sábado, 29 de septiembre de 2012

Una tarea de amor


Una tarea de amor

Conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento.

Efesios 3:19

Para pagar la deuda del amor, todos podemos hacer varias cosas. He aquí algunas sugerencias:

Termine una querella.

Llame a un amigo a quien no ha visto durante mucho tiempo.

Sustituya la sospecha con la confianza.

Quite cualquier amargura de su vida.

Escriba una carta sorpresiva a alguien que lo quiera a usted.

Dígale a alguien que usted sabe bien cuánto significa para usted.

Cumpla una promesa.

Pida a Dios que perdone a alguien que le hizo algo malo a usted, y olvide eso que hizo.

No sea demasiado exigente con otros familiares.

Muestre gratitud a los demás durante todo el día.

Dígale a alguien a quien quiere que usted se interesa por él o por ella.

Ore por uno de sus enemigos.

Envíele un cheque a algún necesitado.

Pida a Dios que lo ayude a amar de la manera que Jesús amó.    El cumplimiento de la ley

El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.

Romanos 13:10

La clave para obedecer la ley de Dios es el amor. Cuando amamos a los demás, automáticamente obedecemos la ley. Usted no cometerá adulterio si ama a alguien. Es porque el amor no corrompe a otros ni roba su pureza. Solamente la lujuria y el egoísmo hacen eso. Si usted ama a alguien, su amor hace inservible el mandamiento de no matar. No necesito que se me recuerde que no mate a las personas si las amo. Cuando usted ama a alguien, tampoco le robará. Por lo tanto, no necesita que se le diga que no robe. Ni codiciará lo que es de otro cuando lo ama.

El amor no sustituye la ley; cumple la ley. Mediante el amor, usted puede cumplir el amor de Dios.       Obedecer por amor

El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio.

1 Timoteo 1:5

El guardar un mandamiento debe surgir de un corazón amoroso. Es posible obedecer la ley por temor y tener miedo del castigo de Dios. Pero cuando se hace eso, en realidad no se obedece la ley de manera absoluta porque el temor no es el motivo bíblico de la obediencia. El temor puede hacer que usted se abstenga de hacer algo malo y su efecto puede ser bueno, pero su resultado es incompleto.

Algunos guardan la ley por interés egoísta. Creen que si llevan una vida moral, Dios los recompensará. Pero ese no es un motivo puro para la obediencia; es egoísta. Aunque pudiera abstenerse de hacer lo malo y hacer exteriormente cosas buenas, no tendrá usted una obediencia que resulta de una actitud de amor. El verdadero propósito de la ley es cultivar el amor de corazón. Así es que se cumple la ley.        Ámenme a mí y amen a los demás

De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Mateo 22:40

Jesús dijo que los Diez Mandamientos pudieran resumirse en dos mandatos: ámenme a mí y amen a los demás. Tal vez usted se pregunte cómo puede poner en práctica todos los mandamientos de la Biblia. La respuesta es muy sencilla: "Ame a Dios, ame a las personas y haga lo que quiera".

Cuando usted ama a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y con todas sus fuerzas, y ama a su prójimo como a usted mismo, puede hacer lo que usted quiera porque será la persona que Dios quiere que sea. Gracias a su amor, usted no matará a nadie, no corromperá a nadie, no robará nada ni codiciará lo que tenga otra persona. El Espíritu cultivará en su corazón un amor que impide cualquier deseo de hacer lo malo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Hay que demostrar amor


Hay que demostrar amor

Andad en amor.

Efesios 5:2

¿Qué es el amor? ¿Cómo se demuestra? A fin de poder practicar el amor, hay que saber lo que es desde el punto de vista bíblico. A lo largo de las Escrituras, se caracteriza el amor como una acción.

Ante todo, el amor enseña la verdad a otros (Ef. 4:15) y los ayuda en sus necesidades (He. 6:10). Da ejemplo al servir a otros y a alentarnos en su crecimiento (Gá. 5:13). Cubre los pecados de otras personas (1 P. 4:8) y perdona (Ef. 4:32). También el amor soporta los problemas y las idiosincrasias de los demás (1 Co. 13:7) y el sacrificio por ellos (Jn. 15:13-14).

El amor abnegado presenta la verdad espiritual, ayuda y se interesa en los necesitados. Les debemos a todos ese amor y no debemos deberle nada más. Ese es el corazón de la vida cristiana; es el imán que atrae al mundo.   Sométase al Espíritu

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Romanos 5:5

Tiene que darle al Espíritu Santo el control absoluto de su vida. Usted puede aferrarse a los sentimientos de amargura, ansiedad y odio contra alguien, o puede rendirlos al Espíritu de Dios. Cuando usted se somete al Espíritu Santo, Él toma el control de su vida y sustituye la amargura con el amor y la venganza con el afecto. Pablo dij "Acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros" (1 Ts. 4:9).

La capacidad para amar a los demás está en usted; solo tiene que comprender ese recurso. Si usted se somete al Espíritu Santo, Él lo enseñará a amar.       Una fuente inagotable

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido.

1 Pedro 1:22

Los cristianos tenemos la gran responsabilidad de amar a los demás, pero ¿cómo la cumpliremos? Comprendiendo nuestro recurso.

El amor está a nuestro alcance, y es nuestra culpa si no aprovechamos el recurso necesario. Tenemos que someternos al Espíritu y aprender a amar. Debemos purificar nuestro corazón confesando nuestro pecado y comprender la urgencia de atraer a otros a Cristo mediante nuestro amor. Tenemos que tomar una decisión consciente de amar a los demás, tener comunión con otros creyentes y pensar en los demás y no en nosotros mismos. Y debemos considerar el efecto de amar a otros. El amor que se da inevitablemente regresa.

Cuando Dios lo salvó a usted, Él lo hizo una nueva criatura con la capacidad de cumplir la deuda del amor. La fuente del amor es inagotable. Usted tiene el privilegio de representar a Dios en el mundo amando a los demás como Él los amó y recibir amor a cambio.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Nuestro divino Redentor


Mateo   11.V. 1.Nuestro divino Redentor nunca se cansó de su obra de amor; y nosotros no debemos agotarnos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no desfallecemos.

Vv. 2-6.Algunos piensan que Juan envió a preguntar esto para su satisfacción. Donde hay verdadera fe, puede aún haber una mezcla de duda. La incredulidad remanente en los hombres buenos puede, en la hora de tentación, cuestionar a veces las verdades más importantes. Pero esperamos que la fe de Juan no fallara en este asunto, y que él sólo deseara verla fortalecida y confirmada. Otros piensan que Juan envió a sus discípulos a Cristo para satisfacción de ellos.
Cristo les señala lo que han oído y visto. La condescendencia y la compasión de la gracia de Cristo por los pobres muestran que Él era quien debía traer al mundo las tiernas misericordias de nuestro Dios.
Las cosas que los hombres ven y oyen, comparadas con las Escrituras, dirigen el camino en que se debe hallar la salvación. Cuesta vencer prejuicios, y peligroso es no vencerlos, pero los que creen en Cristo, verán que su fe será hallada mucho más para la alabanza, honra y gloria.

V. 7-15.Lo que Cristo dijo acerca de Juan no sólo fue para elogiarlo, sino para provecho del pueblo. Los que oyen la palabra serán llamados a dar cuenta de su provecho. ¿Pensamos que se termina el cuidado cuando se termina el sermón? No, entonces empieza el mayor de los cuidados.
Juan era un hombre abnegado, muerto para todas las pompas del mundo y los placeres de los sentidos. Conviene que la gente, en todas sus apariencias, sea coherente con su carácter y situación.
Juan era hombre grande y bueno, pero no perfecto; por tanto, no alcanzó la estatura de los santos glorificados. El menor en el cielo sabe más, ama más, y hace más alabando a Dios y recibe más de Él que el más grande de este mundo. Pero por el reino de los cielo aquí se debe entender más bien al reino de la gracia, la dispensación del evangelio en su poder y pureza. ¡Cuánta razón tenemos para estar agradecidos que nuestra suerte esté echada en los días del reino de los cielos, bajo tales ventajas de luz y amor! -Hay multitudes que fueron traídas por el ministerio de Juan y llegaron a ser discípulos suyos. Y hubo quienes lucharon por un lugar en este reino, que nadie pensaría que tenían derecho ni título para eso, y parecieron ser intrusos. Nos muestra cuánto fervor y celo se requiere de todos. Hay que negar el yo; hay que cambiar la inclinación, la disposición y el temperamento de la mente. Los que tengan un interés en la salvación grandiosa, lo tendrán a cualquier costo, y no pensarán que es difícil ni la dejarán ir sin una bendición. Las cosas de Dios son de preocupación grande y común. Dios no requiere más de nosotros que el uso justo de las facultades que nos ha dado. La gente es ignorante porque no quiere aprender.

Vv. 16-24.Cristo reflexiona en los escribas y fariseos que tenían un orgulloso concepto de sí. Compara la conducta de ellos con el juego de los niños que, enojándose sin razón, rebaten todos los intentos de sus compañeros por complacerlos, o para que se unan a los juegos para los cuales acostumbraban reunirse.
Las objeciones capciosas de los hombres mundanos son a menudo muy burlonas y demuestran gran malicia. Algo tienen que criticar de todos por excelente y santo que sea. Cristo, que era inmaculado, y apartado de los pecadores, aquí se presenta junto con ellos y contaminado por ellos. La inocencia más inmaculada no siempre será defensa contra el reproche.
Cristo sabía que los corazones de los judíos eran más enconados y endurecidos contra sus milagros y doctrinas que los de Tiro y Sidón; por tanto, su condenación será mayor. El Señor ejerce su omnipotencia, pero no castiga más de lo que merecen y nunca retiene el conocimiento de la verdad de aquellos que lo anhelan.

