sábado, 5 de abril de 2025

Sellados con el Espíritu Santo

 


Sellados con el Espíritu Santo

 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” Efesios 1:13

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” Efesios 4:30

La Biblia, en diversas oportunidades nos revela que cada creyente en Cristo y su palabra de verdad, ha sido sellado por Dios con el Espíritu Santo, ¿por qué y para qué?

El Espíritu Santo le da testimonio a nuestro espíritu de que somos verdaderamente hijos de Dios, hijos que a pesar de ser adoptados, la gracia infinita del Padre, nos ha concedido todos los privilegios de un hijo natural, incluida la herencia (Romanos 8:15-16) herencia de la cual como dice Efesios 1:14, el Espíritu Santo es las arras o, en otras palabras, el adelanto hasta cuando llegue la redención de la posesión adquirida.

El pueblo que ahora es posesión absoluta y eterna de Dios, ha sido marcado con el Espíritu Santo, brindándonos una seguridad presente de nuestra salvación y una garantía de esa redención futura que aún esperamos, tal como lo expresa Romanos 8:23 “y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

Realmente, la obra de nuestro Señor Jesucristo fue totalmente completada o consumada, no hay duda, ni sombra de variación, así que, somos verdadera e irrevocablemente posesión absoluta de Dios, en ubicación de hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues así lo ha dicho, hecho y sellado Dios; en tiempos pasados cuando un rey ordenaba algo y quería garantizar que no fuera cambiado o alterado, lo sellaba con su anillo (Daniel 6:17, Ester 8:8); El Rey de reyes y Señor de Señores nos ha sellado con su Espíritu Santo.   Oración.

«Padre, gracias por amarme y darme seguridad y esperanza irrevocables; gracias porque con tu Espíritu me has sellado y me has dado las arras de mi herencia; alabo y bendigo tu Santo nombre, alabo tu gloria y la gloria de tu gracia, por Jesucristo tu amado Hijo, amén.

viernes, 4 de abril de 2025

Ungidos con el Espíritu Santo

 


Ungidos con el Espíritu Santo

 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18-19

“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” Hechos 10:38

El Espíritu Santo además de ser nuestro ayudador (como lo vimos en el devocional anterior), también es nuestra unción.

Unción, que por su definición en griego significa el otorgamiento del Espíritu Santo, es lo que Dios ha hecho en cada persona que profesa su fe en Jesús. Cada creyente ha sido ungido por Dios con el Espíritu Santo (1 Juan 2:20,27). Ahora bien, esta unción, aparte de todos los beneficios que conlleva, ha sido hecha de manera especial para un propósito particular, propósito que podemos ver claramente de la vida de Jesús, pues es justo Él quien habla y a quien se menciona en las citas bíblicas de hoy respectivamente.

Dar buenas nuevas a los pobres, que en otras palabras es, predicar el evangelio del Señor al pobre de espíritu; sanar a los quebrantados de corazón; poner en libertad al esclavo del pecado y de Satanás y dar vista al ciego físico y espiritual, son apenas algunas de las obras que debemos y podemos llevar a cabo gracias a la unción que de Dios hemos recibido. Jesús dijo lo siguiente en Juan 14:10,12 “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras… De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

Hermanos, que la revelación de esta profunda y poderosa verdad, acreciente nuestra fe, de manera que podamos ver la gloria de Dios obrando en nosotros y a través de nosotros por su Espíritu.   Oración.

«Bendito Dios, cuán maravilloso y misericordioso eres Señor. No solo me has salvado, sino que además de adoptarme como tu hijo en Cristo, me has hecho partícipe del reino de los cielos y en tus negocios me permites estar. Gracias por ungirme con tu Santo Espíritu, ahora comprendo que Tú estás en mí y que puedo permitir que obres a través de mí, amén.

jueves, 3 de abril de 2025

El Espíritu Santo, nuestro ayudador

 


El Espíritu Santo, nuestro ayudador

 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, “Juan 14:16-17a

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” Juan 14:18

“Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26

Como el mismo Señor lo expone: cada día tiene su propio mal o trae su afán; es por ello que en nuestra vida de manera frecuente se nos presentan nuevos retos o nuevas oportunidades para avanzar y crecer en diferentes áreas: una responsabilidad diferente en el ministerio o cargo que ejerzas, una mudanza de residencia, un bien material para administrar, un primer hijo, un hermano para ese hijo, un intercambio académico, la transición de colegio a universidad, o de universidad al ámbito laboral, entre otras tantas cosas que se pueden presentar en la cotidianidad.

