuerzas al que no tiene ningunas”, y si esto es así ¿por qué seguimos pensando que nuestras fuerzas las encontraremos, en algo o alguien, diferente al Señor?

Hermano, la solución a nuestro cansancio, tanto físico como espiritual, no es el apartarnos a “reposar” de nuestra comunión con Dios, al contrario, encontremos verdadero reposo y nuevas fuerzas, pero en el Señor (Salmos 18:1).    Oración.

«Padre, reconozco que el cansancio que siento es por no estar constantemente a tu lado, me ha faltado tiempo de intimidad contigo, pero no ha sido por ti sino por mí, pues tengo claro que tú siempre me has llamado para encontrarnos a diario. Hoy te pido perdón por no aceptar tu llamado a tiempo y te ruego me ayudes a que mis citas contigo sean siempre una prioridad. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 4 de mayo de 2024

Se cumplirá nuestro destino profético

 

Se cumplirá nuestro destino profético

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre voso


tros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:8

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. Hechos 1:9-11

Estas fueron las últimas palabras de Jesús antes de ser levantado en una nube mientras sus discípulos observaban que desaparecía de su vista. Los que lo habían negado, los que habían huido porque no quisieron seguirlo por el Gólgota, porque les dio miedo, porque temían la cruz, estaban ahí frente a Jesús resucitado, Él, no solo estaba mostrándoles el poderío de la resurrección, les estaba llevando una nueva noticia: que sobre ellos descendería el Espíritu Santo y serían testigos para hablar con denuedo y con autoridad, para orar por los enfermos, para declarar libertad a los oprimidos por el diablo. Esa buena nueva también era para nosotros, porque desde el momento en que fue derramado el Espíritu Santo en el Pentecostés, todos los creyentes recibiríamos el poder de Dios para derrotar las tinieblas, el pecado y al mundo, para ser sus testigos y hablar a las personas acerca de Jesús en todas partes.

Dice la palabra que mientras les decía eso, ascendía al cielo y los ángeles anunciaban que, así como se había ido vendría nuevamente por segunda vez en una nube a esta tierra. Él va a volver por su iglesia, la iglesia, que sigue sus pasos sin importar las dificultades y las circunstancias, la que sigue sus pasos en medio de los milagros, pero también en medio del sufrimiento del Gólgota. Gracias a que esos discípulos decidieron seguir los pasos de Jesús, hoy usted y yo podemos conocer esta Palabra, esa Palabra que no se quedó muerta hace dos mil años, sino que es viva hoy y es efectiva.

Podemos tener esperanza, podemos mantenernos firmes hasta su segunda venida porque se va a cumplir 1 tesalonicenses 4: 16-17 que dice: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Vamos a ver cumplido nuestro destino profético que es disfrutar del cielo y de la vida eterna.    Oración.

«Gracias amado Jesús, porque con tu resurrección me has dado la victoria, lléname de tu Santo Espíritu porque quiero afirmarme en tu camino, porque quiero ser tu testigo y proclamar tu Nombre hasta que vuelvas, gracias porque tu Palabra es fiel y verdadera y cumplirás tu promesa de regresar por mí. En el nombre de Jesús, amén.

viernes, 3 de mayo de 2024

Seguir a Jesús

 


Seguir a Jesús es seguir el camino al Gólgota

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. Mateo 16:24-25

Estamos en un mundo globalizado donde seguimos los pasos del influenciar, los pasos de la moda, donde seguimos los pasos del qué dirán, del miedo, del temor; pero, cuánto nos cuesta seguir los pasos de Jesús. ¿Quién quiere la vida eterna? Todos queremos la vida eterna, queremos sentarnos en lugares celestiales, sentarnos a la mesa y compartir en las bodas del Cordero, ¿entonces por qué nos cuesta tanto seguir los pasos de Jesús, si Él es el puente directo al Padre?