Vv. 25-30.Corresponde a los hijos ser agradecidos. Cuando vamos a Dios como Padre, debemos recordar que Él es el Señor de cielo y tierra, lo cual nos obliga a ir a Él con reverencia en cuanto es Señor soberano de todo; aunque con confianza como a Quien es capaz de defendernos del mal y proporcionarnos todo bien.
Nuestro bendito Señor agregó una declaración notable: que el Padre había puesto en Sus manos todo poder, autoridad y juicio. Estamos endeudados con Cristo por toda la revelación que tenemos de la voluntad y el amor de Dios Padre, aun desde que Adán pecó.
Nuestro Salvador ha invitado a todos los que trabajan fuerte y están muy cargados que vayan a Él. En algunos sentidos, todos los hombres están así. Los hombres mundanos se recargan con preocupaciones estériles por la riqueza y los honores; el alegre y sensual se esfuerza en pos de los placeres; el esclavo de Satanás y sus propias lujurias es el siervo más esclavizado de la tierra. Los que trabajan duro por establecer su propia justicia, también trabajan en vano. El pecador convicto está muy cargado de culpa y terror; y el creyente tentado y afligido tiene trabajos duros y cargas. Cristo los invita a todos a que vayan a Él en pos de reposo para sus almas. Él solo da esta invitación: los hombres van a Él cuando, sintiendo su culpa y miseria, y creyendo su amor y poder para socorrer, lo buscan con oración ferviente. Así, pues, es deber e interés de los pecadores trabajados y cargados, ir a Jesucristo. Este es el llamado del evangelio: quienquiera que quiera, venga. Todos los que así van recibirán reposo como regalo de Cristo, y obtendrán paz y consuelo en su corazón. Pero al ir a Él deben tomar su yugo y someterse a su autoridad. Deben aprender de Él todas las cosas acerca de su consuelo y obediencia. Él acepta al siervo dispuesto, por imperfectos que sean sus servicios. Aquí podemos hallar reposo para nuestras almas, y sólo aquí.
Ni tenemos que temer su yugo. Sus mandamientos son santos, justos y buenos. Requiere negarse a sí mismo y trae dificultades, pero esto es abundatemente recompensado, ya en este mundo, por la paz y el gozo interior. Es un yugo forrado con amor. Tan poderosos son los socorros que nos da, tan adecuadas las exhortaciones, y tan fuertes las consolaciones que se encuentran en el camino del deber, que podemos decir verdaderamente, que es un yugo grato. El camino del deber es el camino del reposo. Las verdades que enseña Cristo son tales que podemos aventurar por ellas nuestra alma.
Tal es la misericordia del Redentor, y ¿por qué debe el pecador laborioso y cargado buscar reposo en alguna otra parte? Vamos diariamente a Él en busca de la liberación de la ira y de la culpa, del pecado y de Satanás, de todas nuestras preocupaciones, temores y dolores. Pero la obediencia forzada, lejos de ser fácil y liviana, es carga pesada. En vano nos acercamos a Jesús con nuestros labios mientras el corazón esté lejos de Él. Entonces, venid a Jesús para hallar reposo para vuestras almas.

sábado, 22 de septiembre de 2012


Esperanza en la lucha

Con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Romanos 7:25
Como a los cristianos se les llama a la obediencia y la nueva naturaleza desea obedecer, ¿qué hace usted cuando se siente tentado a desobedecer? En primer lugar, tiene el poder del Espíritu Santo en usted (Ro. 8:2), que lo capacita para hacer la voluntad de Dios. Pero Pablo también describe la realidad de nuestra lucha constante con la carne en Romanos 7. Él dice: "Veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente" (v. 23).
El pecado en nuestra naturaleza humana lucha contra nuestro deseo de obedecer. Todo cristiano libra esa lucha. Su aspecto humano lucha contra la nueva criatura que se deleita en la ley de Dios. Lo que nos da esperanza es que, cuanto más luchemos, tanto más victoriosos seremos. Así que dé gracias al Señor por continuar su obra para librarlo y darle cada día la victoria sobre el pecado.  

La deuda del amor

No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros.
Romanos 13:8
Los cristianos deben amar a todo el mundo en la sociedad. Jesús dij "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:35). Nuestro amor los unos con los otros se aplica ante todo a los demás creyentes, nuestros hermanos y hermanas en Cristo.
Pero unos a otros también se aplica a los incrédulos; todos los incrédulos, y no solo a los que son agradables y cordiales. Jesús dij "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mt. 5:44). El apóstol Pablo dij "Hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gá. 6:10).
El amor debe ser un rasgo distintivo en su vida. Usted tiene una deuda con todo el mundo, así que cerciórese de que les demuestra amor a todos para que a usted se le conozca como alguien que ama a los demás "entrañablemente, de corazón puro" (1 P. 1:22). 

jueves, 20 de septiembre de 2012

La fe de los amigos del paralítico


Mateo   9.Vv. 1-8.La fe de los amigos del paralítico al llevarlo a Cristo era una fe firme; ellos creían firmemente que Jesucristo podía y querría sanarlo. Una fe fuerte no considera los obstáculos al ir en busca de Cristo. Era una fe humilde; ellos lo llevaron a esperar en Cristo. Era una fe activa. El pecado puede ser perdonado, pero no ser eliminada la enfermedad; la enfermedad puede ser quitada, pero no perdonado el pecado: pero si tenemos el consuelo de la paz con Dios, con el consuelo de la recuperación de la enfermedad, esto hace que, sin duda, la sanidad sea una misericordia. Esto no es exhortación para pecar. Si tú llevas tus pecados a Jesucristo, como tu enfermedad y tu desgracia para ser curados de esto, y librados de aquello, es bueno; pero ir con ellos, como tus amores y deleites, pensando aún en retenerlos y recibirlo a Él, es un tremendo error, un engaño miserable. La gran intención del bendito Jesús en la redención que obró, es separar nuestros corazones del pecado.
Nuestro Señor Jesús tiene perfecto conocimiento de todo lo que decimos dentro de nosotros mismos. Hay mucho mal en los pensamientos pecaminosos, que es muy ofensivo para el Señor Jesús. A Cristo le interesa mostrar que su gran misión al mundo era salvar a su pueblo de sus pecados. Dejó el debate con los escribas y pronunció las palabras de salud al enfermo. No sólo no tuvo más necesidad de que lo llevaran en su lecho, sino que tuvo fuerzas para llevarlo él. Dios debe ser glorificado en todo el poder que se da para hacer el bien.

Vv. 9.Mateo fue en su llamado, como los demás a los que Cristo llamó. Como Satanás viene con sus tentaciones al ocioso, así viene Cristo con sus llamados a los que están ocupados. Todos tenemos natural aversión a ti, oh Dios; llámanos a seguirte; atráenos por tu poderosa palabra y correremos en pos de ti. Habla por la palabra del Espíritu a nuestros corazones, el mundo no puede retenernos, Satanás no puede detener nuestro camino, nos levantaremos y te seguiremos. Cristo como autor, y su palabra como el medio, obra un cambio salvador en el alma. Ni el cargo de Mateo ni sus ganancias, pudieron detenerlo cuando Cristo lo llamó. Él lo dejó todo, y aunque después, ocasionalmente, a los discípulos que eran pescadores los hallamos pescando otra vez, nunca más encontramos a Mateo en sus ganancias pecaminosas.

Vv. 10-13.Algún tiempo después de su llamado, Mateo procuró llevar a sus antiguos socios a que oyeran a Cristo. Sabía por experiencia lo que podía hacer la gracia de Cristo y no se desesperó al respecto. Los que son eficazmente llevados a Cristo no pueden sino desear que los demás también sean llevados a Él.
Aquellos que suponen que sus almas están sin enfermedad no acogerán al Médico espiritual. Este era el caso de los fariseos; ellos despreciaron a Cristo porque se creían íntegros; pero los pobres publicanos y pecadores sentían que les faltaba instrucción y enmienda. Fácil es, y también corriente, poner las peores interpretaciones sobre las mejores palabras y acciones. Puede sospecharse con justicia que los que no tienen la gracia de Dios, no se complacen con que otros la consigan. Aquí se llama misericordia que Cristo converse con los pecadores, porque fomentar la conversión de las almas es el mayor acto de misericordia.
El llamado del evangelio es un llamado al arrepentimiento; un llamado para que cambiemos nuestro modo de pensar y cambiemos nuestros caminos. Si los hijos de los hombres no fueran pecadores no hubiera sido necesario que Cristo viniera a ellos. Examinemos si hemos investigado nuestra enfermedad y si hemos aprendido a seguir las órdenes de nuestro gran Médico.

Vv. 14-17.En esta época Juan estaba preso; sus circunstancias, su carácter, y la naturaleza del mensaje que fue enviado a dar, guió a los que estaban peculiarmente afectos a él, a realizar ayunos frecuentes. Cristo los refirió al testimonio que Juan da de Él, Juan iii, 29. Aunque no cabe duda de que Jesús y sus discípulos vivieron en forma frugal y económica, sería impropio que sus discípulos ayunaran mientras tenían el consuelo de su presencia. Cuando está con ellos, todo está bien. La presencia del sol hace el día, y su ausencia produce la noche.
Nuestro Señor les recuerda luego las reglas comunes de la prudencia. No se acostumbraba tomar un pedazo de tela de lana cruda, que nunca había sido preparada, para coserla a un traje viejo, porque no se uniría bien con el ropaje viejo y suave, sino que lo desgarraría aún más, y la rasgadura sería peor. Ni tampoco los hombres echaban vino nuevo en odres viejos, que iban a podrirse y se reventarían por la fermentación del vino; al poner el vino nuevo en odres nuevos y fuertes, ambos serían preservados. Se requiere gran prudencia y cautela para que los nuevos convertidos no reciban ideas sombrías y prohibitorias del servicio de nuestro Señor; antes bien serán estimulados en los deberes a medida que sean capaces de soportarlos.

Vv. 18-26.La muerte de nuestros familiares debe llevarnos a Cristo que es nuestra vida. Gran honor para los reyes más grandes es esperar en el Señor; y los que reciban misericordia de Cristo deben honrarle. La variedad de métodos que Cristo usó para hacer sus milagros quizá se debió a las diferentes disposiciones mentales y temperamentos con que venían los que a Él acudían; todo esto lo conocía perfectamente Aquel que escudriña los corazones.
Una pobre mujer apeló a Cristo y recibió de Él misericordia, al pasar por el camino. Si sólo tocásemos, como si así fuera, el borde de la túnica de Cristo por fe viva, serán sanados nuestros peores males; no hay otra cura verdadera ni tenemos que temer que sepa cosas que son dolor y carga para nosotros, y que no las contaríamos a ningún amigo terrenal.
Cuando Cristo entró a la casa del hombre principal dijo: Apartaos. A veces, cuando prevalece el dolor del mundo, es difícil que entren Cristo y sus consolaciones. La hija del principal estaba realmente muerta, pero no para Cristo. La muerte del justo, de manera especial, debe ser considerada sólo un dormir.
Las palabras y las obras de Cristo pueden no ser entendidas al comienzo, aunque por eso no deben ser despreciadas. La gente fue fortalecida. Los escarnecedores que se ríen de lo que no entienden no son testigos apropiados de las maravillosas obras de Cristo. Las almas muertas no son resucitadas a la vida espiritual, a menos que Cristo las tome de la mano: está hecho en el día de su poder. Si este solo caso en que Cristo resucitó a un muerto reciente, aumentó tanto su fama, ¡qué será su gloria cuando todos los que están en los sepulcros oigan su voz y salgan; los que hicieron bien a resurrección de la vida, y los que hicieron mal, a resurrección de condenación!

Vv. 27-31.En esa época los judíos esperaban que apareciera el Mesías; estos ciegos supieron y proclamaron en las calles de Capernaum que había venido, y que era Jesús. Los que, por la providencia de Dios, han perdido la vista física, por gracia de Dios, pueden tener plenamente iluminados los ojos de su entendimiento. Sean las que sean nuestras necesidades y cargas, no necesitamos más provisión y apoyo que participar en la misericordia de nuestro Señor Jesús. En Cristo hay suficiente para todos.
Ellos lo siguieron gritando en voz alta. Iba a probar su fe, y nos enseñaría a orar siempre y no desmayar, aunque la respuesta no llegue de inmediato. Ellos siguieron a Cristo y lo siguieron clamando, pero la gran pregunta es: ¿Crees tú? La naturaleza puede hacernos fervorosos, pero es sólo la gracia la que puede obrar la fe.
Cristo tocó sus ojos. Él da vista a las almas ciegas por el poder de su gracia que va unida a su palabra, e imparte la cura sobre la fe de ellos. Los que apelan a Jesucristo serán tratados, no conforme a sus fantasías ni a su profesión, sino conforme a su fe.
A veces Cristo ocultaba sus milagros porque no quería dar pie al engaño que prevalecía entre los judíos de que su Mesías sería un príncipe temporal, y así, dar ocasión a que el pueblo intentara tumultos y sediciones.