Sin duda, el ser humano, de la manera que lo ha creado Dios, está en la capacidad de responder a estos nuevos comienzos; sin embargo, cuando no contamos con la ayuda de Dios de manera oportuna y precisa, todas estas cosas nos pueden llevar a diferentes males, como por ejemplo, trastornos mentales y de sueño, enfermedades físicas, pérdidas, fracasos económicos, matrimoniales, ministeriales, familiares, sociales, entre otros.

Es por ello que, el Señor conociendo de antemano nuestra humanidad débil e imperfecta, decide de manera voluntaria y anticipada enviarnos un AYUDADOR, el Espíritu Santo, nuestro consolador, guía, abogado y defensor. El Espíritu Santo es una persona de la divinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas, pero un solo Dios verdadero (Juan 15:26)) teniendo así todos los atributos de Dios, entre ellos, todo lo sabe, todo lo puede y es amor; esa persona es la que cada creyente tiene hoy y todos los días, morando en su vida, estando en él; y está ahí en cada corazón para cumplir con toda voluntad y amor su labor, entonces, hemos de ser nosotros los que cada día seamos conscientes de ello, y le pidamos en todo momento que nos llene de Él; que su sabiduría, su poder, su fuerza, su gozo, su amor, su paz, su paciencia y todas sus virtudes invadan nuestro ser y nos lleven en su plenitud, a ser y hacer lo que se nos ha encomendado. Así que, como dice 2 Corintios 13:14, “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.   Oración.

«Bendito Dios, gracias Padre por tu Hijo y por tu Espíritu; te alabo y te bendigo en este día, porque has sido bueno y misericordioso al enviarme a tu Espíritu a morar en mi corazón. Anhelo que cada día me hagas más consciente y entendido de su presencia continua en mi vida y de todo lo que Él está dispuesto a hacer en cada ámbito al ser mi ayudador, mi consolador, mi guía y Dios, amén.

miércoles, 2 de abril de 2025

Andar en vida nueva

 


Andar en vida nueva

“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia.” Romanos 8:10

“si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” Gálatas 5:25.

Antes, cuando no habíamos recibido a Cristo en nuestro corazón, nuestro estado era: vivos en cuerpo, (un cuerpo que estaba esclavo del pecado) y, muertos en espíritu; en otras palabras, estábamos: vivos físicamente, pero muertos espiritualmente (Efesios 2:4-5).

Ahora, con Cristo en nosotros, tal como lo expone Romanos 8:10, debemos creer que nuestro cuerpo está muerto, en el sentido de ser un canal para pecar, pero que nuestro espíritu vive, para que ahora seamos medios, pero de la justicia, es decir, para hacer lo correcto, lo agradable a Dios. En este sentido, la Escritura en Gálatas 5:25 dice que, si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu, dándonos a entender que, si verdaderamente nosotros hemos recibido al Señor Jesús en nuestra vida, debemos permitir que sea justamente Él quien viva en nosotros.

Esa nueva vida que ahora por Cristo hemos recibido, la vida espiritual, no es precisamente para que la tengamos de adorno y sin estrenar, sino que, es un regalo precioso que se nos ha dado para vivirlo y disfrutarlo, para que justamente ya no seamos guiados, impulsados y esclavizados por los deseos de nuestra carne que se oponen a Dios, sino que nuestra vida la dirija, la controle y la gobierne el Espíritu de Dios, el mismo Espíritu que sustentó y llenó la vida de Jesús y más aún, el Espíritu que, le levantó de los muertos; así que, amados y bendecidos hermanos, según dice Romanos 8:11, permitamos que el Santo Espíritu de Dios vivifique nuestros cuerpos mortales, de modo que ahora, cada uno de nuestros miembros sean medios para la gloria de Dios; “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Romanos 6:11.  Oración.

