El mover soberano de Dios
“Y esta frase: Aún una
vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Hebreos 12:27-29
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes
y ocultas que tú no conoces”. Jeremías 33:3
Cuando vemos cambios sociales, desórdenes climáticos, crisis,
guerras, transformaciones culturales y políticas, decimos que todas estas cosas
son por causas humanas, pero no nos detenemos a pensar que también hay causas
divinas, porque a veces Dios permite el caos y el desorden, con el propósito de
sacudir lo que es terrenal. El problema no es que el mundo cambie, el problema
es que como iglesia no percibamos que todos estos cambios también nos incluyen.
En Mateo 24:6 Jesús añadió una advertencia fundamental: “Y oiréis de guerras y
rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto
acontezca; pero aún no es el fin”. Aquí el Señor nos dice: “no os turbéis,
porque es necesario que todo esto acontezca”.
Estas palabras contienen más que una simple advertencia
profética, es una instrucción a no temer, pero tampoco ignorar, a no entrar en
pánico, pero tampoco a permanecer indiferentes, todo lo que ocurre tiene una
raíz espiritual. Nada se mueve en la tierra sin haber sido permitido en los
cielos. Esto habla de la soberanía de Dios que mueve los hilos de la historia
humana.
En estos momentos muchos cristianos no están notando que hay
un debilitamiento de la sensibilidad espiritual, no se trata sólo de pecado
sino de frialdad. Mateo 24:12 dice “y por haberse multiplicado la maldad, el
amor de muchos se enfriará”.
En Apocalipsis 3:17 dice: “Porque tú dices: Yo soy rico, y me
he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”. La iglesia de Laodicea
representa la iglesia de los últimos días, caracterizada por la apostasía, una
iglesia que es rica, pero está ciega y desnuda. Una iglesia que se ha vuelto
complaciente y que necesita urgentemente la gracia que regenera, las
vestimentas de la justicia de Cristo y el Espíritu que ilumina los ojos del
corazón. Esta es una imagen de una fe desconectada de la realidad espiritual.
La frialdad espiritual de muchos no es otra cosa que el
síntoma de haber dejado de mirar con los ojos del Espíritu. El mundo está
mostrando síntomas de deterioro que lo llevará al juicio divino, pero también
síntomas de transición a una nueva etapa espiritual, con el regreso del Señor
Jesucristo.
Quizás como le pasó a Elías, muchos buscan a Dios en los
grandes ruidos, pero no se dan cuenta que Él ya está hablando en el susurro de
los acontecimientos. (1 Reyes 19:11-12) Todo ese mover de Dios lo podremos
captar solo los que estemos conectados con su Espíritu.
Hoy vemos que la cultura se acelera, las leyes cambian, el
mal se normaliza, la moralidad se diluye, pero en medio de todo esto hay
mensajes que solo se comprenden a la luz de la Palabra. No hay que esperar un
evento sobrenatural para saber que Dios está hablando; solo hace falta mirar
desde el Espíritu de Dios, conectados con Él, lo que el mundo intenta maquillar:
el dolor generalizado, la ansiedad colectiva, los colapsos emocionales, los
conflictos incontrolables que no son solo efectos sociales, son síntomas
espirituales, Romanos 8:22-23 dice “Porque sabemos que toda la creación gime a
una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que
también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros
también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención
de nuestro cuerpo”.
Pidamos al Señor tener los sentidos ejercitados para que
discernamos estos tiempos porque no basta con conocer la Palabra, sino saber
cuándo se está cumpliendo delante de nuestros ojos. (Hebreos 5:14) Pidamos a
Dios oír el susurro de su voz en medio de tanto ruido. Oración.
«Amado Señor, sé que el dolor anuncia un nacimiento, lo que
parece destrucción es el anuncio de un mover soberano tuyo. Señor ayúdame a
madurar a la luz de tu Palabra para comprender que todo lo que está sucediendo
a mi alrededor es porque tu gloria se está levantando, pero no la percibiré si
me enfoco en la comodidad de mi día a día y no en clamar y buscar tu rostro,
porque las señales invisibles de tu poder solo las revelas a los que buscan tu
Presencia. En Cristo Jesús, amén.
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