Vv. 32-34.De ambos, mejor es un demonio mudo que uno que blasfeme. Las curas de Cristo van a la raíz, y eliminan el efecto quitando la causa; abren los labios rompiendo el poder de Satanás en el alma.
Nada puede convencer a quienes están bajo el poder del orgullo. Creerán cualquier cosa, por falsa o absurda que sea, antes que las Sagradas Escrituras; así, muestran la enemistad de sus corazones contra el santo Dios.

Vv. 35-38.Jesús visitó no sólo las ciudades grandes y ricas, sino las aldeas pobres y oscuras, y allí predicó, y sanó. Las almas de los más viles del mundo son tan preciosas para Cristo, y deben serlo para nosotros, como las almas de los que más figuren. Había sacerdotes, levitas, y escribas en toda la tierra; pero eran pastores de ídolos, Zacarías xi, 17; por tanto, Cristo tuvo compasión del pueblo como ovejas desamparadas y dispersas, como hombres que perecen por falta de conocimiento. A la fecha hay multitudes enormes que son como ovejas sin pastor, y debemos tener compasión y hacer todo lo que podamos para ayudarles. Las multitudes deseosas de instrucción espiritual formaban una cosecha abundante que necesitaba muchos obreros activos; pero pocos merecían ese carácter. Cristo es el Señor de la mies. Oremos que muchos sean levantados y enviados a trabajar para llevar almas a Cristo. Es señal de que Dios está por conceder alguna misericordia especial a un pueblo cuando los invita a orar por ello. Las misiones encomendadas a los obreros como respuesta a la oración, son las que más probablemente tengan éxito.

miércoles, 19 de septiembre de 2012


¿Qué se necesita para cambiar?  Todos tenemos áreas de nuestra vida que nos gustaría cambiar, esos hábitos de los que no nos sentimos nada orgullosos.

Quizá en muchas ocasiones has orado y llorado pidiendo a Dios que te ayude a cambiar en esto o aquello, pero cuando menos te percatas estas nuevamente cayendo en el mismo error.

Seguramente todos hemos tenido esos encuentros especiales con Dios, cuando las lágrimas corren por nuestras mejillas mientras con un sentimiento puro le pedimos al Señor que nos ayude, que no queremos seguir siendo los mismos, que necesitamos de Él y que ya no podemos más.

Llorar como niño delante de Dios pidiendo que nos ayude a cambiar es solo el inicio de un proceso que debemos de seguir para realmente cambiar. Muchos de nosotros queremos dejarle todo el trabajo a Dios y no ponemos de nuestra parte. Si bien es cierto que el único que puede transformar nuestra vida es Dios, también necesita que nosotros dispongamos nuestro corazón y vida para que actúe de una forma más efectiva.

Yo no puedo orar y pedirle a Dios que me ayude a cambiar, mientras yo no pongo absolutamente nada de mi parte. Dios es caballero y respeta mucho nuestras decisiones, Él jamás nos va a forzar para cambiarnos, Él no nos va a doblar la mano y a obligarnos para que de una vez por todas cambiemos, ¡No!, todo cambio que Dios quiere realizar tiene que tener como terreno un corazón dispuesto a ese cambio y una vida obediente a sus instrucciones.

Pero la pregunta es: ¿Qué se necesita para realmente cambiar?

Primero: Reconocer que tengo un problema. Hay mucha gente que no puede cambiar porque no reconoce que tiene un problema, el orgullo es una de los obstáculos mayúsculos que nos querrán evitar el cambio. La Biblia dice: “El orgulloso y arrogante al fin de cuentas fracasa.” Proverbios 16:18 (Traducción en lenguaje actual). Pero en contraste con la humildad dice: “El orgulloso termina en la vergüenza, y el humilde llega a ser sabio.” Proverbios 11:2 (Traducción en lenguaje actual). Reconocer que tengo un problema es el inicio de un posible cambio.

Segundo: Someterme a Dios. Cuando reconocemos que tenemos un problema y nos sometemos a Dios entonces vamos camino a una recuperación y restauración. Someterme a Dios tiene que ver con restaurar mi comunión personal con Él. La Biblia dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7 (Reina-Valera 1960). Tenemos que comenzar a restaurar aquella relación perdida, comienza a orar, no necesariamente tienen que ser largos periodos, si te cuesta orar, comienza con unos minutos cada día por una semana, y conforme vayas acostumbrándote aumente tu tiempo de oración y tus resultados será aun mejores. Lee la Biblia todos los días, medita sobre algún versículo en especial, escucha y entona una alabanza con las cuales te sientas muy bien delante de Dios, congrégate frecuentemente y conforme al tiempo vaya pasando sirve en alguna área de tu Iglesia, eso te servirá para mantener tu mente ocupada en el Señor.

Tercero: Velad constantemente. Nunca te creas que ya alcanzaste el nivel necesario para ya no fallar o no pecar, nuestro Señor Jesús nos enseño que teníamos que estar velando siempre para no caer en tentación: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Marcos14:38 (Reina Valera 1960). Este mismo versículo en otra traducción dice así: “No se duerman; oren para que puedan resistir la prueba que se acerca. Ustedes quieren hacer lo bueno, pero no pueden hacerlo con sus propias fuerzas.»” Marcos 14:38 (Traducción en lenguaje actual). Una vida espiritual que este prevenida y manteniéndose en comunión personal con Dios, es una vida que a la hora de la prueba saldrá con victoria.

Cuarto: Si fallas, no te rindas, inténtalo nuevamente. Quizá tu lleves a cabo los tres pasos anteriores: Reconociste que tenias un problema, te sometiste a Dios y estuviste velando constantemente, pero a pesar de ello en un momento de descuido fallaste nuevamente y te sientes muy mal, es allí donde el enemigo aprovechara para lanzar sus dardos de fuego sobre tu mente para hacerte creer que eres un fracasado y que nunca podrás cambiar. Es entonces en esos momento en donde debes llevar a la practica este cuarto paso: SI FALLAS, NO TE RINDAS, INTENTALO NUEVAMENTE. La vida cristiana es un ejercicio diario, si fallas, no puedes rendirte, porque es casi seguro que fallaremos, pero lo mas importante a la hora de fallar no es ese hecho, sino tener la disposición de levantarte y volver a intentarlo con el conocimiento de que ya sabes cómo fallaste y cómo poderlo evitar la próxima vez. La Biblia dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16a (Reina-Valera 1960).

¿Realmente quieres cambiar?, entonces humildemente te aconsejo que sigas estos cuatro pasos, si te das cuenta es un circulo que puede llevarte a la victoria, estos cuatro humildes consejos pueden ser la llave que necesitas para vencer aquellas cosas que hasta hoy te causaban mucho dolor, ya que fallar constantemente a Dios provoca en un hijo de Dios nacido de nuevo, mucho dolor.

Para terminar hoy quiero elevar una oración por tu vida, la cual te pido que recibas con una convicción firme:

“Dios mío que estas en los cielos, te doy gracias por todas tus bondades y tus misericordias para con nosotros, reconocemos que tu eres Soberano y gobiernas sobre nosotros, por esa razón hoy quiero elevar una oración por todas aquellas personas que sienten que no pueden cambiar, por todas aquellas personas que hasta cierto punto se sienten frustradas de intentarlo y no lograrlo, Padre, en esta hora te pido que pongas en su corazón el deseo de llevar a cabo estos humildes consejos respaldados por tu Palabra, Señor, pon en ellos el deseo de intentarlo nuevamente y la disciplina que se necesita para poner en practica estos consejos. Dales fuerza Señor, dales mucho dominio propio, dales la determinación que necesitan para salir de esos pozos de desesperación, dales la convicción de que tú estas con ellos, que nunca se sientan solos, abrázalos, hazles sentir tu presencia allí en el lugar donde están, renueva su aliento pero sobre todo que haya en cada uno de ellos un amor profundo hacia ti que como consecuencia los lleve a nunca rendirse de intentar agradarte. Gracias Padre porque sé que estas obrando, porque sé que sus vidas serán transformadas por tu poder y porque cada uno de ellos dispondrá su corazón para que tú trabajes libremente. Gracias mi Dios, en el Nombre de tu Hijo Amado Jesús, Amén.”

¡Adelante! ¡Dios está transformando tu vida!
“Mientras vivimos en esta tienda de campaña, que es nuestro cuerpo, nos sentimos muy tristes y cansados. Y no es que no queramos morir. Más bien, quisiéramos que nuestros cuerpos fueran transformados, y que lo que ha de morir se cambie por lo que vivirá para siempre.”
2 Corintios 5:4 (Traducción en lenguaje actual)

martes, 18 de septiembre de 2012

beneficio de Él


V. 1.Este versículo se refiere al final del sermón anterior. Aquellos a quienes Cristo se ha dado a conocer, desean saber más de Él.

Vv. 2-4. En estos versículos tenemos el relato de la limpieza de un leproso hecha por Cristo; el leproso se acercó a Él y lo adoró como a Uno investido de poder divino. Esta purificación no sólo nos guía a acudir a Cristo, que tiene poder sobre las enfermedades físicas, para la sanidad de ellas; también nos enseña la manera de apelar a Él. Cuando no podemos estar seguros de la voluntad de Dios, podemos estar seguros de su sabiduría y misericordia. Por grande que sea la culpa, en la sangre de Cristo hay aquello que la expía; ninguna corrupción es tan fuerte que no haya en su gracia lo que puede someterla. Para ser purificados debemos encomendarnos a su piedad; no podemos demandarlo como deuda; debemos pedirlo humildemente como un favor.
Quienes por fe apelan a Cristo por misericordia y gracia, pueden estar seguros de que Él les está dando libremente la misericordia y la gracia que ellos así procuran. Benditas sean las aflicciones que nos llevan a conocer a Cristo, y nos hacen buscar su ayuda y su salvación.
Quienes son limpios de su lepra espiritual, vayan a los ministros de Cristo y expongan su caso, para ser aconsejados, consolados y para que oren por ellos.

Vv. 5-13.Este centurión era pagano, un soldado romano. Aunque era soldado, no obstante, era un buen hombre. Ninguna vocación ni posición del hombre será excusa para la incredulidad y el pecado. Véase cómo expone el caso de su siervo. Debemos interesarnos por las almas de nuestros hijos y siervos, espiritualmente enfermos, que no sienten los males espirituales, y no conocen lo que es espiritualmente bueno; debemos llevarlos a Cristo por fe y por la oración.
Obsérvese su humillación. Las almas humildes se hacen más humildes por la gracia de Cristo en el trato con ellos. Obsérvese su gran fe. Mientras menos nos fiemos de nosotros mismos, más fuerte será nuestra confianza en Cristo. Aquí el centurión le reconoce mando con poder divino y pleno sobre todas las criaturas y poderes de la naturaleza, como un amo sobre sus siervos. Este tipo de siervos debemos ser todos para Dios; debemos ir y venir, conforme a los mandatos de su palabra y las disposiciones de su providencia.
Pero cuando el Hijo del Hombre viene, encuentra poca fe, por tanto, halla poco fruto. Una profesión externa hace que se nos llame hijos del reino, pero si descansamos en eso, y nada más podemos mostrar, seremos desechados.
El siervo obtuvo la sanidad de su enfermedad y el amo obtuvo la aprobación de su fe. Lo que se le dijo a él, se dice a todos: Cree y recibirás; sólo cree. Véase el poder de Cristo y el poder de la fe. La curación de nuestras almas es, de inmediato, el efecto y la prueba de nuestro interés en la sangre de Cristo.