No hay otro camino, por más que hayamos estudiado otras filosofías o ciencias, por más que nos esté yendo bien y tengamos éxito en este mundo, ese no es el camino para llegar a la vida eterna, el camino es Jesús, Jesús dijo en Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Seguir los pasos de Jesús es estar dispuestos a seguir sus pasos camino al Gólgota, es estar dispuestos a sacrificar, a morir en su nombre. Los discípulos siguieron a Jesús por tres largos años y vieron cosas maravillosas, siguieron sus pasos, pero cuando Jesús iba camino al Gólgota ¿Cuántos de sus discípulos lo siguieron? Judas lo vendió y lo entregó, Pedro lo negó, los demás se dispersaron, solo Juan estuvo presente con María en la crucifixión. Sabes?, seguir los pasos de Jesús hacia el Gólgota, no es fácil.

Si queremos ser sus servidores tenemos que abandonar nuestra propia manera de vivir. Jesús nos confronta, quizás hay mucha emoción en nuestra vida espiritual, estamos viendo milagros y cosas sorprendentes, pero Jesús nos pregunta: ¿ustedes quieren ser verdaderamente mis discípulos? Entonces, abandonen su vieja manera de vivir, cambien de rumbo su vida, transformen sus pensamientos, sus emociones, piensen diferente, tomen su cruz y síganme.

Tomar la cruz y seguirlo no es sencillo, pero va a traer salvación a nuestra vida y a nuestra casa. Vale la pena llevar esa cruz. El Gólgota significa renunciar a lo que nos aleja de Jesús, significa sacrificarnos, significa cambiar de amistades si nos apartan de Él, el Gólgota significa que muchas veces vamos a sufrir en nuestro caminar con Jesús, pero que en última instancia nos lleva a la vida eterna.   Oración.

«Señor, ayúdame a cumplir y obedecer tu voluntad, no es fácil seguirte, a veces me cuesta dejar la comodidad, lo sencillo, lo que implica menos sacrificio, pero hoy me enseñas que debo seguirte aun cuando vaya camino al Gólgota, a tomar mi cruz, a sufrir por causa del evangelio y a renunciar a todo lo que me aleje de ti. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 2 de mayo de 2024

Una antorcha encendida sirve para encender otras

 


Una antorcha encendida sirve para encender otras

“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Juan 1:45-51

“Una antorcha encendida sirve para encender otras”. Así es que Felipe, encendido por el amor de Jesús, fue a buscar a su amigo Natanael, y le dijo que creía que había descubierto después de tanto tiempo esperando, al Mesías en Jesús, el Hombre de Nazaret. Natanael reaccionó despectivamente. No había nada en el Antiguo Testamento que anunciara que el Escogido de Dios hubiera de proceder de Nazaret. Natanael reaccionó diciendo que Nazaret no era la clase de pueblo del que se podía esperar nada bueno.

Tal vez cuando hemos evangelizado en la calle, en el bus, en la universidad o trabajo nos hemos encontrado con estas preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Acaso puede transformar mi vida? ¿Qué puede hacer Jesús por mí? Muchas veces el ego, la posición, las circunstancias de la vida, llevan a menospreciar lo que puede hacer el Señor Jesús en la vida de las personas.

Felipe fue prudente. No discutió, sino que dijo sencillamente: “¡Ven y ve!” ¿Quieres conocer a Jesús? ¡Ven y compruébalo! La única manera de convencer a otro de la supremacía de Cristo es ponerle en contacto con Él. En general, es cierto lo que se dice de que no es la predicación razonada, ni filosófica la que gana almas para Cristo, sino la presentación de la Persona de Cristo y de la Cruz. La mejor presentación del Evangelio, es decir: “Ven y ve.” No cabe duda que tenemos que conocer a Cristo personalmente antes de invitar a otros a venir a Él.

Así que Natanael vino, y Jesús pudo ver lo que había en su corazón y le dijo: “llega un verdadero israelita en el que no cabe la falsedad”. Ese era un atributo que apreciaría cualquier israelita, Salmo 32: 2.

