Vivir en paz y armonía
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie
verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de
Dios; que, brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados” Hebreos 12:14-15
Aquí se nos exhorta a tener buen ánimo y a buscar la paz con
todos; es decir, con todos los que podamos, hay algunas personas que
simplemente no quieren vivir en paz. Sigamos la paz también con todos los
cristianos. En Romanos 12:18 dice «Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres». Y debemos procurar «la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor».
Estar en paz con todos y mantenernos en santidad son dos
desafíos espirituales que humanamente son imposibles de seguir si no es por el
poder del Espíritu Santo. La paz, la santificación y la justificación nos
llegaron a través del sacrificio de Jesus y por el Espíritu Santo ( Romanos
5:1; Hebreos 10:10; 1 Corintios 6:11). Cuando Pablo nos dice “mirad bien”, nos
exhorta a mantener nuestra mirada puesta en el Señor Jesús para no retroceder
en nuestra fe, solo así podremos caminar en su gracia. El Señor tiene una
tremenda reserva de gracia que quiere usar sobre nosotros. El problema es que
muchos de nosotros no aprovechamos su gracia, cuando vivimos con sentimientos
destructivos, encadenados al pasado o sin la capacidad de perdonar a otros.
Consideremos cuál es el sentimiento que está afectando nuestra salud emocional:
amargura, ira, rechazo, desesperación, indiferencia, miedo, resentimiento,
venganza, frustración, culpa, condena, tristeza, desilusión, y demás.
Estos sentimientos negativos son ataques tóxicos que enferman
el alma, son como raíces que se profundizan y no son fáciles de desarraigar. En
ocasiones aparecen sin que haya un agente externo que los agite. Sin embargo,
cada uno de ellos se convierte en un obstáculo para nuestro bienestar emocional
y espiritual pues dejamos de disfrutar la gracia de Dios.
La Biblia nos enseña que la forma en que hablamos y nos
relacionamos con los demás, están íntimamente relacionados con nuestra salud
emocional. Las ofensas, el mal carácter y los comportamientos inadecuados, son
el resultado de las emociones quebrantadas.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo
bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de
la abundancia del corazón habla la boca”. Lucas 6:45
Ya Cristo pagó el castigo por nuestros pecados, y Dios es
rico en misericordia, por eso debemos acercarnos a Él para pedir perdón, para
que nos de la capacidad de perdonar a otros y decirle cuánto necesitamos de su
gracia.
No permitamos que brote alguna raíz de amargura que nos
perturbe y contamine a otros. Pidamos perdón si con nuestros labios hemos
juzgado, condenado e injuriado a nuestros hermanos en la fe, o a nuestra
familia y a nuestro entorno, y con ello, hemos eclipsado nuestras relaciones,
provocando situaciones que no son agradables a Dios. Aprendamos a hablar en
paz, con amor y gracia, para soportar cualquier experiencia por la que estemos
pasando y, bajo ninguna circunstancia, sentir amargura o resentimiento hacia
nadie. Pidámosle al Señor que nos permita mantener la armonía y vigilar el
bienestar espiritual y emocional de los demás. Otros seguirán nuestro ejemplo y
tenemos una responsabilidad con ellos si afirmamos que vivimos por Cristo. Oración “Señor gracias por exhortarme,
llévame a seguir la paz con todos, especialmente con mis hermanos en la fe,
quiero siempre vivir en tu gracia y no alejado de ella. Te pido perdón si en mi
corazón he albergado alguna raíz de amargura que ha contaminado a otros.
Ayúdame a caminar en santidad, renueva mi hombre interior, para llenar mi
corazón de amor, gozo y paz, y caminar en la plenitud de tu Espíritu. En el
precioso nombre de Jesús, amén.