Vv. 14-17.Pedro tenía una esposa aunque era apóstol de Cristo, lo que demuestra que aprobaba el estado del matrimonio, siendo bondadoso con la madre de la esposa de Pedro. La iglesia de Roma, que prohíbe que sus ministros se casen, contradice a este apóstol, sobre el cual tanto se apoyan. Tenía a su suegra consigo en su familia, lo que es ejemplo de ser bueno con nuestros padres. En la sanidad espiritual, la Escritura dice la palabra, el Espíritu da el toque, toca el corazón, toca la mano. Aquellos que se recuperan de una fiebre suelen estar débiles por un tiempo; pero para mostrar que esta curación estaba por sobre el poder de la naturaleza, la mujer estuvo tan bien que de inmediato se dedicó a los quehaceres de la casa.
Los milagros que hizo Jesús fueron publicados ampliamente, de modo que muchos se agolparon viniendo a Él, y sanó a todos los que estaban enfermos, aunque el paciente estuviera muy débil y el caso fuera de lo peor. Muchas son las enfermedades y las calamidades del cuerpo a las que estamos propensos; y hay más en esas palabras del evangelio que dicen que Jesucristo llevó nuestras enfermedades y nuestros dolores, para sostenernos y consolarnos cuando estamos sometidos a ellos, que en todos los escritos de los filósofos. No nos quejemos por el trabajo, el problema o el gasto al hacer el bien al prójimo.

Vv. 18-22.Uno de los escribas se apresuró a prometer; se dice cercano seguidor de Cristo. Parece muy resuelto. Muchas decisiones religiosas son producidas por una súbita convicción de pecado, y asumidas sin una debida reflexión; estas llegan a nada. Cuando este escriba ofreció seguir a Cristo, se podría pensar que Jesús debió sentirse animado; un escriba podía dar más crédito y servicio que doce pescadores; pero Cristo vio su corazón, y respondió a sus pensamientos, y, enseña a todos cómo ir a Cristo. Su resolución parece surgir de un principio mundano y codicioso; pero Cristo no tenía dónde reclinar su cabeza, y si él lo seguía, no debía esperar que le fuera mejor. Tenemos razón para pensar que este escriba se alejó.
Otro era demasiado lento. La demora en hacer es, por un lado, tan mala como la prisa para resolver por el otro. Pidió permiso para ocuparse de enterrar a su padre, y luego se pondría al servicio de Cristo. Esto parecía razonable aunque no era justo. No tenía celo verdadero por la obra. Enterrar al muerto, especialmente a un padre muerto, es una buena obra, pero no es tu obra en este momento. Si Cristo requiere nuestro servicio, debe cederse aun el afecto por los parientes más cercanos y queridos, y por las cosas que no son nuestro deber. A la mente sin disposición nunca le faltan las excusas. Jesús le dijo: Sígueme, y, sin duda, salió poder con esta palabra para él como para los otros; siguió a Cristo y se aferró de Él. El escriba dijo, yo te seguiré; a este otro hombre Cristo le dijo: Sígueme; comparándolos, se ve que somos llevados a Cristo por la fuerza de su llamado personal, Romanos ix, 16.

Vv. 23-27.Consuelo para quienes se hacen a la mar en barcos, y suelen peligrar allí, es reflexionar que tienen un Salvador en quien confiar y al cual orar, que sabe qué es estar en el agua y estar en tormentas. Quienes están pasando por el océano de este mundo con Cristo, deben esperar tormentas.
Su naturaleza humana, semejante a nosotros en todo, pero sin pecado, estaba fatigada y se durmió en ese momento para probar la fe de sus discípulos. Ellos fueron a su Maestro en su temor. Así es en el alma; cuando las lujurias y las tentaciones se levantan y rugen, y Dios está, al parecer, dormido a lo que ocurre, esto nos lleva al borde de la desesperación. Entonces, se clama por una palabra de su boca: Señor Jesús, no te quedes callado o estoy acabado. Muchos que tienen fe verdadera son débiles en ella. Los discípulos de Cristo eran dados a inquietarse con temores en un día tempestuoso; se atormentaban a sí mismos con que las cosas estaban mal para ellos, y con pensamientos desalentadores de que vendrá algo peor. Las grandes tormentas de la duda y temor en el alma, bajo el poder del espíritu de esclavitud, suelen terminar en una calma maravillosa, creada y dirigida por el Espíritu de adopción.
Ellos quedaron estupefactos. Nunca habían visto que una tormenta fuera de inmediato calmada a la perfección. El que puede hacer esto, puede hacer cualquier cosa, lo que estimula la confianza y el consuelo en Él, en el día más tempestuoso de adentro o de afuera, Isaías xxvi, 4.

Vv. 28-34.Los demonios nada tienen que ver con Cristo como Salvador; ellos no tienen ni esperan ningún beneficio de Él. ¡Oh, la profundidad de este misterio del amor divino: que el hombre caído tenga tanto que ver con Cristo, cuando los ángeles caídos nada tienen que ver con Él! Hebreos ii, 16. Seguramente que aquí sufrieron un tormento, al ser forzados a reconocer la excelencia que hay en Cristo, y aún así, no tener parte con Él. Los demonios no desean tener nada que ver con Cristo como Rey . Véase qué lenguaje hablan quienes no tendrán nada que ver con el evangelio de Cristo. Pero no es verdad que los demonios no tengan nada que ver con Cristo como Juez , porque tienen que ver, y lo saben; así es para con todos los hijos de los hombres.
Satanás y sus instrumentos no pueden ir más allá de lo que el Señor permita; ellos deben dejar la posesión cuando Él manda. No pueden romper el cerco de protección en torno a su pueblo; ni siquiera pueden entrar en un cerdo sin su permiso.
Recibieron el permiso. A menudo Dios permite, por objetivos santos y sabios, los esfuerzos de la ira de Satanás. Así, pues, el diablo apresura a la gente a pecar; los apura a lo que han resuelto en contra, de lo cual saben que será vergüenza y pena para ellos: miserable es la condición de los que son llevados cautivos por él a su voluntad.
Hay muchos que prefieren sus cerdos al Salvador y, así, no alcanzan a Cristo y la salvación por Él. Ellos desean que Cristo se vaya de sus corazones, y no soportan que Su Palabra tenga lugar en ellos, porque Él y su palabra destruirían sus concupiscencias brutales, eso que se entrega a los cerdos como alimento. Justo es que Cristo abandone a los que están cansados de Él; y después diga: Apartaos, malditos, a quienes ahora le dicen al Todopoderoso: Véte de nosotros.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Debemos juzgarnos a nosotros mismos


Mateo   7.
Vv. 1-6.Debemos juzgarnos a nosotros mismos, y juzgar nuestros propios actos, pero sin hacer de nuestra palabra una ley para nadie. No debemos juzgar duramente a nuestros hermanos sin tener base. No debemos hacer lo peor de la gente. Aquí hay una reprensión justa para todos los que pelean con sus hermanos por faltas pequeñas, mientras ellos se permiten las grandes. Algunos pecados son como motas, mientras otros son como vigas; algunos son como un mosquito, y otros son como un camello. No es que haya pecado pequeño; si es como mota o una astilla, está en el ojo; si es un mosquito está en la garganta; ambos son dolorosos y peligrosos, y no podemos estar bien ni cómodos hasta que salgan. Lo que la caridad nos enseña a llamar no más que paja en el ojo ajeno, el arrepentimiento y la santa tristeza nos enseñará a llamarlo viga en el nuestro. Extraño es que un hombre pueda estar en un estado pecaminoso y miserable, y no darse cuenta de eso, como un hombre que tiene una viga en su ojo y no la toma en cuenta; pero el dios de este mundo les ciega el entendimiento.
Aquí hay una buena regla para los que juzgan: primero refórmate a ti mismo.

Vv. 7-11.La oración es el medio designado para conseguir lo que necesitamos. Orad; orad a menudo; haced de la oración vuestra ocupación, y sed serios y fervientes en ello. Pedid, como un mendigo pide limosna. Pedid como el viajero pregunta por el camino. Buscad como se busca una cosa de valor que perdimos; o como el mercader que busca perlas buenas. Llamad como llama a la puerta el que desea entrar en casa. El pecado cerró y echó llave a la puerta contra nosotros; por la oracióñ llamamos.
Sea lo que sea por lo que oréis, conforme a la promesa, os será dado si Dios ve que es bueno para vosotros, y ¿qué más querrías tener? Esto está hecho para aplicarlo a todos los que oran bien; todo el que pide, recibe, sea judío o gentil, joven o viejo, rico o pobre, alto o bajo, amo o sirviente, docto o indocto, todos por igual son bienvenidos al trono de la gracia, si van por fe.
Se explica comparándolo con los padres terrenales y su aptitud para dar a sus hijos lo que piden. Los padres suelen ser neciamente afectuosos, pero Dios es omnisciente; Él sabe lo que necesitamos, lo que deseamos, y lo que es bueno para nosotros. Nunca supongamos que nuestro Padre celestial nos pediría que oremos y, luego, se negaría oír o darnos lo que nos perjudica.

Vv. 12-14.Cristo vino a enseñarnos, no sólo lo que tenemos que saber y creer, sino lo que tenemos que hacer; no sólo para con Dios, sino para con los hombres; no sólo para con los que son de nuestro partido y denominación, sino para con los hombres en general, con todos aquellos que nos relacionemos. Debemos hacer a nuestro prójimo lo que nosotros mismos reconocemos que es bueno y razonable. En nuestros tratos con los hombres debemos ponernos en el mismo caso y en las circunstancias que aquellos con quienes nos relacionamos, y actuar en conformidad con ello.
No hay sino dos caminos: el correcto y el errado, el bueno y el malo; el camino al cielo y el camino al infierno; todos vamos caminando por uno u otro: no hay un lugar intermedio en el más allá; no hay un camino neutro. Todos los hijos de los hombres somos santos o pecadores, buenos o malos.
Fijaos en que el camino del pecado y de los pecadores que la puerta es ancha y está abierta. Podéis entrar por esta puerta con todas las lujurias que la rodean; no frena apetitos ni pasiones. Es un camino ancho; hay muchas sendas en este; hay opciones de caminos pecaminosos. Hay multitudes en este camino. Pero, ¿qué provecho hay en estar dispuesto a irse al infierno con los demás, porque ellos no irán al cielo con nosotros? El camino a la vida eterna es angosto. No estamos en el cielo tan pronto como pasamos por la puerta angosta. Hay que negar el yo, mantener el cuerpo bajo control, y mortificar las corrupciones. Hay que resistir las tentaciones diarias; hay que cumplir los deberes. Debemos velar en todas las cosas y andar con cuidado; y tenemos que pasar por mucha tribulación. No obstante, este camino nos invita a todos; lleva a la vida; al consuelo presente en el favor de Dios, que es la vida del alma; a la bendición eterna, cuya esperanza al final de nuestro camino debe facilitarnos todas las dificultades del camino. Esta simple declaración de Cristo ha sido descartada por muchos que se han dado el trabajo de hacerla desparecer con explicaciones pero, en todas la épocas el discípulo verdadero de Cristo ha sido mirado como una personalidad singular, que no está de moda; y todos los que se pusieron del lado de la gran mayoría, se han ido por el camino ancho a la destrucción. Si servimos a Dios, debemos ser firmes en nuestra religión. —¿Podemos oír a menudo sobre la puerta estrecha y el camino angosto y que son pocos los que los hallan, sin dolernos por nosotros mismos o sin considerar si entramos al camino angosto y cuál es el avance que estamos haciendo ahí?