Natanael se sorprendió de que se pudiera dar tal elogio a primera vista, y le preguntó a Jesús: ¿acaso tú me conoces? Jesús le dijo: pude verte debajo de la higuera antes de que Felipe te encontrara. Vemos a un hombre al que Jesús tuvo que hablarle de frente: “yo sé dónde estabas, yo sé quién eres tú, yo sé lo que pensabas, yo sé lo que hay en tu corazón”.

Puede que el Señor se haya acercado a nosotros de igual manera y nos haya hablado de frente, conoce nuestra vida y sabe qué necesitamos. Jesús es la escalera entre el cielo y la tierra, es la conexión entre el Padre y nosotros como Él se lo dijo a Natanael en Juan 1:51. También como Felipe, anhelemos ser una antorcha encendida que lleve a otros a Cristo, llevando su luz.  Oración.

«Señor, así como Natanael, no sólo me viste en el lugar donde me encontraba, sino que también viste lo que había en lo más íntimo de mi corazón, leíste mis pensamientos, mis anhelos más íntimos y secretos. Eres el Ungido de Dios y el que estaba esperando por tanto tiempo, gracias por encontrarme a través de la persona que me llevó a ti, ahora sé que tengo la vida eterna y quiero ser esa antorcha encendida que encienda a otros. Amén.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Abundando en acciones de gracias

 


Abundando en acciones de gracias

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”. Colosenses 2:6-7

¿Tenemos un espíritu alegre independiente de lo que pasa en nuestra vida?

A veces perdemos nuestro gozo cuando nos dejamos atrapar por las responsabilidades, luchas y desafíos diarios y nos olvidamos de ser agradecidos con Dios. Si la gratitud no está en nuestro corazón no la podemos practicar. Muchas veces hay más queja en nuestra boca que gratitud.

Muchos amamos a Dios y queremos ser agradecidos, por eso Pablo les recuerda a los creyentes de Colosas, quiénes son, dónde están y también el hecho de que deberían abundar en acciones de gracias. Pensando un poco en nosotros ¿Podríamos decir que somos personas agradecidas? ¿Reconocemos que Dios es la fuente de toda bendición?

Consideremos lo que dijo Pablo de quiénes somos en Cristo y por qué debemos estar agradecidos con Él; “de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, como Salvador y Señor”, partiendo de esta base, es lo que ha pasado en nuestra vida y lo que esperamos que ha de pasar al tenerlo en nuestro corazón, de por sí ya es un motivo para ser agradecidos.

¿Cuál es la clave para rebosar de gratitud hacia Dios? Tener la actitud de andar en Él. Cuando recibimos a Cristo como Salvador no lo hicimos por algo que hicimos nosotros, sino que Él nos escogió desde antes de la fundación del mundo. Como dice Efesios 1:4. Nadie puede jactarse de ser salvo o porque tuvimos fe, la salvación no viene de uno mismo, ni tampoco la fe, se trata de un don de Dios como dice Efesios 2:8. En el momento que creímos fue sellada nuestra relación con Dios como hijos de Dios, eso debería producir en nosotros suficiente gratitud, pero no solo eso, después de haber creído en Él como Salvador debemos andar en Él. Es decir, andar en una relación estrecha con Jesucristo quien no deja de trabajar en nuestras vidas.

Si sabemos esto deberíamos ser personas que abunden en acciones de gracias.  Oración.

