Mente sana. Segunda parte
“Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha
confiado”. Isaías 26:3
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce
mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el
camino eterno”. Salmos 139:23-24
Es difícil evitar los conflictos en el mundo donde vivimos, pero
el Señor promete mantenernos en paz aun en medio de ellos, para poder hacerlo
debemos perseverar en Él, apoyados en su amor y su poder, manteniendo nuestros
pensamientos y nuestra confianza en Dios. Cuatro consejos para renovar nuestra
mente:
1-Teniendo nuestros pensamientos en Dios.
El Señor nos dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” Mateo 22:37 y en Isaías 26:3 “Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado”.
Una de las maneras que sabemos que amamos a una persona es
cuando invertimos tiempo para pensar en ella. De la misma manera ocurre con
Dios. Si lo amamos sentiremos que no lo podemos sacar de nuestra mente, por
tanto, nuestro deseo debe ser priorizar su voluntad, honrándolo con nuestras
palabras y acciones.
Todo lo que usted piensa y dice tiene que ver con Dios. No es
un asunto de religiosidad, lo que ocurre es que ahora que le hemos confiado
nuestras vidas a Él, reconocemos que conoce nuestros pensamientos y no queremos
desobedecer incluso con lo que pensamos. Además, Él nos pide que pensemos lo
bueno, lo puro, lo honesto, todo lo que es verdadero, todo lo que es digno de
alabanza (Filipenses 4:8) y esos son los pensamientos de Dios, que están plasmados
en su Palabra.
2-Fortaleciendo nuestra relación con el Espíritu Santo
Solos no podemos cambiar nuestra forma de pensar, necesitamos
la ayuda de Dios. Por lo tanto, nuestra relación con el Espíritu Santo es de
vital importancia para que nuestra mente pueda ser renovada. Como dice Efesios
4:23 “y renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Es dejar que el Espíritu
Santo renueve nuestros pensamientos y actitudes.
Un cambio de mentalidad es un proceso profundo en el que
interviene el poder de Dios, pero también nuestra disposición al cambio.
Ciertamente el cambio comienza con la purificación de nuestra mente. Dicha obra
se le atribuye al Espíritu Santo, quien nos purifica y santifica en la medida
que vamos creciendo espiritualmente.
3-Filtrando nuestros pensamientos
Todo pensamiento que surja en nuestra mente, debe ser
filtrado a través de la Biblia. De esta manera si adoptamos un pensamiento,
debe ser filtrado por la Palabra. Cristo es la verdad, Él mismo es el
conocimiento, por tanto, todo pensamiento que se rebele contra su enseñanza
debe ser rechazado o repelido.
“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra
el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo, 2 Corintios 10:5
No puedes evitar que las aves vuelen sobre tu cabeza, pero sí
que hagan un nido en ella”. Muchos pensamientos intentarán alojarse en nuestra
mente, pero será nuestra responsabilidad permitir que se hospeden en ella.
4-Eliminando contenido nocivo
Mientras no cambiemos el contenido que ponemos en nuestra
mente a través de lo que vemos, leemos o escuchamos, será difícil experimentar
nuevos resultados. La Biblia nos da un consejo en torno a la elección del
contenido que deberíamos aceptar.
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito,
pero no todo edifica”. 1 Corintios 10:23
Preguntémonos por aquello que veremos, escucharemos o
leeremos ¿edifica o no?, es un buen ejercicio a la hora de elegir. Procuremos
buscar contenidos que aporten a nuestra sana edificación.
Pidamos al Espíritu Santo que purifique y santifique nuestra
mente, rindámonos a Él, permitiendo que su Palabra limpie nuestros pensamientos
cambiándolos por los de Dios (Juan 15:3).
Oración.
«Amado Señor, deseo amar tus mandamientos y pensar en tu ley
todo el tiempo. Me despojo de los recuerdos que intencionalmente he guardado
aun sabiendo que me hacen daño, también de todo pensamiento impuro y
destructivo. Te pido perdón si he visto cosas vergonzosas que deshonran tu
nombre. Ayúdame a poner mis pensamientos en ti, a llevar todo pensamiento
cautivo a la cruz de Cristo, a fortalecer mi relación con el Espíritu Santo
para que renueve mi mente y mi corazón, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, y
guíame en el camino eterno. Amén.
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