Vv. 15-20.Nada impide tanto a los hombres pasar por la puerta estrecha y llegar a ser verdaderos seguidores de Cristo, como las doctrinas carnales, apaciguadoras y halagadoras de quienes se oponen a la verdad. Estos pueden conocerse por el arrastre y los efectos de sus doctrinas. Una parte de sus temperamentos y conductas resulta contraria a la mente de Cristo. Las opiniones que llevan a pecar no vienen de Dios.

Vv. 21-29.Aquí Cristo muestra que no bastará reconocerlos como nuestro Amo sólo de palabra y lengua. Es necesario para nuestra dicha que creamos en Cristo, que nos arrepintamos de pecado, que vivamos una vida santa, que nos amemos unos a otros. Esta es su voluntad, nuestra santificación.
Pongamos cuidado de no apoyarnos en los privilegios y obras externas, no sea que nos engañemos y perezcamos eternamente con una mentira a nuestra derecha, como lo hacen multitudes. Que cada uno que invoca el nombre de Cristo se aleje de todo pecado. Hay otros cuya religión descansa en el puro oír, sin ir más allá; sus cabezas están llenas de nociones vacías. Estas dos clases de oidores están representados por los dos constructores. Esta parábola nos enseña a oír y hacer los dichos del Señor Jesús: algunos pueden parecer duros para carne y sangre, pero deben hacerse. Cristo está puesto como cimiento y toda otra cosa fuera de Cristo es arena. Algunos construyen sus esperanzas en la prosperidad mundanal; otros, en una profesión externa de religión. Sobre estas se aventuran, pero esas son todo arena, demasiado débiles para soportar una trama como nuestras esperanzas del cielo.
Hay una tormenta que viene y probará la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿dónde está la esperanza del hipócrita? La casa se derrumbó en la tormenta, cuando más la necesitaba el constructor, y esperaba que le fuera un refugio. Se cayó cuando era demasiado tarde para edificar otra. El Señor nos haga constructores sabios para la eternidad. Entonces, nada nos separará del amor de Cristo Jesús.
Las multitudes se quedaban atónitas ante la sabiduría y el poder de la doctrina de Cristo. Este sermón, tan a menudo leído, siempre es nuevo. Cada palabra prueba que su Autor es divino. Seamos cada vez más decididos y fervientes, y hagamos de una u otra de estas bienaventuranzas y gracias cristianas, el tema principal de nuestros pensamientos, por semanas seguidas. No descansemos en deseos generales y confusos al respecto, por los cuales podemos captar todo, pero sin retener nada.

jueves, 13 de septiembre de 2012

nuestro Señor advirtió contra la hipocresía


Vv. 1-4.En seguida, nuestro Señor advirtió contra la hipocresía y la simulación exterior en los deberes religiosos. Lo que hay que hacer, debemos hacerlo a partir de un principio interior de ser aprobados por Dios, no la búsqueda del elogio de los hombres. En estos versículos se nos advierte contra la hipocresía de dar limosna. Atención a esto. Es pecado sutil; y la vanagloria se infiltra en lo que hacemos, antes de darnos cuenta. Pero el deber no es menos necesario ni menos excelente porque los hipócritas abusan de él para servir a su orgullo. La condena que Cristo dicta parece primero una promesa, pero es su recompensa; no es la recompensa que promete Dios a los que hacen el bien, sino la recompensa que los hipócritas se prometen a sí mismos, y pobre recompensa es; ellos lo hicieron para ser vistos por los hombres, y son vistos por los hombres. Cuando menos notamos nuestras buenas obras, Dios las nota más. Él te recompensará; no como amo que da a su siervo lo que se gana, y nada más, sino como Padre que da abundantemente a su hijo lo que le sirve.

Vv. 5-8.Se da por sentado que todos los que son discípulos de Cristo oran. Puede que sea más rápido hallar un hombre vivo que no respire que a un cristiano vivo que no ore. Si no hay oración, entonces no hay gracia. Los escribas y los fariseos eran culpables de dos grandes faltas en la oración: la vanagloria y la vana repetición. —“Verdaderamente ellos tienen su recompensa”; si en algo tan grande entre nosotros y Dios, cuando estamos orando, podemos tener en cuenta una cosa tan pobre como el halago de los hombres, justo es que eso sea toda nuestra recompensa. Pero no hay un musitar secreto y repetido en busca de Dios que Él no vea. Se le llama recompensa, pero es de gracia, no por deuda; ¿qué mérito puede haber en mendigar? Si no da a su pueblo lo que piden, se debe a que sabe que no lo necesitan y que no es para su bien. Tanto dista Dios de ser convencido por el largo o las palabras de nuestras oraciones, que las intercesiones más fuertes son las que se emiten con gemidos indecibles. Estudiemos bien lo que muestra la actitud mental en que debemos ofrecer nuestras oraciones, y aprendamos diariamente de Cristo cómo orar.

Vv. 9-15.Cristo vio que era necesario mostrar a sus discípulos cuál debe ser corrientemente el tema y el método de su oración. No se trata que estemos atados sólo a usar la misma oración siempre, pero, indudablemente, es muy bueno orar según un modelo. Dice mucho en pocas palabras; se usa en forma aceptable no más de lo que se usa con entendimiento y sin vanas repeticiones.
Seis son las peticiones: las primeras tres se relacionan más expresamente a Dios y su honra; las otras tres, a nuestras preocupaciones temporales y espirituales. Esta oración nos enseña a buscar primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas serán añadidas.
Después de las cosas de la gloria, del reino y de la voluntad de Dios, oramos por el sustento y el consuelo necesario en la vida presente. Aquí cada palabra contiene una lección. Pedimos pan ; eso nos enseña sobriedad y templanza: y sólo pedimos pan, no lo que no necesitamos. Pedimos por nuestro pan; eso nos enseña honestidad y trabajo; no tenemos que pedir el pan de los demás ni el pan del engaño, Proverbios xx, 17. Ni el pan del ocio, Proverbios xxxi, 27, sino el pan honestamente obtenido. Pedimos por nuestro pan diario , lo que nos enseña a depender constantemente de la providencia divina. Rogamos a Dios que nos los dé ; no que lo venda ni lo preste, sino que lo dé. El más grande de los hombres debe dirigirse a la misericordia de Dios para su pan diario. Oramos, dánoslo . Esto nos enseña compasión por el pobre. También que debemos orar con nuestra familia. Oramos que Dios nos lo dé este día , lo que nos enseña a renovar los deseos de nuestras almas en cuanto a Dios, como son renovadas las necesidades de nuestros cuerpos. Al llegar el día debemos orar a nuestro Padre celestial y reconocer que podríamos pasar muy bien el día sin comida, pero no sin oración.
Se nos enseña a odiar y aborrecer el pecado mientras esperamos misericordia, a desconfiar de nosotros, a confiar en la providencia y la gracia de Dios para impedirnos pecar, a estar preparados para resistir al tentador, y no volvernos tentadores de los demás.
Aquí hay una promesa: Si perdonas tu Padre celestial también te perdonará. Debemos perdonar porque esperamos ser perdonados. Los que desean hallar misericordia de Dios deben mostrar misericordia a sus hermanos. Cristo vino al mundo como el gran Pacificador no sólo para reconciliarnos con Dios sino los unos con los otros.

Vv. 16-18.El ayuno religioso es un deber requerido a los discípulos de Cristo pero no es tanto un deber en sí mismo, sino como medio para disponernos para otros deberes. Ayunar es humillar el alma, Salmo xxxv, 13; esta es la faz interna del deber; por tanto, que sea tu principal interés, y en cuanto a la externa, no permitas que se vea codicia. Dios ve en lo secreto, y te recompensará en público.

Vv. 19-24.La mentalidad mundana es síntoma fatal y corriente de la hipocresía, porque por ningún pecado puede Satanás tener un soporte más seguro y más firme en el alma que bajo el manto de una profesión de fe. Algo tendrá el alma que mirar como lo mejor aquello en lo cual se complace y confía por encima de todas las demás cosas. Cristo aconseja que hagamos como nuestras mejores cosas a los goces y las glorias del otro mundo, las cosas que no se ven, que son eternas y que pongamos nuestra felicidad en ellas. Hay tesoros en el cielo. Sabiduría nuestra es poner toda diligencia para asegurar nuestro derecho a la vida eterna por medio de Jesucristo, y mirar todas las cosas de aquí abajo como indignas de ser comparadas con aquellas y a estar contentos con nada menos que ellas. Es felicidad superior y más allá de los cambios y azares del tiempo, es herencia incorruptible.
El hombre mundano se equivoca en su primer principio; por tanto, todos sus razonamientos y acciones que de ahí surgen deben ser malos. Esto se aplica por igual a la falsa religión; lo que es considerado luz es la oscuridad más densa. Este es un ejemplo espantoso, pero corriente; por tanto, debemos examinar cuidadosamente nuestros principios directrices a la luz de la palabra de Dios, pidiendo con oración ferviente la enseñanza de su Espíritu.
Un hombre puede servir un poco a dos amos, pero puede consagrarse al servicio de no más que uno. Dios requiere todo el corazón y no lo compartirá con el mundo. Cuando dos amos se oponen entre sí, ningún hombre puede servir a ambos. Él se aferra y ama al mundo, y debe despreciar a Dios; el que ama a Dios debe dejar la amistad del mundo.