«Señor una vez te dije que quería ser la persona que tú quieres que sea, fluye en mí para llegar a otras personas con amor, bondad, generosidad y misericordia. He sido fundado, arraigado y sobreedificado en Cristo, por eso mi corazón debe abundar en acciones de gracias; perdona si me he dejado dominar por las circunstancias que me rodean y de mi boca solo sale queja, cambia mi actitud para que sobreabunde en gratitud a ti por todo lo que has hecho en mí. En el nombre de Jesús, amén.

martes, 30 de abril de 2024

Yo quiero ser un vaso nuevo

 Yo quiero ser un vaso nuevo

«Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud». Salmos 143:10
«Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar». Jeremías 18:1-9
Cuando oramos al Padre y le decimos a Dios «hágase tu voluntad». ¿Será que estamos dispuestos a permitir que Dios haga su voluntad en nosotros? Si es así dejemos que nuestro Padre pula entonces todas las áreas difíciles de nuestra vida, tome todas nuestras cargas y aún cambie nuestros planes. Permitamos que su cincel rompa todo aquello que no le agrada de nosotros y que con su pincel de amor pinte en nuestro interior los sentimientos y deseos más hermosos que formen su carácter y nos hagan mejores personas.
Si el alfarero que es una simple criatura tiene la facultad de tirar un vaso echado a perder, Dios nuestro Creador puede desechar al que se muestre infiel a su elección y levantar a otro en su lugar. Romanos 9:20-21 dice: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?”. Aquí el alfarero representa el soberano poder de Dios y sus justos juicios, pero recordemos que Dios es un Padre misericordioso y de nuevas oportunidades, y quiere que los hombres se arrepientan de sus pecados y vuelvan a sus caminos.
Somos barro y el Señor tiene poder sobre nosotros y sigue trabajando para convertirnos en una vasija útil, sin embargo, debemos arrepentirnos para no endurecernos como el barro, y ser quebrantados o destruidos.
Recordemos que conforme el alfarero moldea o da forma a una vasija de barro en su rueda, a menudo van apareciendo defectos, tiene el poder sobre el barro para sacar lo defectuoso y volver a moldearlo. Asimismo, Dios tiene poder para volver a darnos forma y conformarnos según sus propósitos, por eso no debemos ser pasivos sino mover nuestra voluntad para ser más receptivos con lo que Dios quiere de nosotros, en la medida que lo permitamos Dios vuelve a darnos forma para que seamos vasijas valiosas.
Estas palabras de Jeremías son un reto para poner más atención, porque quizás Dios está tratando de decirnos algo para cambiar nuestra conducta y obedecerlo. Oración.
«Señor, gracias porque a través de tu Palabra soy exhortado a examinar mi vida y ver qué tengo que cambiar, quiero ser un vaso nuevo, moldeame a tu imagen, tú eres mi Alfarero y sabes lo que necesito dejar, para crecer en tu carácter. Gracias por perfeccionar tu obra en mí vida. En el nombre de Jesús, Amén.

lunes, 29 de abril de 2024

Evidencias del reino de Dios

 


Evidencias del reino de Dios

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14:17

Así como el mundo tiene evidencias de que está bajo el dominio del maligno, como son el pecado, la enfermedad y la muerte, el reino de Dios también tiene evidencias de su Presencia en esta tierra con cada creyente. ¿Cuáles son esas evidencias? Veamos Romanos 14:17 “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”.

La justicia de Dios se manifestó en el calvario en Cristo Jesús, de tal manera que nos liberó de la ley del pecado. Sólo Jesús es el justo que puede vencer el pecado y reconectarnos con Dios Padre. Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. La justicia de Dios, Cristo, perdona el pecado y nos vuelve a conectar otra vez con Él.

La palabra paz = “Shalom” significa paz, salud y prosperidad integral. Es la paz de Dios y la paz es una consecuencia de la justicia. 3 Juan 1:2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.

Gozo en el Espíritu no es que nos riamos todo el tiempo, gozo es cuando estamos fortalecidos por dentro y no tenemos miedo a ninguna circunstancia porque sabemos que mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo. 1 Juan 4:4

Podemos confrontarnos ahora: ¿Estamos viviendo lo normal del mundo? ¿o estamos viviendo lo normal del reino de Dios? Hagamos una pausa a toda aceleración externa y meditemos en esto. Necesitamos desarrollar las características como ciudadanos del reino de los cielos. Ya que lo somos como dice Efesios 2:19.