«Padre Celestial, que la nueva vida que por gracia, por medio de la fe en Cristo Jesús me ha sido dada, la pueda vivir y disfrutar de tal manera que tú y yo, por medio de tu Espíritu, seamos uno en Cristo, para gloria de tu nombre, amén.

martes, 1 de abril de 2025

El propósito de Dios es bendición

 


El propósito de Dios es bendición

“He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”, Génesis 28:15-16

Recordando la historia, Jacob viene huyendo de su hermano Esaú, quien quería matarlo, porque Jacob le había robado la bendición de la primogenitura a Esaú. Pero Dios le muestra a Jacob que Él es su protector y proveedor, y aunque estaba solo en tierra extraña y lejana, Él no lo abandonaría. Dios no abandona sus propósitos, pues con Abraham había hecho un pacto, el cual confirmó a su hijo Isaac y ahora a su nieto Jacob, y Dios le dice: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”, Gén 28:13-14. No hay nada que pueda detener los propósitos del Señor.

Muchas veces los creyentes ignoramos la presencia de Dios y sus designios; así como le pasó a Jacob cuando dijo: “Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”. El Señor lo ha dicho una y otra vez en su Palabra, que no nos dejará, ni nos desamparará, que estará con nosotros todos los días de nuestra vida hasta que él haya cumplido su propósito en nuestra vida.

Hermano, nuestro corazón puede descansar en la fidelidad y el poder de Dios; pues por su eterno e incondicional amor siempre lucha a nuestro favor, Dios no nos soltará hasta terminar la buena obra que inició en nosotros según su buena, perfecta y agradable voluntad. Oración.

Amado Dios, tú has prometido que me guardarás por donde quiera que yo vaya, que cumplirás tu propósito en mí; y he creído en tu Palabra, he descansado en tu fidelidad, pues tú eres mi escudo, mi fortaleza y mi alto refugio. Señor, te doy gracias por estar presente en mi vida, por ser mi protección y mi provisión. Amén.

lunes, 31 de marzo de 2025

 


El último encargo

«que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.», 2 Timoteo 4:2

«Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.», 2 Timoteo 4:5

El último encargo de Pablo a Timoteo es a predicar la Palabra de Dios; le encarga encarecidamente esta misión, sabiendo que iba a ser sacrificado, que su tiempo había terminado, pero estaba pasando la antorcha encendida con la luz verdadera; con la Palabra de vida y salvación acerca de Cristo.

Por esto, no había otra cosa más importante para Pablo que recomendarle la misión de anunciar el evangelio, pues ya durante muchos años, con persistencia y a pesar de persecuciones, cárcel y muchas dificultades, había guardado la fe, había acabado su carrera, pero con gran detalle y mucho amor, delega su misión a Timoteo para que continúe, siguiendo su ejemplo con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:7-8)

El último encargo de Pablo a Timoteo, es también para nosotros, para cada creyente: permanecer fieles a aquel que es fiel y que juró volver, y seguir anunciando las buenas nuevas de salvación, a tiempo y fuera de tiempo. Esto quiere decir que debemos aprovechar todos los recursos, todos los días, todas nuestras fuerzas para continuar la carrera de la fe, que implica permanecer en Cristo y no callar, no parar, no desistir de hablar de él.

Porque como el mismo Pablo, por el Espíritu lo declaró: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16)

Anunciamos el evangelio para mostrar sus gloriosas riquezas, andando en el Espíritu como hemos aprendido en los anteriores devocionales, mostrando el fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza que está presente en nosotros. Anunciamos a Cristo mismo, permitiendo que su vida crezca y florezca en nosotros; con esto evangelizamos al mundo con el ejemplo y cuando abramos nuestra boca, nuestro testimonio será contundente y consistente con nuestra fe, para cumplir nuestro ministerio con excelencia, para gloria de su nombre.   Oración.

«Padre, tengo una misión de vida que define mi propósito, guíame por tu Santo Espíritu a que sea revelada en mí la vida de Cristo y ya no viva yo, que mi viejo hombre se quede en la cruz, y ahora sea la nueva naturaleza en Cristo Jesús que sea manifiesta en mi vida para gloria de tu nombre, amén.

domingo, 30 de marzo de 2025

La vida en el Espíritu, por el amor

 


La vida en el Espíritu, por el amor

“porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la circuncisión, sino la fe que obra por el amor” Gálatas 5:6

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”, 1 Corintios 13:4-7

A veces decimos andar muy “espirituales”, pero no ofrecemos lo que ya tenemos por la gracia de Cristo. Por ejemplo, si alguien nos visita, muchas veces no somos amables, no le ofrecemos ni siquiera un vaso de agua. Si alguien nos ofende, vivimos resentidos y trayendo a la memoria la ofensa, en vez de “orar por nuestros ofensores”. Cuando nos confrontan, en vez de responder con amor, o callar por amor, devolvemos la ofensa, levantando la voz y haciendo valer con furia nuestras razones. No podemos quedarnos así como creyentes. Tenemos que activar la vida en el Espíritu, aplicando la fe que obra por el amor.