Vv. 25-34.Escasamente haya otro pecado contra el cual advierta más nuestro Señor Jesús a sus discípulos que las preocupaciones inquietantes, distractoras y desconfiadas por las cosas de esta vida. A menudo esto entrampa al pobre tanto como el amor a la riqueza al rico. Pero hay una despreocupación por las cosas temporales que es deber, aunque no debemos llevar a un extremo estas preocupaciones lícitas.
No os afanéis por vuestra vida. Ni por la extensión de ella, sino referidla a Dios para que la alargue o acorte según le plazca; nuestros tiempos están en su mano y están en buena mano. Ni por las comodidades de esta vida; dejad que Dios la amargue o endulce según le plazca. Dios ha prometido la comida y el vestido, por tanto podemos esperarlos.
No penséis en el mañana, en el tiempo venidero. No os afanéis por el futuro, cómo viviréis el año que viene, o cuando estéis viejos, o qué dejaréis detrás de vosotros. Como no debemos jactarnos del mañana, así tampoco debemos preocuparnos por el mañana o sus acontecimientos. Dios nos ha dado vida y nos ha dado el cuerpo. ¿Y qué no puede hacer por nosotros el que hizo eso? Si nos preocupamos de nuestras almas y de la eternidad, que son más que el cuerpo y esta vida, podemos dejarle en manos de Dios que nos provea comida y vestido, que son lo menos.
Mejorad esto como exhortación a confiar en Dios. Debemos reconciliarnos con nuestro patrimonio en el mundo como lo hacemos con nuestra estatura. No podemos alterar las disposiciones de la providencia, por tanto debemos someternos y resignarnos a ellas. El cuidado considerado por nuestras almas es la mejor cura de la consideración cuidada por el mundo. Buscad primero el reino de Dios y haced de la religión vuestra ocupación: no digáis que este es el modo de hambrearte; no es la manera de estar bien provisto, aun en este mundo.
La conclusión de todo el asunto es que es la voluntad y el mandamiento del Señor Jesús, que por las oraciones diarias podamos obtener fuerza para sostenernos bajo nuestros problemas cotidianos, y armarnos contra las tentaciones que los acompañan y no dejar que ninguna de esas cosas nos conmuevan.
Bienaventurados los que toman al Señor como su Dios, y dan plena prueba de ellos confiándose totalmente a su sabia disposición. Que tu Espíritu nos dé convicción de pecado en la necesidad de esta disposición y quite lo mundano de nuestros corazones.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿Puede ser bueno el sufrimiento?


¿Puede ser bueno el sufrimiento?

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones.
2 Corintios 1:3-4
A veces no nos detenemos a pensar que Dios puede convertir lo malo del sufrimiento en una lección para bien, una lección que podemos aprovechar para crecer espiritualmente. A veces el sufrimiento en forma de persecución se produce sencillamente porque no queremos comprometer nuestra fidelidad al Señor. Muchas otras veces es simplemente el dolor común, la dificultad, la enfermedad y los conflictos resultantes de la corrupción del pecado del mundo.
Sin embargo, a veces Dios trae el sufrimiento como un medio de disciplinarnos cuando caemos en pecado. Eso fue lo que les ocurrió a Ananías y Safira en la iglesia primitiva (vea Hch. 5:1-11). De igual manera, Dios castigó a algunos miembros de la iglesia de Corinto por sus pecados (1 Co. 11:29-30).
Cualquiera que sea el caso, no hay que ver el sufrimiento como malo. Puede enseñarnos bondad, solidaridad, humildad, compasión, paciencia y mansedumbre. Mucho más importante es que Dios puede usar el sufrimiento de formas excepcionales para hacer que usted se acerque más a Él. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Los pobres en espíritu son bienaventurados.


Vv. 1, 2.Nadie hallará felicidad en este mundo o en el venidero si no la busca en Cristo por el gobierno de su palabra. Él les enseñó lo que era el mal que ellos debían aborrecer, y cual es el bien que deben buscar y en el cual abundar.

Vv. 3-12.Aquí nuestro Salvador da ocho características de la gente bienaventurada que para nosotros representan las gracias principales del cristiano.
1. Los pobres en espíritu son bienaventurados. Estos llevan sus mentes a su condición cuando es baja. Son humildes y pequeños según su propio criterio. Ven su necesidad, se duelen por su culpa y tienen sed de un Redentor. El reino de la gracia es de los tales; el reino de la gloria es para ellos.
2. Los que lloran son bienaventurados. Parece ser aquí se trata esa tristeza santa que obra verdadero arrepentimiento, vigilancia, mente humilde y dependencia continua para ser aceptado por la misericordia de Dios en Cristo Jesús, con búsqueda constante del Espíritu Santo para limpiar el mal residual. El cielo es el gozo de nuestro Señor; un monte de gozo, hacia el cual nuestro camino atraviesa un valle de lágrimas. Tales dolientes serán consolados por su Dios.
3. Los mansos son bienaventurados. Los mansos son los que se someten calladamente a Dios; los que pueden tolerar insultos; son callados o devuelven una respuesta blanda; los que, en su paciencia, conservan el dominio de sus almas, cuando escasamente tienen posesión de alguna otra cosa. Estos mansos son bienaventurados aun en este mundo. La mansedumbre fomenta la riqueza, el consuelo y la seguridad, aun en este mundo.
4. Los que tienen hambre y sed de justicia son bienaventurados. La justicia está aquí puesta por todas las bendiciones espirituales. Estas son compradas para nosotros por la justicia de Cristo, confirmadas por la fidelidad de Dios. Nuestros deseos de bendiciones espirituales deben ser fervientes. Aunque todos los deseos de gracia no son gracia, sin embargo, un deseo como este es un deseo de los que son creados por Dios y Él no abandonará a la obra de Sus manos.
5. Los misericordiosos son bienaventurados. Debemos no sólo soportar nuestras aflicciones con paciencia, sino que debemos hacer todo lo que podamos por ayudar a los que estén pasando miserias. Debemos tener compasión por las almas del prójimo, y ayudarles; compadecer a los que estén en pecado, y tratar de sacarlos como tizones fuera del fuego.
6. Los limpios de corazón son bienaventurados, porque verán a Dios. Aquí son plenamente descritas y unidas la santidad y la dicha. Los corazones deben ser purificados por la fe y mantenidos para Dios. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio. Nadie sino el limpio es capaz de ver a Dios, ni el cielo se promete para el impuro. Como Dios no tolera mirar la iniquidad, así ellos no pueden mirar su pureza.
7. Los pacificadores son bienaventurados. Ellos aman, desean y se deleitan en la paz; y les agrada tener quietud. Mantienen la paz para que no sea rota y la recuperan cuando es quebrantada. Si los pacificadores son bienaventurados, ¡ay de los que quebrantan la paz! -8. Los que son perseguidos por causa de la justicia son bienaventurados. Este dicho es peculiar del cristianismo; y se enfatiza con mayor intensidad que el resto. Sin embargo, nada hay en nuestros sufrimientos que pueda ser mérito ante Dios, pero Dios verá que quienes pierden por Él, aun la misma vida, no pierdan finalmente por causa de Él. —¡Bendito Jesús, cuán diferentes son tus máximas de las de los hombres de este mundo! Ellos llaman dichoso al orgulloso, y admiran al alegre, al rico, al poderoso y al victorioso. Alcancemos nosotros misericordia del Señor; que podamos ser reconocidos como sus hijos, y heredemos el reino. Con estos deleites y esperanzas, podemos dar la bienvenida con alegría a las circunstancias bajas o dolorosas.

Vv. 13-16.Vosotros sois la sal de la tierra. La humanidad, en la ignorancia y la maldad, era como un montón enorme, listo para podrirse, pero Cristo envió a sus discípulos, para sazonarla, por sus vidas y doctrinas, con el conocimiento y la gracia. Si no son como debieran ser, son como sal que ha perdido su sabor. Si un hombre puede adoptar la confesión de Cristo, y, sin embargo, permanecer sin gracia, ninguna otra doctrina, ningún otro medio lo hace provechoso. Nuestra luz debe brillar haciendo buenas obras tales que los hombres puedan verlas. Lo que haya entre Dios y nuestras almas debe ser guardado para nosotros mismos, pero lo que, de sí mismo, queda abierto a la vista de los hombres, debemos procurar que se conforme a nuestra profesión y que sea encomiable. Debemos apuntar a la gloria de Dios.

Vv. 17-20.Que nadie suponga que Cristo permite que su pueblo juegue con cualquiera de los mandamientos de la santa ley de Dios. Ningún pecador participa de la justicia justificadora de Cristo hasta que se arrepiente de sus malas obras. La misericordia revelada en el evangelio guía al creyente a un aborrecimiento de sí mismo aún más profundo. La ley es la regla del deber del cristiano, y éste se deleita en ella. Si alguien que pretende ser discípulo de Cristo se permitirse cualquier desobediencia a la ley de Dios, o enseña al prójimo a hacerlo, cualquiera sea su situación o reputación entre los hombres, no puede ser verdadero discípulo. La justicia de Cristo, que nos es imputada por la sola fe, es necesaria para todos los que entran al reino de la gracia o de la gloria, pero la nueva creación del corazón para santidad produce un cambio radical en el temperamento y la conducta del hombre.

Vv. 21-26.Los maestros judíos habían enseñado que nada, salvo el homicidio, era prohibido por el sexto mandamiento. Así, eliminaban su significado espiritual. Cristo mostró el significado completo de este mandamiento; conforme al cual debemos ser juzgados en el más allá y, por tanto, debiera ser obedecido ahora. Toda ira precipitada es homicidio en el corazón. Por nuestro hermano, aquí escrito, debemos entender a cualquier persona, aunque muy por debajo de nosotros, porque somos todos hechos de una sangre. “Necio”es una palabra de burla que viene del orgullo; “Tú eres un necio”es palabra desdeñosa que viene del odio. La calumnia y las censuras maliciosas son veneno que mata secreta y lentamente. Cristo les dijo que por ligeros que consideraran estos pecados, ciertamente serían llamados a juicio por ellos. Debemos conservar cuidadosamente el amor y la paz cristianas con todos nuestros hermanos; y, si en algún momento, hay una pelea, debemos confesar nuestra falta, humillarnos a nuestro hermano, haciendo u ofreciendo satisfacción por el mal hecho de palabra u obra: y debemos hacer esto rápidamente porque hasta que lo hagamos, no seremos aptos para nuestra comunión con Dios en las santas ordenanzas. Cuando nos estamos preparando para algún ejercicio religioso bueno es que nosotros hagamos de esto una ocasión para reflexionar y examinarnos con seriedad.
Lo que aquí se dice es muy aplicable a nuestro ser reconciliados con Dios por medio de Cristo. Mientras estemos vivos, estamos en camino a su trono de juicio, después de la muerte, será demasiado tarde. Cuando consideramos la importancia del caso, y la incertidumbre de la vida, ¡cuán necesario es buscar la paz con Dios sin demora!

Vv. 27-32.La victoria sobre los deseos del corazón debe ir acompañada con ejercicios dolorosos, pero debe hacerse. Toda cosa es dada para salvarnos de nuestros pecados, no en ellos. Todos nuestros sentidos y facultades deben evitar las cosas que conducen a transgredir. Quienes llevan a los demás a la tentación de pecar, por la ropa o en cualquiera otra forma, o los dejan en ello, o los exponen a ello, se hacen culpables de su pecado, y serán considerados responsables de dar cuentas por ello. Si uno se somete a las operaciones dolorosas, para salvarnos la vida, ¿de qué debiera retenerse nuestra mente cuando lo que está en juego es la salvación de nuestra alma? Hay tierna misericordia tras todos los requisitos divinos, y las gracias y consuelos del Espíritu nos facultarán para satisfacerlos.

Vv. 33-37.No hay razón para considerar que son malos los votos solemnes en un tribunal de justicia o en otras ocasiones apropiadas, siempre y cuando sean formulados con la debida reverencia. Pero todos los votos hechos sin necesidad o en la conversación corriente, son pecaminosos, como asimismo todas las expresiones que apelan a Dios, aunque las personas piensen que por ello evaden la culpa de jurar. Mientras peores sean los hombres, menos comprometidos están por los votos; mientras mejores sean, menos necesidad hay de los votos. Nuestro Señor no indica los términos precisos con que tenemos que afirmar o negar, sino que el cuidado constante de la verdad haría innecesarios los votos y juramentos.