Esas cualidades son ocho:

1- Los que son pobres en espíritu

2- Los que lloran para ser consolados

3- Los mansos y humildes

4- Los que tienen hambre y sed de justicia

5- Los misericordiosos

6- Los limpios de corazón

7- Los pacificadores

8- Los perseguidos por causa de la justicia

Se llaman bienaventuranzas, Mateo 5:3-11. La medida del éxito del reino es que todos los que desarrollan estas características son felices, dichosos y bendecidos.

Cuando desarrollamos estas cualidades, cuando las incorporamos a nuestra vida es el poder de Dios cambiando nuestro estilo de vida y podemos tener más consistencia en el carácter de Cristo y manifestar así, el reino de Dios a través de nosotros en esta tierra.  Oración.

«Señor, hoy más que nunca quiero que mi vida dé evidencias de tu reino celestial por eso permíteme cultivar la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu, y desarrollar esas cualidades para ser un ciudadano de tu reino. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 28 de abril de 2024

¿Vivo el reino de Dios en mi vida?

 


¿Vivo el reino de Dios en mi vida?

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Juan 17:15-16

Lo normal del mundo no es lo normal en el reino de Dios. Por eso al hablar de esa diferencia tenemos que renovar nuestra mente y quizás conducirnos al arrepentimiento, a una genuina conversión cuando nos exponemos a la verdad de su Palabra. Porque quizás hemos estado pensando como el mundo piensa y hemos dejado de pensar como Dios lo hace y de hacer su voluntad.

Cuando estamos en Cristo debemos recordar que estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Fuimos llamados a marcar la diferencia, pero solo podemos hacerlo si consolidamos nuestro carácter cristiano, teniendo consistencia como ciudadanos de su reino.

1 Corintios 4:20 nos dice “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”. La consistencia del reino no es que tengamos mucho conocimiento, sino que vivamos el poder de su Palabra, cuando la conocemos y la aplicamos a nuestra vida. Es dar evidencia de que estamos viviendo bajo sus principios y obedeciéndolos.

Pablo nos hace un llamado en Romanos 12:1-2, a renovar nuestro entendimiento, a no conformarnos a lo normal de este mundo sino a vivir lo normal del reino de los cielos; ya que por nuestro nuevo nacimiento tenemos acceso a su reino y podemos desarrollar luz personal, porque Jesús lo dijo en Mateo 5:16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La pregunta es: ¿Se nota que somos del reino de Dios o son sólo apariencias?

Tres evidencias que demuestran lo normal del mundo son: el pecado, la enfermedad y la muerte. La Biblia dice que este mundo está bajo el maligno en 1 Juan 5:19 “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Toda la naturaleza está bajo maldición, el pecado produce enfermedad y la enfermedad produce muerte. Es importante tener en cuenta esto porque hay mucha gente que no se da cuenta que el pecado se ha vuelto su norma.

Todo esto tenía que ser limpiado con la sangre del Cordero cuando Jesús viniera por primera vez como el “postrer Adán” (1 Corintios 15:45). Jesús comenzó su obra de restauración en la cruz y va a terminarla uniendo al cielo con la tierra nuevamente, esto será en su Segunda Venida cuando quite totalmente el pecado de nuestras vidas. Mientras tanto si estamos en pecado, si vivimos enfermos o nos acostumbramos a estarlo, si siempre tenemos miedo de la muerte es lo normal para el mundo caído, pero no es lo normal para el que está en el reino de Dios, debemos reflexionar bajo qué gobierno nos estamos sometiendo, arrepintámonos y volvamos al Señor.  Oración.

«Señor, quiero una transformación interna e influenciar a mi familia y a mi entorno; siendo esa luz que alumbra con las buenas acciones que glorifican tu santo nombre. Ayúdame a vivir los principios del reino de los cielos, obedeciéndolos, sometiéndome a tu señorío y gobierno, me vuelvo a ti en arrepentimiento, renueva mi mente porque quiero hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.