La fe también significa adherirse, es decir, tomar confiadamente algo que ya tenemos en Cristo; siguiendo nuestro ejemplo, si no hemos sido amables o pacientes, debemos tomar lo siguiente y ponerlo en acción: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni presumido ni orgulloso.”, (1 Corintios 13:4).

Si hemos tratado con dureza a alguien, o nos han ofendido, debemos colocar en acción la fe que obra por el amor y aplicar cuando dice: “No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:5)

Si no hemos perdonado, o hemos faltado a la verdad a nuestro prójimo, debemos adherirnos y creer lo que dice acerca de que el amor: “no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:7). No hay un límite para amar, con el amor de Cristo en nosotros, pero si hay una decisión que en la libertad de Cristo podemos amar: No dar espera para colocar por obra el amor de Cristo, que esta sea nuestra deuda diaria como dice Romanos 13:8 “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”   Oración.

«Padre, qué hermoso es saber que la fe en Cristo me enseña a vivir de manera práctica el amor con el que has llenado mi corazón; en cada situación puedo decidir, en la libertad de Cristo, poner en acción la fe que obra por el amor y aplicar todo el fruto de tu Espíritu, siendo amable, perdonando, enseñando la verdad del evangelio con mansedumbre, tomando todo de ti Jesús, amén

sábado, 29 de marzo de 2025

HABLANDO EN SECRETO CON DIOS.

 


HABLANDO EN SECRETO CON DIOS.

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”, Mateo 6:6

El Señor Jesús nos enseñó a buscar la presencia del Padre, a entrar en el secreto. Antes de reunirse con multitudes, de alimentarlas, de sanarlas y perdonar sus pecados, se preparaba para que el poder de Dios se manifestara poderosamente (Mateo 14:14-21). Antes de ir a la cruz, en Getsemaní, estaba grandemente angustiado, tanto que sudaba sangre, pero buscó la intimidad con su Padre, en oración, para soportar azotes, vituperios, rechazo y se fortaleció para ir a la cruz, para nuestra salvación. (Mateo 26:36-39).

Así como Cristo nos mostró, también nosotros necesitamos ir a hablar en secreto con Dios para hallar descanso, verdadero consuelo, para que se aclare nuestra visión y para prepararnos para hacer su voluntad.

El descanso y el consuelo lo necesitamos porque hay cosas que nos roban la paz, y sólo en su presencia hay plenitud de gozo; pese a las dificultades y angustias que podamos estar pasando, Él nos dice en medio de los problemas de la vida: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.” (Isaías 26:20-21). Hay cosas que nos angustian y en ese preciso instante necesitamos ir a depositar sobre Él nuestra ansiedad, en secreto, a solas con Él, para encontrar su paz.

Evidentemente por estas angustias y preocupaciones en la vida, el lugar donde debemos llevarlas no es al exterior, sino al lugar interior, donde cerramos la puerta, depositamos en Dios nuestras necesidades, agradeciéndole y como resultado experimentamos su paz que es sobrenatural. Es decir, a pesar de lo difícil que pueda estar sucediendo, su paz nos llenará de tranquilidad en medio de la adversidad. Esto es maravilloso, porque Él nos promete que nuestra mente y corazón estarán bajo su cuidado. (Filipenses 4:6-7). ¿Vas a hablar con Dios en secreto cuando estás angustiado? Si no lo haces, puedes hacerlo y experimentar su paz sobrenatural que está más allá de cualquier entendimiento.  Oración.

"Gracias Señor, porque en medio de las dificultades puedo hablar contigo y hallar paz y verdadero consuelo, solo tú secas mis lágrimas y puedo confiarte todo, a cambio tú me darás tu sobreabundante paz. Amén.