Vv. 38-42.La sencilla instrucción es: Soporta cualquier injuria que puedas sufrir por amor a la paz, encomendando tus preocupaciones al cuidado del Señor. El resumen de todo es que los cristianos deben evitar las disputas y las querellas. Si alguien dice que carne y sangre no pueden pasar por tal afrenta, que se acuerden que carne y sangre no heredarán el reino de Dios, y los que actúan sobre la base de los principios justos tendrán suma paz y consuelo.

Vv. 43-48.Los maestros judíos entendían por “prójimo”sólo a los que eran de su propio país, nación y religión, a los que les complacía considerar amigos. El Señor Jesús enseña que debemos hacer toda la bondad verdadera que podamos a todos, especialmente a sus almas. Debemos orar por ellos. Mientras muchos devolverán bien por bien, hemos de devolver bien por mal; y esto hablará de un principio más noble en que se basa la mayoría de los hombres para actuar. Otros saludan a sus hermanos, y abrazan a los de su propio partido, costumbre y opinión pero nosotros no debemos limitar así nuestro respeto.
Deber de los cristianos es desear y apuntar a la perfección, y seguir adelante en gracia y santidad. Allí debemos tener la intención de conformarnos al ejemplo de nuestro Padre celestial, 1 Pedro i, 15, 16. Seguramente se espera más de los seguidores de Cristo que de los demás; seguramente se hallará más en ellos que en los demás. Roguemos a Dios que nos capacite para demostrarnos como hijos suyos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Con referencia a la tentación de Cristo


Mateo   4.Vv. 1-11.Con referencia a la tentación de Cristo obsérvese que fue tentado inmediatamente después de ser declarado Hijo de Dios y Salvador del mundo; los grandes privilegios y las señales especiales del favor divino no aseguran a nadie que no va a ser tentado. Pero si el Espíritu Santo da testimonio que hemos sido adoptados como hijos de Dios, eso contestará todas las sugerencias del espíritu malo.
Cristo fue llevado al combate. Si hacemos gala de nuestra propia fuerza, y desafiamos al diablo a tentarnos, provocamos a que Dios nos deje librados a nosotros mismos. Otros son tentados, cuando son desviados por su propia concupiscencia, y son seducidos, Santiago i, 14; pero nuestro Señor Jesús no tenía naturaleza corrupta, por tanto Él fue tentado sólo por el diablo. Se manifiesta en la tentación de Cristo que nuestro enemigo es sutil, mal intencionado y muy atrevido, pero se le puede resistir. Consuelo para nosotros es que Cristo sufrió siendo tentado, porque, así, se manifiesta que nuestras tentaciones, mientras no cedamos a ellas, no son pecado y sólo son aflicciones. En todas sus tentaciones Satanás atacaba para que Cristo pecara contra Dios.
1. Lo tentó a desesperarse de la bondad de su Padre, y a desconfiar del cuidado de su Padre. Una de las tretas de Satanás es sacar ventaja de nuestra condición externa; y los que son puestos en apreturas tienen que redoblar su guardia. Cristo respondió todas las tentaciones de Satanás con un “Está escrito”para darnos el ejemplo al apelar a lo que está escrito en la Biblia. Nosotros debemos adoptar este método cada vez que seamos tentados a pecar. Aprendamos a no seguir rumbos equivocados a nuestra provisión, cuando nuestras necesidades son siempre tan apremiantes: el Señor proveerá en una u otra forma.
2. Satanás tentó a Cristo a que presumiera del poder y protección de su Padre en materia de seguridad. No hay extremos más peligrosos que la desesperación y la presunción, especialmente en lo referido a los asuntos de nuestra alma. Satanás no objeta lugares sagrados como escenario de sus asaltos. No bajemos la guardia en ningún lugar. La ciudad santa es el lugar donde, con la mayor ventaja, tienta a los hombres al orgullo y la presunción. Todos los altos son lugares resbalosos; el avance en el mundo hace al hombre un blanco para que Satanás le dispare sus dardos de fuego. ¿Satanás está tan bien versado en las Escrituras que es capaz de citarlas fácilmente? Sí, lo está. Es posible que un hombre tenga su cabeza llena de nociones de las Escrituras, y su boca llena de expresiones de las Escrituras mientras su corazón está lleno de enconada enemistad con Dios y contra toda bondad. Satanás citó mal las palabras. Si nos salimos de nuestro camino, fuera del camino de nuestro deber, abandonamos la promesa y nos ponemos fuera de la protección de Dios. Este pasaje, Deuteronomio viii, 3, hecho contra el tentador, por tanto él omitió una parte. Esta promesa es firme y resiste bien. ¿Pero seguiremos en pecado para que la gracia abunde? No.
3. Satanás tentó a Cristo a la idolatría con el ofrecimiento de los reinos del mundo y la gloria de ellos. La gloria del mundo es la tentación más encantadora para quien no piensa y no se da cuenta; esto es lo que más fácilmente vence a los hombres. Cristo fue tentado a adorar a Satanás. Rechazó con aborrecimiento la propuesta. “¡Vete de aquí Satanás!”Algunas tentaciones son abiertamente malas; y no son para ser simplemente resistidas, sino para ser rechazadas de inmediato. Bueno es ser rápido y firme para resistir la tentación. Si resistimos al diablo, éste huirá de nosotros. Pero el alma que delibera está casi vencida. Encontramos sólo unos pocos que pueden rechazar resueltamente tales carnadas, como las que ofrece Satanás aunque, ¿de qué le aprovecha a un hombre si gana a todo el mundo y pierde su alma? -Cristo fue socorrido después de la tentación para estimularlo a seguir en su esfuerzo, y para estimularnos a confiar en Él, porque supo, por experiencia, lo que es sufrir siendo tentado, de modo que sabía lo que es ser socorrido en la tentación; por tanto, podemos esperar no sólo que sienta por su pueblo tentado, sino que venga con el oportuno socorro.

Vv. 12-17.Justo es que Dios quite el evangelio y los medios de gracia de quienes los desprecian y los arrojan de sí. Cristo no se quedará mucho tiempo donde no sea bienvenido. Los que están sin Cristo están en las tinieblas. Están instalados en esa condición, una postura contenta; la eligen antes que la luz; son voluntariamente ignorantes. Cuando viene el evangelio, viene la luz; cuando llega a cualquier parte, cuando llega a un alma, ahí se hace de día. La luz revela y dirige; así lo hace el evangelio.
La doctrina del arrepentimiento es buena doctrina del evangelio. No sólo el austero Juan el Bautista, sino el bondadoso Jesús predicó el arrepentimiento. Aún existe la misma razón para hacerlo así.
No se reconoció por completo que el reino de los cielos había llegado hasta la venida del Espíritu Santo después de la ascensión de Cristo.

Vv. 18-22.Cuando Cristo empezó a predicar empezó a reunir discípulos que debían ser oyentes, y luego predicadores, de su doctrina, que debían ser testigos de sus milagros, y luego testificar acerca de ellos. No fue a la corte de Herodes, ni fue a Jerusalén a los sumos sacerdotes ni a los ancianos, sino al mar de Galilea, a los pescadores. El mismo poder que llamó a Pedro y a Andrés podría haber traído a Anás y a Caifás, porque nada es imposible con Dios. Pero Cristo elige lo necio del mundo para confundir a lo sabio.
La diligencia es un llamado honesto a complacer a Cristo, y no es un obstáculo para la vida santa. La gente ociosa está más abierta a las tentaciones de Satanás que a los llamados de Dios. Es cosa feliz y esperanzadora ver hijos que cuidan a sus padres y cumplen su deber. Cuando Cristo venga es bueno ser hallado haciendo así. ¿Estoy en Cristo? Es una pregunta muy necesaria que nos hagamos, y luego de esa, ¿estoy en mi llamado? -Habían seguido antes a Cristo como discípulos corrientes, Juan i, 37; ahora deben dejar su oficio. Los que siguen bien a Cristo deben, a su mandato, dejar todas las cosas para seguirle a Él, deben estar dispuestos a separarse de ellas. Esta instancia del poder del Señor Jesús nos exhorta a depender de su gracia. Él habla y está hecho.

Vv. 23-25.Donde iba Cristo confirmaba su misión divina por medio de milagros, que fueron emblema del poder sanador de su doctrina y del poder del Espíritu que lo acompañaban. Ahora no encontramos en nuestros cuerpos el milagroso poder sanador del Salvador, pero si somos curados por la medicina, la alabanza es igualmente suya. Aquí se usan tres palabras generales. Él sanó toda enfermedad o dolencia; ninguna fue demasiado mala, ninguna demasiado terrible, para que Cristo no la sanara con una palabra. Se nombran tres enfermedades: la parálisis que es la suprema debilidad del cuerpo; la locura que es la enfermedad más grande de la mente; y la posesión demoníaca que es la desgracia y calamidad más grandes de todas; pero Cristo sanó todo y, así, al curar las enfermedades del cuerpo demostró que su gran misión al mundo era curar los males espirituales. El pecado es enfermedad, dolencia y tormento del alma: Cristo vino a quitar el pecado y, así, curar el alma.

sábado, 8 de septiembre de 2012

arrepentíos, porque vuestros pecados serán perdonados


Mateo   3. Vv. 1-6.Después de Malaquías no hubo profeta hasta Juan el Bautista. Apareció primero en el desierto de Judea. No era un desierto deshabitado, sino parte del país, no densamente poblado ni muy aislado. Ningún lugar es tan remoto como para excluirnos de las visitas de la gracia divina.
Predicaba la doctrina del arrepentimiento: “Arrepentíos”. La palabra aquí usada implica un cambio total de modo de pensar: un cambio de juicio, de la disposición, y de los afectos, una inclinación diferente y mejor del alma. Consideren sus caminos, cambien sus sus pensamientos: han pensado mal; piensen de nuevo y piensen bien. Los penitentes verdaderos tienen pensamientos de Dios y de Cristo, del pecado y de la santidad, de este mundo y del otro, diferentes de los que que tuvieron. El cambio del pensamiento produce un cambio de camino. Este es el arrepentimiento del evangelio, el cual se produce al ver a Cristo, al captar su amor, y de la esperanza de perdón por medio de Él. Es un gran estímulo para que nosotros nos arrepintamos; arrepentíos, porque vuestros pecados serán perdonados si os arrepentís. Volveos a Dios por el camino del deber, y Él, por medio de Cristo, se volverá a vosotros por el camino de la misericordia. Ahora es tan necesario que nos arrepintamos y nos humillemos para preparar el camino del Señor, como lo era entonces. Hay mucho que hacer para abrir camino para Cristo en un alma, y nada más necesario que el descubrimiento del pecado, y la convicción de que no podemos ser salvados por nuestra propia justicia. El camino del pecado y de Satanás es un camino retorcido, pero para preparar un camino para Cristo es necesario enderezar las sendas, Hebreos xii, 13.
Quienes tienen por actividad llamar a los demás a lamentar el pecado y a mortificarlo, deben llevar una vida seria, una vida de abnegación y desprecio del mundo. Dando a los demás este ejemplo, Juan preparó el camino para Cristo.
Muchos fueron al bautismo de Juan, pero pocos mantuvieron la profesión que hicieron. Puede que haya muchos oyentes interesados, pero pocos creyentes verdaderos. La curiosidad y el amor de la novedad y variedad pueden llevar a muchos a oír una buena predicación, siendo afectados momentaneamente, a muchos que nunca se someten a su autoridad. Los que recibieron la doctrina de Juan, testificaron su arrepentimiento confesando sus pecados. Están listos para recibir a Jesucristo como su justicia sólo los que son llevados con tristeza y vergüenza a reconocer su culpa. Los beneficios del reino de los cielos, ahora ya muy cerca, les fueron sellados por el bautismo. Juan los purificó con agua, en señal de que Dios los limpiaría de todas sus iniquidades, dando a entender con esto que, por naturaleza y costumbre, todos estaban contaminados y no podían ser recibidos en el pueblo de Dios a menos que fueran lavados de sus pecados en el manantial que Cristo iba a abrir, Zacarías xiii, 1.

Vv. 7-12.Dar aplicación para las almas de los oyentes es la vida de la predicación; así fue la de Juan. Los fariseos ponían el énfasis principal en observancias externas, descuidando los asuntos de más peso de la ley moral, y el significado espiritual de sus ceremonias legales. Otros eran hipócritas detestables que hacían con sus pretensiones de santidad un manto de la iniquidad. Los saduceos estaban en el extremo opuesto, negando la existencia de los espíritus y el estado futuro. Ellos eran los infieles burladores de esa época y ese país.
Hay una gran ira venidera. Gran interés de cada uno es huir de la ira. Dios, que no se deleita en nuestra ruina, nos ha advertido; advierte por la palabra escrita, por los ministros, por la conciencia. No son dignos del nombre de penitentes, ni de sus privilegios, los que dicen que lamentan sus pecados, pero siguen en ellos. Conviene a los penitentes ser humildes y bajos a sus propios ojos, agradecer la mínima misericordia, ser pacientes en las grandes aflicciones, estar alerta contra toda apariencia de mal, abundar en todo deber, y ser caritativos al juzgar al prójimo.
Aquí hay una palabra de cautela, no confiar en los privilegios externos. Hay muchos cuyos corazones carnales son dados a seguir lo que ellos mismos dicen dentro de sí y dejan de lado el poder de la palabra de Dios que convence de pecado y su autoridad. Hay multitudes que no llegan al cielo por descansar en los honores y las simples ventajas de ser miembros de una iglesia externa.
He aquí una palabra de terror para el negligente y confiado. Nuestros corazones corruptos no pueden dar buen fruto a menos que el Espíritu regenerador de Cristo implante la buena palabra de Dios en ellos. Sin embargo, todo árbol, con muchos dones y honores, por verde que parezca en su profesión y desempeño externo, si no da buen fruto, frutos dignos de arrepentimiento, es cortado y echado al fuego de la ira de Dios, el lugar más apto para los árboles estériles; ¿para qué otra cosa sirven? Si no dan fruto, son buenos como combustible.
Juan muestra el propósito y la intención de la aparición de Cristo, la cual ellos ahora esperaban con prontitud. No hay formas externas que puedan limpiarnos. Ninguna ordenanza, sea quien sea el que la administre, o no importa la modalidad, puede suplir la necesidad del bautismo del Espíritu Santo y de fuego. Sólo el poder purificador y limpiador del Espíritu Santo puede producir la pureza de corazón, y los santos afectos que acompañan a la salvación. Cristo es quien bautiza con el Espíritu Santo. Esto hizo con los extraordinarios dones del Espíritu enviados a los apóstoles, Hechos ii, 4. Esto hace con las gracias y consolaciones del Espíritu, dados a quienes le piden, Lucas xi, 13; Juan vii, 38, 39; ver Hechos xi, 16.
Obsérvese aquí, la iglesia externa en la era de Cristo, Isaías xxi, 10. Los creyentes verdaderos son el trigo, sustanciosos, útiles y valiosos; los hipócritas son paja, livianos y vacíos, inútiles, sin valor, llevados por cualquier viento; están mezclados, bueno y malo, en la misma comunión externa. Viene el día en que serán separados la paja y el trigo. El juicio final será el día que haga la diferencia, cuando los santos y los pecadores sean apartados para siempre. En el cielo los santos son reunidos, y no más esparcidos; están a salvo y ya no más expuestos; separados del prójimo corrompido por fuera y con afectos corruptos por dentro, y no hay paja entre ellos. El infierno es el fuego inextinguible que ciertamente será la porción y el castigo de los hipócritas e incrédulos. Aquí la vida y la muerte, el bien y el mal, son puestos ante nosotros: según somos ahora en el campo, seremos entonces en la era.

Vv. 13-17.Las condescendencias de la gracia de Cristo son tan asombrosas que aun los creyentes más firmes apenas pueden creerlas al principio; tan profundas y misteriosas que aun quienes conocen bien su mente, están prontos a ofrecer objeciones contra la voluntad de Cristo. Quienes tienen mucho del Espíritu de Dios, mientras están aquí ven que necesitan pedir más de Cristo. No niega que Juan tenía necesidad de ser bautizado por Él, pero declara que debe ser bautizado por Juan. Cristo está ahora en estado de humillación. Nuestro Señor Jesús consideró conveniente, para cumplir toda justicia, apropiarse de cada institución divina, y mostrar su disposición para cumplir con todos los preceptos justos de Dios.
En Cristo y por medio de Él, los cielos están abiertos para los hijos de los hombres. Este descenso del Espíritu sobre Cristo demuestra que estaba dotado sin medida con sus poderes sagradas. El fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
En el bautismo de Cristo hubo una manifestación de las tres Personas de la Santa Trinidad. El Padre confirmando al Hijo como Mediador; el Hijo que solemnemente se encarga de la obra; el Espíritu Santo que desciende sobre Él para ser comunicado al pueblo por su intermedio. En Él son aceptables nuestros sacrificios espirituales, porque Él es el altar que santifica todo don, 1 Pedro ii, 5. Fuera de Cristo Dios es fuego consumidor; en Cristo, un Padre reconciliado. Este es el resumen del evangelio, el cual debemos abrazar jubilosamente por fe.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Debemos aprender de Cristo


Mateo   2 Vv. 1-8.Los que viven completamente alejados de los medios de gracia suelen usar la máxima diligencia y aprenden a conocer lo máximo de Cristo y de su salvación. Pero ningún arte curioso ni el puro aprendizaje humano pueden llevar a los hombres a Él. Debemos aprender de Cristo atendiendo a la palabra de Dios, como luz que brilla en un lugar oscuro, y buscando la enseñanza del Espíritu Santo. Aquellos en cuyo corazón se levanta la estrella de la mañana, para darles el necesario conocimiento de Cristo, hacen de su adoración su actividad preferente.
Aunque Herodes era muy viejo, y nunca había mostrado afecto por su familia, y era improbable que viviera hasta que el recién nacido llegara a la edad adulta, empezó a turbarse con el temor de un rival. No comprendió la naturaleza espiritual del reino del Mesías. Cuidémonos de la fe muerta. El hombre puede estar persuadido de muchas verdades y aun puede odiarlas, porque interfieren con su ambición o licencia pecaminosa. Tal creencia le incomodará, y se decidirá más a oponerse a la verdad y la causa de Dios; y puede ser suficientemente necio para esperar tener éxito en eso.

Vv. 9-12.Cuánto gozo sintieron estos sabios al ver la estrella, nadie lo sabe tan bien como quienes, después de una larga y triste noche de tentación y abandono, bajo el poder de un espíritu de esclavitud, al fin reciben el Espíritu de adopción, dando testimonio a sus espíritus que son hijos de Dios. Podemos pensar qué desilusión fue para ellos cuando encontraron que una choza era su palacio, y su propia y pobre madre era la única servidumbre que tenía. Sin embargo, estos magos no se creyeron impedidos, porque habiendo hallado al Rey que buscaban, le ofrecieron sus presentes. Quien busca humilde a Cristo no tropezará si lo halla a Él y a sus discípulos en chozas oscuras, después de haberlos buscado en vano en los palacios y ciudades populosas. —¿Hay un alma ocupada en buscar a Cristo? ¿Querrá adorarlo y decir, ¡sí!, yo soy una criatura pobre y necia y nada tengo que ofrecer? ¡Nada! ¿No tienes un corazón, aunque indigno de Él, oscuro, duro y necio? Dáselo tal como es, y prepárate para que Él lo use y disponga como le plazca; Él lo tomará, y lo hará mejor, y nunca te arrepentirás de habérselo dado. Él lo modelará a su semejanza, y Él mismo se te dará y será tuyo para siempre.
Los presentes de los magos eran oro, incienso, y mirra. La providencia los mandó como socorro oportuno para José y María en su actual condición de pobreza. Así, nuestro Padre celestial, que sabe lo que necesitan sus hijos, usa a algunos como mayordomos para suplir las necesidades de los demás y proveerles aun desde los confines de la tierra.

Vv. 13-15.Egipto había sido una casa de esclavitud para Israel, y particularmente cruel para los infantes de Israel; pero va a ser un lugar de refugio para el santo niño Jesús. Cuando a Dios agrada, puede hacer que el peor de los lugares sirva al mejor de los propósitos. Esta fue una prueba de la fe de José y María. Pero la fe de ellos, siendo probada, fue hallada firme. Si nosotros y nuestros infantes estamos en problemas en cualquier tiempo, recordemos los apremios en que estuvo Cristo cuando era un infante.

Vv. 16-18.Herodes mató todos los niños varones, no sólo de Belén, sino de todas las aldeas de esa ciudad. La ira desenfrenada, armada con un poder ilícito, a menudo lleva a los hombres a crueldades absurdas. No fue cosa injusta que Dios permitiera esto; cada vida es entregada a su justicia tan pronto como empieza. Las enfermedades y las muertes de los pequeños son prueba del pecado original. Pero el asesinato de estos niños fue su martirio. ¡Qué temprano empezó la persecución contra Cristo y su reinado! -Herodes creía que había obstruido las profecías del Antiguo Testamento, y los esfuerzos de los magos para hallar a Cristo; pero el consejo del Señor permanecerá por astutas y crueles que sean las artimañas del corazón de los hombres.

Vv. 19-23.Egipto puede servir por un tiempo como estadía o refugio, pero no para quedarse a vivir. Cristo fue enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel, y a ellas debe retornar. Si miramos al mundo como a nuestro Egipto, el lugar de nuestra esclavitud y exilio, y sólo al cielo como nuestro Canaán, nuestro hogar, nuestro reposo, deberemos levantarnos rápido y partir de aquí cuando seamos llamados, como José salió de Egipto.
La familia debe establecerse en Galilea. Nazaret era lugar tenido en pobre estima, y Cristo fue crucificado con esta acusación, Jesús Nazareno. Donde quiera nos asigne la providencia los límites de nuestra habitación, debemos esperar compartir el reproche de Cristo; aunque podemos gloriarnos en ser llamados por su nombre, seguros de que si sufrimos con Él también seremos glorificados con Él.